Lealtad política

NOTICIAS DIVERSAS.-

Por Héctor Barragán.-

Suponen los subordinados que le deben lealtad, afecto y disciplina a los dirigentes, quienes en su generosidad tuvieron a bien darles la oportunidad de ser sus colaboradores. Muchos de ellos llegan al fanatismo, a la adoración de sus comandantes y presumen de estar dispuestos a sacrificar la vida por ellos o soportar culpas ajenas y por descontado, llegar a la ignominia.

Seguramente es así porque no alcanzan a captar que se deben todos ellos, los jefes incluidos y principalmente a la colectividad a la que pertenecen, a la que deben su misma razón de ser, de existir.

Pero la organización misma nace con el objetivo de presentar un servicio a su comunidad, de hacer para ella lo que no pueden llevar a efecto una sola persona o la colectividad como un todo.

Tanto es así que los partidos políticos surgen de la organización de varias personas para conseguir el poder y con él, servir todos los puntos que la comunidad considera necesario para su sostenimiento, su desarrollo, su bienestar.

Mas una comunidad grande necesita varios partidos que cubran todas sus aspiraciones, necesidades y carencias, que cada uno de esos grupos cubrirá, para lograr la felicidad y satisfacción de la totalidad.

Y lamentablemente o sin embargo, sucede que los postulados buscados por los partidos para servir a su comunidad, son desconocidos por la mayoría de sus militantes, muy pronto luego de su formación y consecuentemente resultan incapaces de satisfacer a la comunidad, ni siquiera a sus integrantes.

Invariablemente consiguen triunfos, pero solamente en las elecciones más que en el ejercicio del poder con lo cual, pasado el tiempo, pierden simpatizantes y ello como resultado de quienes son elevados a los puestos de responsabilidad son los que mejor hablan y no quienes piensan mejor y se sujetan a los postulados de su agrupación.

La ignorancia o la falta de respeto a los principales de los grupos o partidos políticos hace que los resultados no coincidan con lo que la colectividad espera o necesita, lo cual favoreció que alguien con la autoridad necesaria dispusiera legalmente la agrupación de partidos con distinta ideología, siendo que en el nacimiento de cada uno de ellos se autorizó su operación, precisamente por considerarlos útiles y jamás se conseguirá sumar componentes distintos.

En efecto, tal autorización demostró que la ley considera que no son necesarios tantos partidos. Más todavía, como entre todos no consiguieron interesar al 40% del padrón, a parte importante del número de ciudadanos, se concluye que no son indispensables los partidos.

Ni se justifica desde ningún punto de vista el desmedido derroche de recursos para una democracia falsa o sumamente pobre y contaminada con fondos gubernamentales, que deberían utilizarse en reducir la pobreza y limitar las injusticias de una riqueza insultante.

LAS MASCARADAS.

Hace algunos siglos eran notables y sumamente apetecidas las fiestas de disfraces, en las que se lucían las mujeres hermosas y los caballeros se ocultaban para seducir a sus hermosas, por medio del ocultamiento y de la elegancia de sus atuendos.

Los participantes gente selecta, de lo mejor de la alta sociedad de entonces, por lo cual se buscaban con avidez y tenacidad las invitaciones que les podrían abrir las puertas de la fortuna y la felicidad.

Desde entonces también la costumbre de ocultar los rostros de los maleantes en el ejercicio de sus fechorías, salteamiento de caminos, a viandantes, violación de viviendas, establecimientos comerciales o fabriles.

Sin duda los antifaces y máscaras les servirán para dificultar su identidad, pero se ha extendido a quienes se encargan de la vigilancia de la población, sin que parezca necesario cubrir la identidad de los vigilantes, policías y elementos del ejército y la armada, aunque se argumente que se decidió por razones de seguridad. No estorba saber de quienes se trata, a los responsables del cuidado de personas y bienes.

Tampoco parece razonable ponerle antifaz a las fotografías de personas extraviadas, porque se dificulta la participación ciudadana en la importante tarea de localizar a los extraviados y secuestrados.

Respecto de los presuntos infractores y delincuentes, igualmente se considera inconveniente ocultarles el rostro, porque evitan la concurrencia de gente afectada y que debe participar en el trámite del proceso de investigación y sanción de los delitos.

Sobre el tapado de ojos de presuntos infractores menores de edad, realmente hay duda de su conveniencia, a pesar de lo que diga la ley en la materia.

PERSEGUIR EL DELITO.

De vez en cuando se publica que la efectividad de la ley en México es muy baja, que solamente un 2 a 3% de las denuncias y asuntos en trámite ente la, Procuraduría de Justicia se resuelvan actualmente, o sea que hay un 90 y más por ciento de inefectividad, que habla muy mal del manejo de recursos en la materia.

Bajo esa dolorosa experiencia, tradicional o histórica, cabe expresar dudas respecto al destino de los asuntos turnados a la FEPADE? La encargada de los delitos electorales, que es el tope de la cuestión legal electoral ¿Seguirá el gasto inútil, que no es reducido?.

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