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El Presidente, la Virgen y el Ejército

Por: Alfredo Reyes Ramos

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Esto ya parece un avivamiento religioso, un revival, nos referimos al febril activismo por los derechos humanos, y hasta los sátrapas son ahora activistas de tales derechos. Buscando buena fama y relumbrón. Es la plaga del momento. La que se activa con cualquier pretexto, como esos que de manera ostentosa acusaron de la militarización de la Guardia Nacional, aunque eso sea necesario, y dadas las circunstancias del país, inevitable.

Y son los panistas los que se rasgan las vestiduras diciendo que ahora se pretende militarizar al país, los mismos que emplearon al Ejercito de manera masiva en labores policiacas y cuyo Presidente, Felipe Calderón, vistió el uniforme militar al inicio de su mandato, con el gesto duro para intimidar a los que cuestionaban su legitimidad, igual que Pinochet en la foto siniestra de Ches Gerretsen, con lentes oscuros y el gesto endurecido. Pero hay que decir que los muertos de la dictadura de Pinochet fueron 40 mil. Los del sexenio de FeCal más de 100 mil.

Y ni qué decir de los priístas que convirtieron el Campo militar número uno en prisión clandestina, con la destacada actuación de los generales Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quiroz Hermosillo en la guerra sucia de esos años.

Se equivocan los que señalan la militarización del país. Porque militarizar sería imponer a varios generales como secretarios de Estado. Promover a una gran cantidad de militares como diputados y senadores. Que varias gubernaturas y muchas alcaldías fueran coto exclusivo de las Fuerzas Armadas. Y que conste: la más convincente señal de desmilitarización de este régimen es el que haya disuelto ese aparato militar poderosísimo que era el Estado Mayor Presidencial.

Las peores señales de militarización del país las han dado, recientemente, Felipe Calderón que siendo un presidente civil se disfrazó de general convirtiendo al país en un baño de sangre. Y mucho antes que Calderón, otro impostor ya se había disfrazado de general para cometer todo tipo de ilícitos, Arturo “El Negro” Durazo, jefe corrupto de la policía capitalina.

Y es que el carácter civil o la naturaleza militar no se expresan únicamente porque un Presidente de carrera militar (don Manuel Ávila Camacho) se haya vestido de civil o porque un presidente civil como FeCal se haya disfrazado de general.

Hace diez años, cuando el terror de las masacres calderonistas, aquí propusimos la reglamentación de la Guardia Nacional contemplada en la Constitución. Al respecto, el entonces líder priísta en San Lázaro, Francisco Rojas y el presidente de la comisión de la Defensa Nacional, Rogelio Cerda, contestaron a este columnista que en esos momentos no era posible cambiar la Constitución.

Y es que por muchos años las figuras del Presidente, el Ejército y la Virgen de Guadalupe eran temas tabú. Intocables. Ejército y religión han sido asunto de heridas muy profundas en la historia de México. Por eso mismo el tema militar (Art. 129) y religioso (Art. 130), van juntos casi al final de nuestra Constitución, en “Prevenciones Generales”, como previniendo el riesgo de grandes calamidades.

Hoy nace una Guardia Nacional no militarizada. Porque los activistas temen que los militares violen los derechos humanos. Aunque ahora, dado el activismo, la gleba es la que agrede e insulta a los militares. Y ese agravio nos deja la amarga sensación de que la delincuencia de este país ha sido la más favorecida con ese febril y trasnochado activismo de los derechos humanos.

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