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EL DESGARRIATE SANITARIO

“…al gobernador Rubén Moreira Valdés literalmente se le ha hecho bolas el engrudo en cuestiones de la administración de la más humana de todas las funciones de gobierno, el cuidado de la salud.”.-

Escribe: Horacio Cárdenas

verasteguiGobernar es como ir a la escuela, y no se vaya a creer que es siguiendo la peregrina teoría de que los políticos llegan al poder a aprender allí como gobernar, como progresión mental de que echando a perder se aprende, no, los servidores públicos llegan a hacerse cargo de sus puestos, funciones y presupuestos con algún gusto por ciertas tareas, con indiferencia por las más, y con cierto odio y repulsión por otras, las cuales, con suerte las delegan en quien se haga cargo de ellas con la eficiencia y diligencia que los mandamases rehúsan aplicar, y sin suerte, las dejan totalmente a la deriva.
Los gobernantes, siendo ellos los primeros en resistirse a tan triste comparación, al final de cuentas no son más que humanos, lo decimos por lo de los gustos y los disgustos de las distintas chambas que tienen bajo su responsabilidad, pero también por la capacidad que deberían tener, es más, la que se les podría exigir, de poder desempeñar el conjunto de las actividades que se engloban en los puestos de gobierno. A la hora en que se designa, o como ocurre en la hipócrita democracia a la mexicana, a la hora que se elige a un gobernante, no se piensa en que algunas funciones sufrirán demérito por el simple hecho de que a Don Funcionario no le gusta, muy al contrario, lo que el pueblo pide, tiene derecho a esperar o a pedir cuentas por ello, es un estándar de calidad para todas y cada una de las funciones de un gobernante.
Claro, los políticos y los intelectualillos al servicio del régimen han inventado la ridícula expresión de los “claroscuros”, la cual quizá funcione perfectamente cuando están hablando de pintura, pero que desde nuestro punto de vista, no es aplicable a la forma de gobernar, mucho menos a los resultados que la tal forma de gobernar ofrece al pueblo gobernado.
Ah, pero como los gobernantes a la mexicana, sobre todo los virreyezuelos que administran las satrapías en las que está dividido el país, tienen la piel demasiado suave, no aceptan críticas a la manera en la que ejercen su mandato. Claro, hay diferencias, los hay quienes reprimen a los que se quejan, los hay que matan a los criticones y por supuesto, la gran mayoría, simplemente sigue el principio del priísta tecnócrata por antonomasia, Carlos Salinas, quien diera cátedra a sus huestes y herederos con aquello de “ni los veo ni los oigo”, y pues sí, la administración pública, que no el servicio público, se convierten en un auténtico placer cuando se sienten que no tienen que responder por ninguna de sus acciones, como tampoco por sus actitudes.
Es más, cuando acaso llegan a responder a alguna pasteurizada y homogeneizada pregunta de uno de sus intelectuales o apologetas a sueldo, que les inquieren sobre tal o cual resquemor de la población respecto de su actuación como gobernante, en el colmo del desprecio dicen que ellos lo que esperan es el juicio de la historia… dejando entrever que el de sus semejantes y mandantes les vale una pura y dos con sal.
Un caso dramático de lo que le venimos platicando, es el que está viviendo el pueblo de Coahuila en el actual sexenio, en que al gobernador Rubén Moreira Valdés literalmente se le ha hecho bolas el engrudo en cuestiones de la administración de la más humana de todas las funciones de gobierno, el cuidado de la salud. Él dijo y lo ha repetido cada vez que viene a colación, sea o no navidad, que de la seguridad él se encargaba y se sigue encargando, los asaltos, los desaparecidos, la lucha por el poder y presupuestos policiacos, eso entra en lo pendiente; lo de modernizar la legislación coahuilense, lo necesitara o no, funcionara o no, digamos que es deformación profesional de abogado que según propia confesión no iba mucho a clases; lo de andarse paseando por todo oriente lejano, con el cuento de la promoción de las bondades económicas de la entidad, es comprensible ¿a quién no le gusta que lo traten como huésped distinguido cuando aquí nadie lo quiere?; pero lo que es entenderse con los hospitales, los médicos, las enfermeras, y todo lo que necesita el sector para dar un servicio eficiente, eso como que le aburre al gobernador, y como de lo que le aburre se desentiende, la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado está convertida en un auténtico desgarriate.
Parte del problema seguramente radica en que como titulares de la dependencia el gobernador no ha nombrado a gente que domine la doble característica de dominio de las ciencias de la salud y de la burocracia que les de soporte, en teoría no debería ser imposible, dado que las dependencias de salud, estatales y federales son enormes; sí, pero que además sea cuate, socio, cómplice, tapadera, ah y sin olvidar que haga como que hace la talacha… pues como que ya está más canijo.
Nadie entendió la salida de Lauro Cortés de la Secretaría, y menos para ser sustituido por un doctor de práctica más que cuestionable, Héctor Mario Zapata de la Garza, como tampoco la llegada y la salida de Bertha Castellanos como primera titular de la dependencia, la impresión que queda de todos estos es que la secretaría que otros antes habían manejado sin mayores complicaciones en lo administrativo, y con razonable eficiencia en la atención de las, hasta eso pocas, emergencias que se presentaban, ha estado muy por encima de la capacidad de los designados por Moreira, para quien esta área de supervisión se ha convertido en uno de sus peores dolores de cabeza. Lo que si queda claro con la llegada del doctor Jorge Verástegui, es que hay que enderezar, ¿corregir?, ¿deslindar?, ¿culpar?, ocultar, tapar, los múltiples entuertos de la secretaría de salud, antes de que se acabe el sexenio, o de que en previsión de la renovación en la gubernatura, sean puestos en evidencia como muestra de la ineficiencia del gobierno priísta que busca por todos los medios la perpetuación en el poder, no sea que el que venga tenga vocación de plomero destapacaños.
Siempre había habido negocios, pero estos no habían obstruido la prestación de los servicios asistenciales al grado que los pacientes en vez de curarse pescaran una infección y se murieran de eso; siempre había habido pendientes, pero estos no habían llegado a abultar tanto que la gente comience a dudar de si hay intención de parte del gobierno estatal de curar, o de despacharlos al otro patio.
En fin que Rubén está mandando a la secretaría de salud a su bombero, a que apague un fuego burocrático, el problema es que de antibióticos, analgésicos, antivirales y demás no sabe más que lo que le dice el doctor de lo que le recetan a él. Esperamos, deseamos que esta tercera sustitución tenga la virtud de resolver desde lo administrativo los problemas de los consultorios… de no ser así, los coahuilenses se estarán muriendo como moscas cada vez más, todo porque a Rubén no le gusta y menos le importa la salud pública.

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