Propaganda oficial desmiente las experiencias domésticas

 

CASI JAUJA.
Solamente los escépticos y los afortunados que no saben leer, no tienen acceso a la prensa escrita o televisada se atreven a dudar que la situación del país mejora cada día, lo mismo la economía que la política, la energética, el nivel de empleo, las perspectivas de desarrollo, porque todo es inmejorable de acuerdo con las declaraciones pagadas y ampliamente divulgadas, la reforma educativa está lista para producir gente de capacidad competitiva mundial, merecedora de los sueldos más elevados del planeta.
Dicha publicidad y en rigor, casi propaganda oficial, no se mide en cuanto a optimismo, al grado que desmiente categóricamente las experiencias domesticas, que se traducen en comentarios inversos desde los hogares, y basados en la experiencia diaria del enfrentamiento con los comerciantes y el inelástico presupuesto familiar.
Porque algo sucede, cuando los salarios elevados y suficientes de que hablen los comentaristas públicos, políticos como la fuente de las noticias, no llegan a cristalizar, debido a que los empresarios no participan del movimiento necesario al discurso presidencial y debajo de él los Secretarios de Estado y los Gobernadores, movimiento consistente, sencillamente en multiplicar las inversiones y pagar bien a los trabajadores.
Sin el concurso empresarial de los mexicanos, las inversiones pueden ser jugosas, pero pobres en empleo, en número de trabajadores y esa producción servirá solamente para engrandecer a los ricos extranjeros, consumidores de sus productos, receptores de sus ganancias y sueldos elevados.
Puesto que la inversión extranjera anda en busca de mano de obra barata, en todos los países del mundo, bien calificada y preferiblemente de materias primas también las más baratas del orbe.
Así que jamás produciría los ingresos necesarios en la economía que invade, el número de plazas que requiere para ser un país con justicia, con fortaleza económica en su mercado interno, y con capacidad suficiente para enriquecer a sus productores nacionales.
NACIONALISTAS.
Antes de la última fiebre liberal o neoliberal como se pretende que sea, como resolutiva de cuantos problemas económicos y sociales padece la humanidad, hace probablemente 60 años, hubo un movimiento localista, parecido al sentimiento nacionalista que tiende a desaparecer. La referencia es hacia una entidad norteamericana, el Estado de Texas, cuyos automóviles presumían los vecinos con calcomanías vistosas con la leyenda Built in Texas by Texanas, hecho en dicha entidad por sus vecinos, localismo que desapareció de tal publicidad, no así de la mentalidad texana.
Pero la presunción tendía, como resulta natural suponer, a fomentar la preferencia de los lectores, por su producción local y no solamente por orgullo, sino por la multitud de beneficios que tiene que la producción local se consuma precisamente y preferentemente por sus habitantes.
Aunque por supuesto, ninguna entidad de la misma federación norteamericana criticará que una de sus partes pretende y promueva la preferencia de su mercado por la producción local.
MORALEJA.
De donde se desprende la necesidad de que más gente en México tenga acceso a la educación de calidad suficiente para que tengan acceso a la publicidad política, que para entonces consistirá de puras verdades probadas, carecerá de todo tipo de exageración.
La calidad educativa llevará a que los trabajadores mexicanos serán más competentes (no competitivos por su bajo nivel salarial), tendrán mayor participación en el producto nacional que será más grande (sin necesidad de maquillar cifras y mucho menos los pronósticos de crecimiento), entre los trabajadores, estarán también los empresarios honrados que tomarán una parte razonable, pero suficiente de la producción nacional para promover el crecimiento económico, fomentar la investigación qué esta tan atrasada y cuya dependencia resulta muy cara al país.
Sus investigadores estarán en el primer nivel mundial, lo mismo que sus profesores, por lo que ganarán mucho dinero y se olvidarán de sus marchas y huelgas y los que sobre, se los pelarán otros países, precisamente por su alta calificación magisterial.
Los colegas periodistas serán debidamente remunerados y expresarán solamente verdades y noticias de cosas importantes para merecer ese nivel especial y porque serán coadyuvantes de la administración honrada del país, desde las empresas particulares hasta los mínimos detalles que tiene la administración pública.
Claro que para ese futuro el equipo burocrático será de alta calificación técnica, profesional y moral, de manera tal que será reducido en tamaño para manejar las cuestiones verdaderamente importantes y significativas para la sociedad mexicana.
Y la policía será poca porque habrá trabajo suficiente y bien pagado en muchas partes, como solía ser en México, pero ahora con una dinámica muy activa, acelerada, fundada en justicia y eficiencia. La criminalidad debe entonces disminuir porque no será tan redituable y la atacarán un cuerpo especializado y bien pagado, sin filtraciones ni complicidades, como ha sucedido en los tiempos recientes.
AUSTERIDAD GUBERNAMENTAL.
Reducida ala burocracia, le sobrará dinero para fortalecer la infraestructura, olvidada hace décadas y comerciada a particulares con malos resultados y pobre avance; pero igualmente por ahorro de los programas de tinte demagógico y resultados inciertos o a largo plazo.
Pero se fomentará toda tarea que ayude a la producción particular, de preferencia en obras en que cooperen los beneficiados, como son el mantenimiento de obras de riesgo, los abrevaderos, la estabulación de espacios para aumentar la productividad, es decir el rendimiento personal y de la tierra y de los demás insumos.
SALARIO PANISTA.
El partido que nació con el objetivo bien loable de moralizar la política, de orientar toda su acción en beneficio de la nación, valga la repetición, nació como ocurre generalmente, con algunas deficiencias.
Entre ellas la más notable es que cuenta con la mayor parte de los ricos del país, que no son muchos, aunque si muy poderosos económica y políticamente también como consecuencia.
Quiere decir que carecen de la inspiración popular, sus mandos son la élite y sus simpatizantes gente ilusionada con la riqueza de los jefes, pero principalmente sus obreros y empleados, a los que alguna vez y encontradas ocasiones como algunos de Monterrey, se anticiparon a las medidas populares y benefactoras del gobierno.
Con él ánimo de promover su partido, ha tomado banderas populares y de justicia social que abandona el partido mayoritario tradicionalmente y acabará por perder su mayoría si prosigue en sus prácticas demagógicas e ineficaces.
Aunque no llegará al fondo, plantea la elevación del salario mínimo a 206 pesos diarios, considerable alza partiendo de la aguda tregua que ha sido la reducción del poder adquisitivo del salario mínimo, del año de 81 a la fecha, en 70%.
Tal plantea Gustavo Madero dirigente nacional del PAN, para lo que hará una consulta popular, acción de corte demagógico, pero que ignora que los resultados serán en el sentido que propone, que se aprobará una considerable alza en los salarios, partiendo del mínimo.
Pero esa situación no resolvería nada, puesto que de ser aprobada, los empresarios se encargarán de anularla mediante su principal instrumento, los precios de sus mercancías.
Han pregonado los empresarios, principalmente panistas, que no aumentan salarios porque la productividad es baja en sus trabajadores, que harán la elevación cuando la productividad se eleve. Productividad que será resultado de inversiones adicionales que redundarán en menores costos de producción que tratarán de elevar por todos los medios a sus utilidades.
Así que el dirigente panista busca mayor popularidad, a base de engaños. Los salarios mínimos se han deteriorado por debilidad gubernamental ante los empresarios, si no es que por mala fe para favorecer a los dueños de recursos financieros para que inviertan más, cosa que no han hecho desde hace décadas.

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