fbpx

Bob Feller… lanzador de “Bola de Humo”

bob

Cuando Bob Feller llegó a los Indios de Cleveland en 1936, despertó una ola de comentarios entre los aficionados de todas las plazas de la Liga Americana, quienes querían ver lanzar al sensacional novato quien poseía una tremenda bola rápida, que vino a dar nueva vida al pasatiempo favorito de los norteamericanos. Los Jugadores contrarios y aún sus propios compañeros de equipo de Aquellos Tiempos quedaron hondamente impresionados por la velocidad de sus lanzamientos.
Dese la época de los grandes velocistas de los Senadores de Washington, Walter Johmson en el primer cuadro del siglo XX, no había surgido en las Ligas Mayores, un pitcher con tanta velocidad como la que traía en su brazo el fornido granjero nacido en Van Meter, Indiana, el 3 de noviembre de 1918. Los fanáticos decían que su bola despedía humo cuando cruzaba el plato de bateo.
Loa cronistas de la época aseguraban que un grupo de bateadores de los equipos contrarios, habían enviado cartas al alto comisionado del béisbol, para que prohibiera lanzar al espectacular novato, porque podría golpear a sus adversarios con la tremenda bola rápida que lo hizo famoso y que podría privar de la vida al pelotero que recibiera en la cabeza uno de sus rápidos lanzamientos.
Quizá no era más que una exageración de los cronistas, pero una anécdota que se ajusta muy claramente a lo que los bateadores de los equipos contrarios opinaban de los lanzamientos de Feller, es la que se refiere a la vez aquella en que, un potente bateador dejó pasar el tercer strike con que el novato le recetó un limpio ponche, sin que el jonronero hiciera intento de conectar alguno de los tres envíos.
La anécdota relata que una vez que el ampáyer cantó el tercer strike, el bateador le reclamó porqué, según su entender la última picheada no había sido suficientemente bue para que el juez la cantara como strike. El público miraba asombrado al jugador que parecía quererse comer al ampáyer por su decisión sobre un lanzamiento que lo puso “out”, sin darle tiempo de bajar el bat para tratar de pegarle a la pelota.
Después del juego, el cátcher contó a los periodistas lo que había sucedido en el jom entre el bateador y el ampáyer. Relató que el toletero reclamó airado al juez por lo que el consideraba un conteo equivocado. A ello, el ampáyer respondió: es mejor que te calles la boca, pues la bola venía tan rápido que ni siquiera la viste pasar por el plato. Molesto, el bateador respondió casi a gritos u haciendo bruscos movimientos con sus brazos: Es cierto, no vi pasar el lanzamiento, pero oí el golpe de la bola al legar a la mascota del cátcher y me pareció que fue muy alta.
Se cuenta que Feller había desarrollado gran velocidad en sus lanzamientos, porque desde pequeño y durante su adolescencia vivió en una granja donde no había con quien jugar al béisbol.
Por eso, se registró como jugador de un equipo de una población que se encontraba a casi diez kilómetros de sus residencia, por lo que cada domingo, después de cumplir con las faenas de la granja, se trasladaba a la plaza donde debería jugar. Para llegar a tiempo al juego, el entusiasta granjero cubría la distancia corriendo y todavía llegaba con energías para dejar a un promedio de 15 a 20 bateadores abanicando el aire en cada juego.Las carreras dominicales y la vida de trabajo diario fortalecieron de tal manera el brazo del fortachón jovenzuelo que más tarde se convirtió en el mejor pitcher de su época.
En su año de novato con los Indios de Cleveland, Bob Feller ponchó a 17 bateadores en juego y años después estableció la marca de 18 abanicados en un juego de nueve entradas. A los 20 años de edad obtuvo 24 triunfos y durante su brillante carreras lanzó tres juegos son hit ni carrera y 12 encuentros en el que apenas le conectaron un imparable. Tres veces acumuló 25 o más victorias. En la temporada de 1946, abanicó a 348 contrarios y de no haber pasado cuatro años en la marina, con toda seguridad habría rebasado con facilidad las 300 victorias. De todas maneras, el gran Bob estuvo cerca de la cifra mágica.
No obstante su grandeza, Feller perdió los dos únicos partidos de serie mundial en que participó. Una de esas derrotas es recordada como la de mayor controversia del Clásico de Octubre. Se enfrentaba la tribu contra los Bravos de Boston y Bob fue designado para abrir el primer juego contra el estilista JohnySain.
Los dos grandes lanzadores ofrecieron a los aficionados un espectacular duelo de picheo que se mantuvo cero a cero hasta la octava entrada. En ese innings, el cátcher de los Bravos, Bill Salkelt, obtuvo la base por bolas y el manager de Boston mandó a correr en su lugar al veloz Phil Masi, quien luego pasó a la segunda almohadilla por un toque de sacrificio de Mike McCormick.
Surgió entonces la jugada de la gran controversia. Lou Boudreau manager de la “Tribu” y excelente guardián de las paradas cortas, puso en práctica una vez más, una de las jugadas que tanto éxito le había dado durante la campaña, sobre todo cuando Feller lanzaba. En una sorprendente revirada hacía hacia el segundo cojín, el veloz Masi fue puesto fuera claramente para todos los aficionados que llenaron el estadio ese día. No así para el ampáyer Bill Steward, quien dejó vivo al corredor que minutos más tarde anotó la única carrera del partido con imparable de Tommy Holmes.
Los Indios ganaron la serie por cuatro juegos a dos, pero el grandioso Bob Feller cargó con el par de derrotas de su equipo no obstante que en el juego inaugural había permitido únicamente dos imparables contra cuatro de su oponente JohnySain. Todas las fotografías que se publicaron al siguiente día sobre la polémica jugada, mostraban claramente que el corredor había sido puesto fuera, por lo que el ampáyer Steward arrastro por siempre sobre sus hombros, la carga de ese tremendo error.
Feller ingresó al Salón de la Fama del Béisbol en 1962 y es recordado como uno de los más grandiosos lanzadores de todos los tiempos.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com. Tema: Baskerville 2 por Anders Noren.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: