La epopeya del ‘valeroso chivero’ Reyes Flores frente a corruptos aduanales

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas

Las benditas redes sociales, para la gente que le sabe, son instrumento valiosísimo de comunicación, útil incluso para la formación de opiniones, para ganarse simpatías y para la movilización de masas de población a favor de una determinada causa, o en contra de otra. Pero para los que no le saben… las redes sociales pueden convertirse en su peor enemigo.

Solo para utilizar uno de los ejemplos más recientes, baste recordar el ya famoso tweet de Beatriz Gutiérrez, la primera dama que no es primera dama del país, cuando en un momento de ofuscación, dejémoslo en eso, le respondió a un twitero que le reclamaba sobre la falta de medicamentos para los niños con cáncer, que si él era médico, que él los ayudara.

Y que se arma la gorda, qué poca sensibilidad de la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador para uno que es, nadie lo podrá negar dentro del círculo cerrado de la Cuarta Transformación y fuera de ella, uno de los problemas que más han raspado la reputación del actual gobierno, que se ha mostrado incompetente para otorgar lo indispensable para que estos niños sigan su tratamiento, uno del que literalmente depende su vida.

Alguien con tantito más sentido político, le hubiera echado ganas a conseguirles esas medicinas, retratarse con ellos, subir las fotos a las redes sociales, que se derretirían en elogios, que a la vuelta de los meses se convertirían en sufragios, pues no, a agarrar la bronca gratuita.

Otro caso parecido fue el célebre del Chocoflan, que curiosamente involucra a la misma Beatriz Gutiérrez, y que llevó no solo a elevar la fama de una figura pública, el odiado/admirado Chumel, sino que derivó en la cancelación de un evento de análisis, y finalmente en la renuncia de la titular del Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación, a que el presidente dijera que eso ni servía y que ni conocía a su encargada, para acabar desapareciendo un área de la administración pública que tenía su relevancia en un ámbito en el que México está muy crisis, todo por lo de un apodo… como si su marido no se regodeara en ponerle motes a sus enemigos, ¿o necesita que le recordemos lo de Chachalaca, lo de Comandante Borolas, lo del Innombrable?

Todo político que quiere incursionar en las redes sociales debería conocer los casos de Donald Trump, quien ya menos, pero durante los primeros años de su gobierno se metió en cada bronca… todo por su proclividad a twittear a diestra y siniestra, y esto durante todo el día, todos los días, sobre los temas más álgidos de la vida norteamericana y de la relación de los Estados Unidos con el resto del mundo. Claro que también podría seguir los pasos, por ejemplo, de Enrique Peña Nieto, quien tenía una dirección general con un montón de gente dedicada solo a los tweets y las cosas que el presidente de entonces subía a su Facebook, todo debía ser certificadamente edulcorado, homogenizado y pasteurizado.

Acá en Coahuila tenemos el ejemplo de Reyes Flores Hurtado, un político a quien esto de las redes sociales no se le ha dado precisamente bien. Sus posts dan idea de que están fabricados, a lo mejor siguiendo el estilo del mismísimo presidente de la República, de quien recordamos dos excelente ejemplos de lo que no se debe hacer: aquel alto en el camino que hizo Andrés Manuel en una gira por el norte del país, donde aprovechando la ponchadura de una llanta en un camino de terracería en medio de ninguna parte, subió un video donde nada más le faltó ensuciarse poniendo el gato hidráulico para levantar la JettaSuburban, todo muy bien, hasta que algún reportero haciendo su trabajo, tomó fotos del convoy de quien sabe cuántos vehículos, con un montón de personal de todo tipo, quienes pudieron hacer la talacha de cambiar la llanta, de lo que se trató fue de un montaje.

Otro caso fue el de su entrevista con la mamá de El Chapo Guzmán, donde la parte oficial enfatizó el humanismo del presidente al decirle a la señora que ya había recibido su carta, mientras que las cámaras indiscretas recogieron la sospechosa entrevista que momentos después López Obrador tuvo con uno de los tenebrosos abogados del Chapo, ¿qué se dijeron?, nadie lo sabe, y sospechosamente no tuitearon nada al respecto.

El post de Reyes Flores Hurtado del fin de semana pasado es de esos que se le revierte a quien lo manda, poco menos que estallándole en la cara. Quienes se han ocupado de eso en la prensa coinciden en que parece un montaje, y para esto, un montaje mal hecho.

El guion dice que el superdelegado aprovechó que andaba de gira por el norte del estado para, supuestamente, pasar “al otro lado”, dizque porque iba a hacer las tan coahuileñas “compritas”, y lo acompañaba un cuate suyo que vio burro y se le antojó viaje, quien aprovechó según, para ir a cambiar unos paneles solares que le salieron chafas.

Según los comunicados de la Embajada de los Estados Unidos la frontera está cerrada, salvo para cuestiones esenciales, el mensaje que nos transmite el superdelegado de la 4T es que él tiene vara alta con los agentes de migración de Eagle Pass, quienes lo consideran suficientemente esencial como para dejarlo entrar a su país, algo que no ocurre con los aduanales mexicanos, quienes a lo mejor por lo escaso del tráfico de venida y el poco dinero que está entrando vía moches, lo extorsionaron, como si de cualquier mexicanito se tratara, y no de la máxima autoridad del gobierno de la República en el estado de Coahuila, y por extensión superior  jerárquico de todos esos malvivientes de uniforme, quienes pasan a irse a la goma precisamente por corruptos, en una de las decisiones más descocadas del presidente López Obrador, que ya hasta un secretario de Comunicaciones y Transportes le renunció por eso.

Reyes Flores dice que lo extorsionaron, que le bajaron ochenta dólares por dejarlo pasar… ¿y porque no hizo lo que cualquiera en su posición, y mucho más abajo, hubiera hecho, el clásico charolazo? No, a lo mejor queriendo jugar al periodista o al ciudadano de la sociedad de la información, Reyes decidió subir un video a sus redes sociales denunciando el hecho, no que hubiera, como lo hizo, intentado pasar mercancía ilegal sin declararla, sin cubrir los impuestos correspondientes, sino que por haberlo hecho, fue extorsionado supuestamente por un vista aduanal, quien curiosamente no aparece, del que se desconoce el nombre y el número de placa, y él, que siempre es muy gallito y cada vez que puede hace desplante de su poder, como cualquier chivero, dobló las manitas y soltó la lana.

Lo que debió hacer Reyes es identificarse, pero no para que lo dejaran pasar, sino para proceder a la suspensión de sus funciones del agente aduanal, para detenerlo y ponerlo a disposición del Ministerio Público Federal, nada de lo cual hizo.

Es cierto, el agente seguramente estaba armado… además estaba rodeado de otros integrantes del destacamento, quienes también estaban armados, y en un descuido lo dejan como coladera, así que mejor hizo lo que el resto de los ciudadanos impotentes ante tanto abuso, hacer la típica denuncia pública, que suele servir para una pura y dos con sal.

Si tenía miedo hubiera ido al destacamento militar, al de la Guardia Nacional, a pedir que lo acompañaran y poner orden allí en corto la aduana de Piedras Negras, se hubiera ganado, segurito, una estrellita ensalivada en la frente de parte del presidente López Obrador, quien por casos como ese, precisamente, decidió relevar a todo el personal de aduanas y sustituirlo con personal militar o naval… yo solo quisiera ver la siguiente ocasión que le pase algo así al chivero Reyes Flores, quien si le sacó al parche ante unos cuantos aduanales armados con su pistola 9 milímetros, ¿qué hará cuando se enfrente a un pelotón de soldados armados con fusiles HK-33, y subametralladoras calibre 50, apuntándole desde una tanqueta? ¿les va a ofrecer ochenta o cien dólares por que le dejen pasar su fayuca?, ¿y de lo que ocurra, subirá un video de denuncia a sus redes sociales de lo valiente que se porta ante sus subordinados?

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