Súpercongeladores de la UAdeC ponen a Coahuila en primera fila

BAILE Y COCHINO

Por: Horacio Cárdenas.-

Todo, o casi todo lo referente a la pandemia de COVID-19, ha seguido una ruta a cual más de tortuosa, prácticamente nada de lo que sabemos hoy corresponde con las predicciones iniciales, ni las que sucedieron a estas, habiéndose llegado al extremo de que ni los gobiernos ni las organizaciones internacionales encargadas del combate del coronavirus, se atreven ya a predecir el comportamiento que éste tendrá, y cuando decimos esto hablamos del virus en sí mismo, en lo que hace en el cuerpo humano, y en la manera en la que afecta a las distintas sociedades a las que ha atacado.

¿Se acuerda hace casi exactamente un año?, comenzaron a circular noticias de que en una ciudad de China continental de la que muy pocos habían oído hablar siquiera, se había detectado una variedad nueva de virus, que parecía ser particularmente violenta hacia quienes caían enfermos de él. La primera reacción de la población en general, como también de los gobiernos, fue de pensar, y decirlo así, ah, pero eso es en China, no nos va a llegar eso nunca a nosotros. Pues no, sí llegó, en el corto lapso de doce meses no solo nos llegó el virus, sino que convirtió a México en, según reportes de la Organización Mundial de la Salud y la Universidad John Hopkins, en “el peor sitio para vivir la pandemia”, al registrar los más altos niveles de mortalidad respecto del total de la población.

Por allá por febrero o marzo el mundo vio con cierta expectación aburrida, la discusión académica sobre si lo del COVID-19 era todavía epidemia o ya se le podía denominar pandemia, cosa que al final terminó ocurriendo, y más, a últimas fechas ni siquiera esta denominación parece gustarles, pues ya se habla de términos todavía más rebuscados como sindemia y otros por el estilo, que en vez de aclarar el conocimiento que tenemos como sociedad del problema que nos aqueja a todos, lo disfraza y lo hace más incomprensible todavía.

Más o menos en noviembre se comenzó a especular sobre qué es lo que podría pasar si el coronavirus mutara… todavía no podíamos ni de lejos controlar al virus original, y ya andaban ocupados en el que podría venir, preguntándonos todos si sería todavía más mortal, si se propagaría a mayor velocidad, y lo más importante, si lo que se había avanzado en el desarrollo de las vacunas, no sería trabajo inútil, al no atacar a las nuevas variantes. Igual, lo que tenía que pasar pasó, y así primero surgió una nueva cepa que fue detectada en Inglaterra, pero después hubo otra en Brasil, y al día de hoy hay ya una decena de cepas, de las que se sabe que sí, se propagan más rápido, pero no han resultado más dañinas…hasta el momento, pero nadie se atreve a hacer cábalas de si seguirá por allí, o hará lo que los virus hacen todo el tiempo, mutar, para extenderse cada vez más.

En el ámbito de las vacunas las cosas no han sido más lineales, al contrario, como ya muchos países, centros de investigación, laboratorios, tenían experiencia y conocimiento en virus en general, y en coronavirus en específico, pues perseveraron cada una sobre lo que tenían, orientando su trabajo, de tal manera que a mediados de diciembre eran algo así como 35 las vacunas que estaban en desarrollo, unas con los trámites más avanzados para su aplicación generalizada, y otras todavía en las fases previas de experimentación, cada una con su nivel de efectividad particular, con sus cualidades, y también con sus defectos inocultables.
De entre las más promisorias desde el principio, estaba la de Pfizer, que junto con la de Oxford, la de Moderna, la Sputnik rusa y la de CanCino china, eran las punteras en la carrera por ser la más efectiva, la que se pudiera vender más, y comenzar a aplicarse más pronto.

Donde ya cuando estaba en las últimas etapas burocráticas, y con la esperanza del aterrado pueblo desbordada, salió a relucir que… la vacuna de Pfizer necesitaba conservarse a menos setenta grados centígrados de temperatura… nada que ver con lo que países como el nuestro saben del manejo de vacunas, un refrigerador médico, uno convencional, una hielera de plástico y en condiciones extremas, hasta una hielerita de uicel con bolsas de hielo, para que no pierda sus cualidades el biológico.

No, se requerían, se requieren unos ultracongeladores que nadie había dicho que se necesitaban, y que por supuesto no se encuentran en cada sucursal del Surtidor del Hogar, es más, no los tienen ni los hospitales, ni los públicos ni los privados. Esto pasó a finales de noviembre, y nosotros acá chiflando en la loma, preguntándonos ¿cómo, porqué nadie había dicho nada de eso, si se sabía desde marzo que tarde o temprano habría vacunas? En todo caso, y sabiendo las dificultades de su manejo, era para que el gobierno mexicano, la Secretaría de Relaciones Exteriores, que es la que se encarga de todo sobre la pandemia gracias a su amplio conocimiento de la clínica, hubiera dicho, no ¿saben qué?, la de Pfizer no nos conviene, mejor vámonos por una menos roñosa, una que aguante estar en un refri convencional, o de preferencia, a temperatura ambiente, fresco y seco pero nada más. No, todo por Pfizer.

Al final comenzó a llegar la vacuna a cuentagotas, y a almacenarse en los poquísimos ultracongeladores que se pudieron encontrar en el país, luego de proceder a realizar un inventario extraurgente de esos equipos en todo México. Por pura casualidad o por alguna razón que nadie ha explicado, se eligió a Coahuila y a la Ciudad de México, como los primeros sitios donde se aplicaría la vacuna de Pfizer conforme a un nebuloso programa que nadie conoce. A lo mejor fue porque en Coahuila había no uno, sino varios de esos aparatos que son indispensables para preservar la vacuna, que se prefirió a nuestra entidad, vaya usted a saber, las decisiones de la alta burocracia mexicana son insondables. Y a nosotros se nos ocurre la pregunta ¿y cómo, cuándo, porqué y para qué llegaron esos equipos de alta especialidad a la Universidad Autónoma de Coahuila, que es donde se tenían, que hasta el propio subsecretario López Gatell reconoció a nivel nacional?
Ah, pues se compraron, con recursos de la federación, en otros sexenios, para la realización de investigaciones en que se requiere conservar muestras biológicas a esas temperaturas, nada más para eso, nada más por eso.

De no ser, ni siquiera por la previsión de lo que pudiera pasar años después, sino porque se consideraba que las universidades deberían contar con esa clase de equipos, en cantidad suficiente, que se dotó de recursos para la compra y mantenimiento de los ultracongeladores, que ahora se pusieron a disposición del Ejército y del sector salud para las vacunas. ¿Qué hubiera pasado en este sexenio en que todo es austeridad republicana?, no que hubiera, qué pasó, pues que se suspendió el recurso para esa clase de cosas de alta especialidad. Si de ellos hubiera dependido, sería un carromato tirado por un burro el que repartiría el hielo en bloques, como hace un siglo o más, resultando que no tendríamos cómo ni donde almacenar las vacunas, dejados a pelear una pandemia con kleenex comprados por cada quien.

Sí, gracias a quien usted quiera rezarle, tenemos ultracongeladores en Coahuila, pero pensemos en todas las cosas que necesitamos y necesitaremos, y que no se están comprando por una mentalidad pequeñita de quienes en mala hora de virus nos gobiernan.

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