Blindaje a prueba

«No vamos a decir que el gober ve el futuro, pero si podemos imaginar que tiene información de primera mano, análisis de inteligencia que además de ponerlo sobre aviso, han tenido el efecto de preocuparlo…»

BAILE Y COCHINO

Por Horacio Cárdenas  Zardoni.-

Queramos o no, las historias y la realidad presente de los estados de Nuevo León y Coahuila, están hermanadas. En lo bueno y en lo malo, pero sobre todo en lo peorcito, los habitantes de uno y otro lado de la línea limítrofe padecemos de lo mismo, si es la ecología, si es la crisis económica, si son las faltas y delitos, los de allá se vienen a esconder acá y los de aquí se van para allá. Claro que hay sus diferencias, los que buscan un mejor nivel de vida migran temporal  o permanentemente a Monterrey, y los que buscan una vida menos ajetreada se vienen para Saltillo, por no hablar de los que van y  vienen todos los días  por estudio o trabajo.

Pero hablando de lo que nos toca a los periodiqueros, ¿vio lo que pasó el viernes en el Restaurante El Gran Pastor, ese que vende la especialidad culinaria del Norte Bárbaro, cabrito con sabor a gato?, pues que regresándonos a la época de la peor pesadilla de inseguridad que vivimos en los años recientes, unos fulanos, sospechosos como obliga a decir la traicionera ley, entraron al lugar a eso de las 18:30, ordenaron a todo el mundo que desalojara el sitio, lo rociaron con generosos bidones de huachicol de 90 octanos, y procedieron a darle fuego, luego de lo cual huyeron más campantes si se puede, que Johnny Walker.

Nadie sabe, nadie supo pero todo hace sospechar que son cosas del crimen organizado, para pronto se corrió la versión de que eran Zetas los perpetradores, y que era un asunto de no estar el dueño al corriente en sus pagos por protección, o derecho de  piso, catalogados en el código penal como extorsión.

¿Cuánto tiempo hacia que no pasaba algo así en Monterrey? De repente regresaron las aterradoras imágenes de cuando, siguiendo un modus operandi casi idéntico, unos criminales entraron al tristemente célebre Casino Royale, con la diferencia de que en este no estaban solo  los empleados  que esperaban los primeros clientes, sino gente jugando y apostando, y que ante la amenaza de que iban a quemar el local, no creyeron, no quisieron o no pudieron abandonarlo a tiempo. Eso allá.

Acá  por los mismos tiempos operaba una más bien modesta sucursal del Caliente, casino favorito de muchos saltilleros que iban a la capital neoleonesa solo a jugar. Pues un mal día, igual, por no pagar la cuota o el derecho, un par de delincuentes disparó ráfagas de fusil automático contra la entrada del lugar, con tan mala suerte que siendo la una de la tarde alcanzaron y ultimaron a una adolescente de 17 años que para empezar, nada tenía que estar haciendo allí. Luego se sucedieron varios o muchos casos de gente a la que extorsionaron, unos pagaron, otros prefirieron cerrar sus negocios, a algunos los mataron con mucha saña, en su diccionario, para que sirviera de lección a los demás.

Desde hace meses nos había  venido llamando la atención el discurso del gobernador Miguel  Ángel Riquelme Solís, repetido machaconamente por su secretario  de gobierno José María Fraustro Siller, en el sentido  de que Coahuila estaba bajo el acecho de los carteles de la droga y las bandas de la delincuencia organizada. Las referencias eran continuas cuando daban un discurso en Piedras Negras, en Torreón o en Saltillo, incluso en eventos que nada tenían que ver con la seguridad.  Por supuesto luego de señalar el hecho de la acechanza, venía la declaración de que estaba todo el aparato del Estado listo para prevenir e impedir que los criminales volvieran a sentar sus reales en suelo coahuileño.

No vamos a decir que el gober ve el futuro, pero si podemos imaginar que tiene información de primera mano, análisis de inteligencia que además de ponerlo sobre aviso, han tenido el efecto de preocuparlo, al grado de dictar el derrotero del discurso político oficial: ¿creen que todo está tranquilo? Pues no se confíen, y para muestra la humareda que sale del Gran Pastor, y no es porque estén asando gato o  cabrito.

Las autoridades nos repiten que Coahuila está blindado y bien blindado, que no regresarán los criminales… pero ¿y si nunca se fueron, si solo se agazaparon, si moderaron sus tácticas de terror para llevar la fiesta en paz, con un perfil mas bajo? No nos crea, pero los síntomas están allí, el discurso de la autoridad, lo del restaurante, lo del  blindaje, nomás para que cuando pase lo que nadie desea que ocurra, no nos agarre como a conejos lampareados.

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