ACCIÓN ELECTORAL: Lecturas: Peña ¿reconoce el trabajo de los Moreira?

BAILE Y COCHINO.-

Por: Horacio Cárdenas.-

Como que la política a la  mexicana se da sus momentos para recetar las más increíbles sorpresas imaginables. Recordamos el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, de quien se dijo que si a alguien no quería entre los gobernadores de los estados, era a Rogelio Montemayor Seguy. Los malquerientes de él, que los tenía muchos acá en Coahuila, se quedaron con la boca cuadrada y el ojo abierto cuando desde la presidencia de la República se anunció la designación del supuesto malquerido en una de las posiciones más codiciadas de toda la administración pública federal, una que incluso superaba en cuanto a poder y presupuesto a varias secretarías de estado… juntas. Ya después vino lo del PEMEXgate, usted sabe, el desvío de fondos de la paraestatal al sindicato y a la campaña presidencial del perdidoso Francisco Labastida Ochoa, la persecución que de Montemayor hizo Vicente Fox Quesada, apenas comparable con la que dirigió contra Andrés Manuel López Obrador y con resultados similarmente decepcionantes, y todo lo que usted sabe, pero lo importante de la cita, es esa, que el ninguneado acá tenía vara alta, altísima allá.

Algo así puede interpretarse del nombramiento de Rubén Moreira Valdés como secretario de acción electoral del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, el Revolucionario Institucional, sobre el cual se pueden y deben hacer diversas lecturas. La primera de ellas, obligada, es que pese a todo lo que los informes de Gobernación y del CISEN decían de Rubén y su desempeño en los últimos meses y años como gobernador del estado de Coahuila y su parentesco con Humberto, el mero mero mandamás del PRI, a saber, Enrique Peña Nieto consideró que su presencia en la viciada cúpula priísta traería más beneficios que perjuicios en un ambiente que propios y extraños califican de irrespirable.

Hubo quien sugirió que la sustitución de José María Tapia Franco, para más señas senador de la República por el estado de Sonora, era un golpe en contra de Miguel Ángel Osorio Chong, cabeza del poderoso grupo Gobernación, y cuya influencia se ha tratado de minimizar dentro del partido, si no es que de erradicar, pues si como lo predicen (ellos) es José Antonio Meade el siguiente presidente de la República, no quieren en su gabinete ni en las cercanías de Palacio Nacional nada que apeste a Hidalgo. Pero sobre esta versión hay dudas que saltan de inmediato, ¿pues qué no está matrimoniado Rubén Moreira con Carolina Viggiano Austria, protegida del mismo Osorio Chong y su grupo político en el Estado de Hidalgo?, en ese sentido no tendría mayor caso sustituir en una posición clave en el partido a un político asociado al secretario de gobernación por otro igual o más pegado al mismo, pero bueno, esas tenebras no las entiende nadie.

El mensaje enviado desde Los Pinos es bastante claro, no ameritaría explicaciones, el presidente Peña Nieto reconoce los servicios prestados por Rubén y de pasada por Humberto, a su persona, al sistema político priísta y a la causa del partido en la campaña emprendida con vistas a la elección del 2018.

¿Qué verá Enrique Peña, y conste que hablamos de él y no de su chofer de Uber Enrique Ochoa Reza, en Rubén, como para considerarlo un activo importante en la estructura partidista?, vaya usted a saber, acá abajo solo nos queda elucubrar.

Si nos remontamos a la elección de hace doce años, en que era Humberto Moreira quien buscaba la gubernatura de Coahuila, la estrategia, el objetivo, la meta, exactamente no sabemos cómo llamarle, del candidato priísta era: ganar por un margen que hiciera inútil e improcedente cualquier cuestionamiento, protesta o recurso legal de la oposición. Puesto en términos numéricos, lo que quería Humberto era una diferencia de dos por uno por su principal oponente, y si no recordamos mal, quedó en un 55 contra 36% sacando la elección sin mayor complicación. En su propia elección, hace seis años, Rubén Moreira trepado en el capital político heredado de su hermano, también ganó la elección sin problemas, 60 contra 35%.

Si consideramos que es el gobernador en funciones el que opera la elección a favor de su sucesor del mismo partido, el desempeño de Rubén Moreira como operador de Miguel Riquelme no es nada para presumir a partir de los dos datos anteriores, 38.9 contra 36.4% fue el cómputo final del priísta sobre el panista Guillermo Anaya, un más que triste, preocupante 2.5%, que citando la  famosa expresión de Felipe Calderón, definitoria de la política mexicana contemporánea, ganó “haiga sido como haiga sido”, desde nuestros cuatro modestos puntos de vista, no es el hombre con el mejor currículum para operar una elección tan complicada como la presidencial del 2018, en que el PRI lo tiene todo por perder, como para confiarse en las manos de alguien que sí, sacó la chamba, pero más raspado que lo que ninguno de sus predecesores.

Al primero que habría que preguntarse si quedó satisfecho con el desempeño de acción electoral en Coahuila es a Miguel Riquelme, quien hasta el cinco para las doce no sabía si se iba a sentar en la silla de gobernador o le iban a hacer de chivo los proverbiales tamales, incertidumbre que definitivamente marcó el inicio de su gestión, al grado que no falta quien diga que todavía no comienza en toda forma.

Igual, muy al estilo priísta, una cosa es la casa de campaña y otra el partido, y a lo mejor lo de Rubén no es más que el arroparlo con un membrete para que no diga ni él ni nadie que el preciso no lo quiere.

Pero si todavía quiere más lecturas del asunto del nombramiento, ¿quién mejor para saber de los tejemanejes del desvío de fondos de aquí para allá, de allá para acá, de ida y de regreso en avión de AeroConeja, que Rubén Moreira, si es que alguien quiere hacer caso de las versiones ya empolvadas de que la megadeuda de Coahuila tuvo como fin la campaña presidencial del mismo Enrique Peña Nieto, sobre todo porque los 35 mil millones de referencia son escandalosamente más que los mil quinientos del PEMEXgate, o los 250 millones que tienen a Alejandro Gutiérrez, con todo su pedigrí convertido en “un reo más” en el penal de Chihuahua, y si durante un sexenio entero se las arreglaron para que la justicia no avanzara ni un milímetro en desenredar la cuestión de la megadeuda… Rubén y no otro es su hombre. Cosa de buscarle por allí.

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