Escribe: David Guillén Patiño (columna_palabrasmayores@hotmail.com)
Luego de la misa inaugural en la que el Papa Francisco tomó oficialmente las riendas de la Iglesia, se acentúa la inquietud de saber hasta qué punto el Sumo Pontífice pretende llevar su franciscano estilo de vida, enfocado incluso a asistir al desamparado. Veamos otro ángulo de este asunto.
Una de las cosas que llamaron la atención cuando el jerarca se presentó al mundo desde el Balcón de las Bendiciones, fue que no haya portado la vestimenta completa con que los papas hacen su primera aparición pública.De inmediato, esta falta de esmero fue interpretada como un signo de humildad.
La cuestión es: ¿seguirá Francisco prescindiendo, además del uso de lujosos medios de transporte, del aprovechamiento de otros privilegios, como su regio aposento y los majestuososropajes papales para oficiar? ¿Qué podemos deducir a partir de lo observado en la misa que el prelado acaba de celebrar?
En su libro Vaticano Secreto (Barcelona, 1963), Jean Jacques Thierry describe las vestiduras que el Papa usa para oficiar misa en la Basílica de San Pedro. Se trata de ostentosos atuendos que por sí mismos dan cuenta de que si de algo carece la Iglesia de Roma es precisamente de un espíritu austero y, por ende, de compasión hacia los pobres. En efecto, el escritor nos pinta una realidad insospechada:
«El Soberano Pontífice, cuando celebra en San Pedro, lleva, bajo la sotana con cola, la ´falda´, especie de inmensa prenda de seda crema, ajustada al talle con agujas de plata, y que cuatro dignatarios sostienen a su alrededor. Si celebra él mismo, en todo caso en el altar del Bermino, viste, sobre la casulla, el ´fanon´, que es
como una muceta de seda blanca, adornada con hilos rojos y dorados. Este ornamento no tiene relación con los manípulos bordados con que termina la mitra.
«La ´falda´ y el ´fanon´ son insignias exclusivamente reservadas al Papa. Sobre el ´fanon´ lleva el ´pallium´, delgada banda de lana
adornada con cruces negras de seda, que se fija por medio de tres alfileres de oro en los cuales hay engastadas piedras preciosas. El más rico de estos alfileres se lleva sobre el pecho, el menos rico en el dorso, y el tercero sobre el hombro izquierdo.
«El ´pallium´ es el ornato más alto de la dignidad archiepiscopal;
solamente algunos obispos privilegiados tienen derecho a usarlo. La mayor parte del tiempo se conserva en un cofrecillo de madera preciosa, envuelto en telas de seda. Cuando su poseedor haya de ceñirlo en la misa pontifical, debe ser un subdiácono con túnica quien se lo presente, protegido por el velo humeral.
«Los ´pallium´ son tejidos con lana de corderitos esquilados el día de Santa Inés, bendecidos a continuación por el Papa, en San Pedro, sobre la tumba del cual reposan toda una noche–¡¿Qué?!–.El ´fanon´ y el ´pallium´ no se usan más que en la misa pontifical, y nunca de réquiem.
«Además de estos atributos particulares, el Papa reviste, para celebrar, los hábitos sagrados comunes a todos los obispos». Así pues, el «Vicario de Cristo»,llevando sobre sí tan elaboradas, múltiples y costosas vestiduras, «más parece un personaje de ópera», observa Jacques Thierry.
En contrapartida, la Biblia nos ofrece datos reveladores acerca de la vestimenta que Jesús llevaba puesta antes de ser sacrificado: «Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica, la cual era sin costura, de un solo tejido de arriba abajo.» (Juan 19:23). ¿Nos dice esta lectura algo acerca de los conceptos de sencillez, mansedumbre y humildad?
Creo que sí, y de manera clara y contundente.
Falta saber bajo qué lógica Francisco aceptó ocupar la magnífica habitación papal, pues Jesús no tuvo siquiera «dónde recostar su cabeza» (Lucas 9:58); es Rey, y no vivió en una palaciega basílica como la de «San Pedro», ni usó dizque «anillo de pescador».
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