Con el anuncio que hace días envío a la nación el presidente Peña Nieto, sobre la creación y poner otra nueva corporación policíaca única, esto en aproximadamente 1,878 municipios de los 2,436 que se compone la división política de la República mexicana, lo hace nuestro Presidente con conocimiento y considerando el fracaso rotundo, continuo, permanente y tangible de todos los actuales cuerpos policíacos incluyendo otros aparatos de la ley e impartidores de justicia ante la gigantesca ola o cascada de delitos que a diario se cometen en todos los rincones de la República.
Aquí, ante este anuncio de dar de baja a miles de policías por ese o otros motivos, lo más probable es que al menos un 20% de estos agentes y oficiales que forman los más de 30 cuerpos de policías en diferentes Estados y Municipios se unan a los de enfrente, es decir a las diferentes bandas, mafias o como se les quiera llamar a los malandros que asaltan, roban, secuestran y matan ya que ha quedado demostrado que el “crimen si paga” y si no fuera así la pregunta es ¿por qué los secuestradores, los capos de la droga, los rateros siguen vigentes en este país?
Con los conocimientos adquiridos y que tienen los miles de agentes, oficiales, etc., en el manejo de armas, tácticas y otras movidas caen como anillo al dedo a los capos, que inclusive con mejores salarios o ganancias muchos policías no dudaran en pasarse al lado de enfrente, como ha quedado demostrado cuando se desarticulan alguna banda de secuestradores, criminales o bandidos, son muchos los ex agentes o elementos en activo que están al servicio de las mafias y carteles de la droga y el secuestro.
Esto pasó hace 10 o menos años cuando desertores del Ejército se unieron a los carteles más poderosos del país (del Golfo, los Zetas, de Sinaloa, entre otros) los cuales conocían todas las tácticas habidas y por haber de la justicia tanto del fuero común como federal incluyendo la militar.
La única y mejor manera sería para amainar un poco el caos, desorden, corrupción y desmanes que asolan el país en general y a los ciudadanos en particular, sería que el poder ejecutivo (Presidente) desterrara la impunidad, la corrupción e indolencia que ronda en todos los juzgados del país, la justicia tardía, los abogados tranzas, los jueces y agencias del Ministerio Público vendidas u ofrecidas al mejor postor, juicios que se pueden resolver con apego a la LEY al buen juicio, criterio y sentido común en dos o menos horas y que tardan hasta diez o más años.
Terminar primero con tanta rata metida a político o los dos o tres ex funcionarios que viven como reyes en las cárceles, Granier ex gobernador, la Gordillo, una líder y un mafioso apodado la Barby; meter a la cárcel a cientos de funcionarios con tamañas deudas adquiridas para los municipios, los Estados y que estos gobernadores y ex gobernadores, ex presidentes municipales y otros funcionarios con fortunas nada explicables, que robaron a la nación. Cuando estos miles de corruptos funcionarios estén en la cárcel con verdaderos castigos, entonces si el pueblo va a medio creer en iniciativas y reformitas, mientras tanto así ponga un policía en cada esquina, sean estos de donde sean, se hagan nuevos y lujosos palacios de justicia, sólo cambia la imagen de las instituciones, porque si no se cambia a estos impartidores de justicia, la corrupción seguirá vigente y el crimen gozando de cabal salud.
La buena afanadora dice el refrán popular–debe tener su casa reluciente de limpia– La pregunta es ¿a dónde van a parar los policías que se queden sin trabajo cuando por decreto entre en funciones lo que será la única policía en el país? La respuesta es simple: primero comer que ser cristiano. Y sin duda la oferta de trabajo para los policías estará con los de enfrente. ¡Vaya problemón! no para el presidente Peña Nieto, sino para los ciudadanos a los que sin deberla ni tenerla la vamos a llevar…
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