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Sería catastrófica la salida de armadoras de autos de Coahuila

ENTORNO.-(Escribe: Hirvin Azael Díaz).-

Acerca de las automotrices.-

vehiculos

Las recientes decisiones del gobierno de los Estados Unidos y específicamente la intención del presidente Donald Trump de devolver la producción de la industria automotriz a su país ha sido una causa de preocupación para los trabajadores y los gobiernos de las ciudades que dependen de esta actividad económica, como es el caso de Saltillo. General Motors y Chrysler son uno de los más importantes motores económicos de la región, ambos representan aproximadamente el 90% de la producción industrial de Ramos Arizpe. El foco industrial ha es la fuente de una gran cantidad de empleos y la vida económica de la región no podría entenderse sin ella.

Se sabe de sobra que el Presidente que manda desde la casa blanca está interesado en que las automotrices (especialmente las nacionales, dado que es en ellas donde puede ejercer una mayor influencia) trasladen su producción de nuevo a Estados Unidos, ya que la clase media obrera estadounidense es el sector con el cual mantiene su mayor deuda electoral sin embargo, si se conoce como se fabrican los automóviles actualmente y en general la como las multinacionales fabrican sus manufacturas, se observa que es difícil cambiar la tendencia actual y el hacerlo resulta pernicioso para las empresas y la economía en general, por lo que tratar de hacer a Estados Unidos de nuevo una potencia manufacturera va a ser mucho más complicado de lo que la administración de Trump pretende al menos en el mediano plazo.

El libre comercio ha permitido que las grandes empresas puedan trasladar su manufactura a países donde los costos son menores, sobre todo en términos de mano de obra, por poner un ejemplo, el famoso caso de la empresa Carrier (que no suspendió por completo su inversión en Nuevo León) pagaba un sueldo de 30 dólares diarios en su planta de Indianapolis mientras que en Nuevo León el promedio ronda de salario ronda los 11, esto permite que la empresa pueda disminuir sus costos de producción y por lo tanto pueden ofrecer los automóviles a un precio más bajo.

El proceso contrario haría que las empresas que retornen su producción a Estados Unidos perdieran competitividad dado que sería más caro producir, por lo tanto, estarían obligadas a ofrecer sus automóviles a un precio mayor a los de la competencia, lo que eventualmente haría que perdieran una parte del mercado que cambiaría de empresa disuadida por el precio.

Si finalmente el gobierno norteamericano decide ejercer presión por la vía arancelaria para castigar a las empresas que fabriquen en México habría impactos negativos para diversos sectores, no solo para la economía mexicana.

El proceso de manufactura actual está deslocalizado, la fabricación del producto total completa sus etapas en distintos países y en el caso de las automotrices, las ensambladoras mexicanas importan las piezas de distintos países (Alemania, España, Japón, etc.) que también tienen sus inversiones en territorio nacional y luego trasladan el producto a Estados Unidos, las automotrices de estos países también se verían afectadas por el incremento de costos que supone el exportar desde México y el encarecimiento de los autos en Estados Unidos sería general mermando las ventas de las compañías.

A las consideraciones anteriores hay que resaltar que existe una gran diferencia entre frenar las inversiones en México por parte de las automotrices estadounidenses sustituyéndolas por inversiones en su propio (buscando obtener beneficios fiscales y exposición política favorable con el electorado de Trump) y que estas mismas empresas consideren quitar sus plantas ya establecidas en el territorio nacional.

Además del ahorro que se supone en los salarios las empresas también tienen intereses con los gobiernos de los estados, sin considerar la ventaja que supone que la mano de obra ya este cualificada y adaptada a los procesos de producción.

Recientemente después de que Ford cancelara su inversión millonaria en San Luis Potosí la opinión pública se volvió en contra de la marca y múltiples empresas nacionales cancelaron contratos en represalia a esta decisión, esto muestra que también existiría un debilitamiento de estas automotrices en el mercado mexicano el cual es un mercado en crecimiento y que ha demostrado ser fundamental para estas empresas en tiempos de crisis.

Existe la posibilidad de que se cumplan las amenazas de Donald Trump y que afecte la producción de las plantas de Ramos Arizpe. Ante este escenario es necesario prepararse, que las autoridades intenten evitar a toda costa la pérdida de empleos ofreciendo ventajas a las automotrices para quedarse y recordando el papel fundamental que juegan para la comunidad.

El caso extremo significaría, según pronósticos, la pérdida de más de 10,000 empleos y una crisis económica de nefastas consecuencias para la población de Saltillo, Ramos Arizpe y Coahuila. Sin embargo, hay que recordar que es un proceso lento, atado a contratos y acuerdos que no pueden romperse de la noche a la mañana, no es momento para el  pánico.

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