PARRAS, EL MUNICIPIO FALLIDO

BAILE Y COCHINO.-

Escribe: Horacio Cárdenas.-


En nuestro país hay más de dos mil quinientas municipalidades, nacidas cada una de cualquiera de una amplísima, a veces sorprendente y hasta ridícula variedad de circunstancias. A veces ve uno el mapa, digamos, de los Estados Unidos, y nos llama la atención el perfecto trazado lineal de muchos de sus condados y aun de sus estados, delimitados milimétricamente atendiendo a razones eminentemente prácticas, y después económicas y de otro tipo de conveniencias sociales del momento. Nada que ver con lo que sucede en México, donde parecería que quien o quienes decidieron los límites y hasta las extensiones, lo hicieron en función de su humor del instante, y hasta con ganas de ocasionar problemas y complicaciones a generaciones futuras, poniendo a prueba su capacidad de resolverlos, que como ha quedado de manifiesto siglos después, es prácticamente nula, siendo lo más sencillo seguir viviendo con las incomodidades del caso, que al fin estamos acostumbrados a ellas desde el nacimiento.
En nuestro país, y también en nuestro estado, hay una gran diferencia entre los municipios, obligando a los curiosos a preguntarse ¿y en función de qué se dividió así el estado?, seguro que por la extensión territorial no fue, tampoco por la cantidad de pobladores, ni por la riqueza, ¿entonces por qué?, repetimos nuestra teoría de que más bien se trató de alguna humorada, la mayoría de las ocasiones disfrazada de cosa seria, pero al final de cuentas, fue una broma de mal gusto. En nuestro Coahuila como en todos lados, existen municipalidades ricas, algunas sumamente desarrolladas, que en las tablas internacionales de esas que todo lo miden, ponen a ciudades mexicanas a la altura de las más cotizadas de Europa o de Asia, ciudades como México, como San Pedro en Nuevo León, Tijuana en Baja California, y en lo local, Saltillo suele repetir en las clasificaciones de ciudad más segura, más competitiva, más agradable para vivir, y no son pocos los que conocen ambas, que se preguntan la razón de tanto confeti, si Torreón se lleva de calle a la capital en todos o casi todos los parámetros, pero así son las cosas. Igual en nuestro país hay municipios que han sido comparados por su grado de abandono con los peores de Angola, de Bangladesh, y de otras sufridas naciones de Asia y de África, sin que haya nadie que intente explicar el cómo en un mismo país, se dan esta clase de diferencias. En Coahuila, afortunadamente, no tenemos sitios tan dejados como los de la Montaña, en Guerrero, los de la Sierra de Oaxaca o Chiapas, pero tampoco vivimos en la más justa de las igualdades, que es precisamente uno de los nichos de oportunidad que podríamos aprovechar, y no lo hemos estado haciendo.
Tan sólo en el 2019 la capital de Coahuila, Saltillo, se dio el lujo de iniciar su programa de cambio de la totalidad de su alumbrado público, del anterior, que tampoco era tan antiguo, a uno con tecnología led, más eficiente en cuanto a costo, más fácil y barato de mantener, además de que se ve de una ciudad moderna. Gracias a este programa, Saltillo anduvo de magnánimo, buscando entre los otros municipios de Coahuila, algunos que pudieran beneficiarse de las luminarias que acá se iban a desechar. Eran un montón de lámparas, ¿y cómo no?, si Saltillo es la ciudad más poblada de la entidad, o casi, dependiendo de lo que diga el censo del año entrante. Ahora sí que la solidaridad bien entendida, y entre coahuilenses, muchas luminarias se destinaron a municipios que no estaban en condiciones económicas de adquirir nuevas, los más atingentes las recibieron y luego luego las colocaron, otros las recibieron y las guardaron, dizque iban a pensar el mejor sitio para ellas, y otros, en fin, habrá que las vendieron y que sus gobernados sigan tanteando el camino a obscuras.
Parras fue de los municipios beneficiados, ¿qué reporte ofrece el ayuntamiento mangoneado por Ramiro Pérez Arciniega de esto?, nada que sepamos o hallamos oído en su informe.
Allí donde lo vemos Parras de la Fuente es todavía pueblo mágico, denominación que obtuvo al cumplir los requisitos que se pidieron a nivel federal, y si lo sigue siendo o lo pierde, será por el cuidado que le ponga el ayuntamiento a mantener las características y atractivos que atraigan a visitantes de otras regiones y países. Pero Parras es uno de los sitios de mayor tradición y riqueza de Coahuila, habiéndose ganado a pulso el reconocimiento nacional y mundial a su clima, a su vino, a su estilo de vida. Sí, pero todo se puede ir por la borda en cualquier momento, gracias al descuido de los gobernantes que deberían estar para lo contrario, primero mantener las condiciones de vida para sus habitantes y después, que por sí solo esas condiciones inviten a los turistas a visitar, envidiar e imitarlas. Pero no.
Oiga, en una misma semana nos enteramos, por ejemplo, de que los lastimosos adornos navideños que colgó el ayuntamiento, se estaban deshaciendo, dejando ver su triste hechura, papel sobre cartón… mientras que otros municipios tienen que buscar a quien regalar sus adornos, porque ya están muy vistos, pero están tan bien hechos que no se descomponen los eléctricos, ni se deterioran por la calidad de sus materiales, los que adquirió Parras y facturó como si fueran de primera clase, no duraron ni un mes. ¿Qué magia pudo mostrar Parras estos últimos días a sus visitantes sino adornos de cartón de caja de huevo cayéndose de sus alambres? El otro asunto es todavía más grave, cuando nos enteramos de la nota, el basurero de Parras, muy distinto a decir el relleno sanitario de Parras, tenía tres días ardiendo, y ninguna autoridad se interesaba en hacer algo, lo que fuera, para apagarlo.

Las fotos eran para ponerse a llorar: eso no es un relleno sanitario, que implica un proyecto y un manejo integrales, el de Parras es un tiradero a cielo abierto, sin compactación, sin cobertura de tierra, y sí, lo que estaba ardiendo eran las capas bajas, esas de las que en otros municipios han firmado contratos para la obtención de gas y generación de energía eléctrica, que a lo mejor con toda intención, dejan que se consuman… que así al convertirse en ceniza y humo, dejan espacio para más basura, y así no tienen que ocuparse de darle mayor vida al relleno, al basurero, pues.
Tres ejemplos de pésimo manejo de una administración municipal que sólo puede ser calificada como fallida, Parras tenía un sello propio, no estaba hasta arriba entre los municipios coahuilenses, pero tampoco estaba en la quinta chilla. Era un oasis para propios y extraños, lástima que eso se esté acabando en las garras de la incompetente camarilla de Ramiro Pérez Arciniega.

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