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De la chunga a la tragedia… y luego al ojo cuadrado

BAILE Y COCHINO.-

Por Horacio Cárdenas

CENTROS1

El día 19 de abril su periódico El Demócrata publicó una columnita titulada De la Chunga a la Tragedia, en la cual nos tomábamos la libertad de expresión de comentar un par de notas aparecidas en los días anteriores, las cuales tenían como eje el sistema penitenciario coahuilense. Hoy, hay nuevos datos que obligan a revisar lo dicho, y a preguntarnos, exactamente ¿a qué están jugando las organizaciones que dicen proteger los derechos humanos?

En aquella ocasión la información aparentemente contradictoria, confrontaba un par de hechos, el primero que Coahuila tenía un nada honroso primer lugar en cuanto a reincidencia de los criminales sentenciados y que eran liberados luego de purgar su condena, completa o parcial por liberación anticipada. El hecho es que si el promedio de reincidencia a nivel nacional es del 22%, en Coahuila llega al 45%, lo que hablaría de un escandaloso fracaso de la política y las estrategias de reinserción social, pues los reos liberados, tan pronto les da el aire de la calle, sienten ganas de volver a atentar contra la sociedad, siendo además tan poco duchos en su actividad criminal, que al poco tiempo de haber sido puestos en libertad, son recapturados por la policía, una que como sabemos, no es precisamente la más eficiente del mundo, y tiene una carga de trabajo excesiva, pues aun con eso, los atrapan.

Siempre los colegas de la sección policÍaca se han referido a las cárceles, penitenciarías, CERESOs, o como sea que se denominen oficial o coloquialmente, como las Universidades del Crimen, donde en cualquier otra parte del mundo, los criminales que ingresan como bisoños ladronzuelos, van a perfeccionar sus malas artes, a aprender otras, a establecer contactos con otros delincuentes, pero sobre todo, tienen el tiempo de reflexionar sobre los errores que cometieron, de asesorarse de otros reos, y entre todos, lograr un aprendizaje sobre los procedimientos policiacos, para que la siguientes vez, las autoridades no puedan echarles el guante. Pues fíjese que no, en las universidades del crimen coahuilenses los delincuentes salen reprobadazos, la muestra es que vuelven a caer en las manos de la justicia, esto por un lado, y por el otro, que tampoco están cumpliendo con el objetivo de enseñarles el buen camino, a ser gente de bien, y ni siquiera a temerle a la prisión, un fracaso en toda la línea, pues. En esto las cárceles coahuileñas no se diferencian de las del resto del país, y en general las del resto del mundo, están allí para aislar a los criminales del resto de la sociedad, si lo malo es que la población sigue creciendo y no puede mantenerlos guardados por siempre.

La otra parte de la columnita de hace días se refería a la calificación sobresaliente, una auténtica estrellita ensalivada puesta en la frente colectiva del sistema penitenciario coahuilense, de que en el documento Diagnóstico Nacional de supervisión Penitenciaria 2018, editado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, los penales coahuilenses habían obtenido colectivamente un 8.01 de calificación, un muy presumible tercer lugar, apenas detrás de los sistemas penitenciarios de Guanajuato y Querétaro, que hasta eso nos ganaron pero por muy poquito, pues obtuvieron 8.21. Entrando en el terreno de la chunga, nos aventábamos la hipótesis de que los penales coahuilenses efectivamente son pésimos para convertir a la gente de mal en gente de bien, pero han de ser excelentes en cuanto al nivel de vida que ofrecen a la población de reos, y tanto, que los criminales que echan fuera por cumplir su condena “no se hallan” en la vida en libertad, y hacen hasta lo imposible por ser devueltos a la cárcel, casi nos haría pensar que no es que no hayan refinado sus habilidades estando a la sombra, sino que a propósito actúan mal, cometen errores, literalmente se dejan capturar por policías sobretrabajados y poco motivados, esperándolos en la escena del crimen para hacerse arrestar, procesar y ser devueltos a la cárcel. Algo habrá de verdad en esta hipótesis, pues si la CNDH dice que la vida en prisión en Coahuila es de las mejorcitas a nivel nacional, ha de superar la que pueden darse por sus propios medios, lícitos o ilícitos, los reos, al grado que dados a elegir, mejor dentro que fuera.

Y luego nos aparece una nota que manda a volar todo lo dicho. Según la nota de ocho columnas del Vanguardia del 26 de abril, Coahuila tiene el deshonroso primer lugar en torturas a mujeres dentro del sistema de procuración y administración de justicia. Dicho con todas sus letras, el 38% de las mujeres que purgan condena en las cárceles locales, habrían sido torturadas, golpeadas o víctimas de violencia sexual. Esto contradice todo lo anterior, no solo a nivel de informe final, sino de procedimiento para recabar los datos, y no solo eso, sino que las aseveraciones habrían sido entregadas a la Relatoría del Comité contra la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas.

¿A quién creerle?, la fuente de esta última información es un Informe Alternativo de las Organizaciones de la Sociedad Civil de México, del cual hemos de confesar, que es la primera noticia que tenemos, en cambio para bien o para mal, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que dio la calificación sobre los penales, esa sí que la conocemos de años, no como un organismo perfecto, pero que trata de hacer su chamba, y que por cierto es citado en el tal informe alternativo.

Peor se la ponemos, el día 6 de abril estuvo en Coahuila la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, quien se reunió con familiares de desaparecidos y también con el gobernador Miguel Ángel Riquelme, con quien platicó sobre la agenda de derechos humanos de su administración. ¿Por qué no se trató el asunto de las prisioneras que sufren vejaciones en las cárceles estatales?, hombre, estos cuates de los organismos alternativos de la sociedad civil deben tener mucho dinero, prefieren irse a Suiza a tratar con el Comité contra la Tortura, en vez de esperar y hablar con la mismísima Alta Comisionada, ¿O será que piensan que lo de la tortura es más importante que lo de derechos humanos, o que son cosas distintas o que una no incluye a la otra?, como que no nos queda claro el papel que están jugando, el objetivo que persiguen, como tampoco los medios que utilizan para dar a conocer sus hallazgos, suponiendo que realmente merezcan este nombre.

Sabemos que en cuestión de las prisiones, en México, no solo en Coahuila, hay mucho que mejorar, lo que se hace jamás es suficiente, pero de allí a propagar datos que contradicen a fuentes consideradas confiables, contribuyendo al cáncer de la desinformación que afecta a este país, hay una gran distancia, una que no debería permitirse brincar a cualquiera trepado en zancos falsos.

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