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¿Y DE LA SEGURIDAD, QUIEN SE ENCARGARÁ?

“En vez de andar distraídos de a dónde va Guadiana en sus viajes, de cuantas firmas lleva Guerrero, del trompo que Riquelme promete aventarse con la federación por el asunto de los centavos, de tratar de dilucidar que es lo que Anaya trae en el buche, lo que el ciudadano de a pie necesita saber es ¿qué es lo que cada uno de ellos propone en materia de seguridad pública?”…

crimenes

BAILE Y COCHINO.-

Por Horacio Cárdenas.-

El Demócrata se ha echado a cuestas una ingrata tarea, desde hace un buen tiempo viene haciendo lo que siempre ha hecho, reportar los acontecimientos más importantes del vivir cotidiano del Estado de Coahuila, a ver si a la hora en que estos quedan impresos en negro sobre blanco, nos sirven para darnos cuenta de aquello en lo que como sociedad nos tiene cojeando, pero de un par de años para acá buena parte de la información de la que da cuenta este medio se ha venido centrando en el tema que más preocupa a los coahuilenses, el de la seguridad pública.

Sí, el tema de policías y ladrones ha formado parte de la labor de informar desde los comienzos del periodismo, pero si se da usted cuenta, en determinado momento pasa de ser la mera relación de los hechos violentos que continuamente horrorizan a la comunidad, para convertirse en una cuestión de orden sociológico, de la sicología social, y particularmente importante, de un asunto de políticas públicas que deberían caer en el ámbito de estudio de la ciencia política.

Este su periódico El Demócrata se ha abocado a dar un seguimiento puntual al tema de seguridad pública, al grado que en sus archivos electrónicos se pueden consultar la mayor parte de los hechos de violencia sucedidos en la entidad, pero no solo lo que corresponde a las víctimas y los victimarios de asesinatos, asaltos, robos, asaltos, secuestros, abusos de autoridad, violaciones y demás crímenes del catálogo de atrocidades que podemos hacernos los unos a los otros desmintiendo aquello de que el hombre es un ser gregario, sino de la actuación de las diversas instancias de la administración pública que tienen que ver con que esas cosas no ocurran, o que cuando irremediablemente suceden, no queden sin castigo, sirviendo este para aleccionar a todos aquellos que pretendan repetirlas.

Casi no hay día que pase, en que El Demócrata y otros medios de comunicación, no den a conocer uno o varios crímenes que tengan como escenario el norteño municipio de Piedras Negras. Cuando no son los exabruptos del presidente municipal Fernando Purón que sobre todo en los últimos meses ha dado en comportarse como señor de horca y cuchillo en los confines del municipio que le ha tocado gobernar, son los abusos de los policías municipales, violaciones a la ley y reglamentos por parte de los agentes adscritos a esa elucubración denominada Fuerza Coahuila, dos que tres situaciones en las que se ven involucrados agentes federales destacados allá, la actuación de las bandas del crimen organizado y el narcotráfico, esas de las que los gobernantes se regodean en decir que fueron expulsadas y que solo esperan un momento de debilidad para regresar, etc.

Sí, Piedras Negras es un polvorín, muy parecido, guardando la debida proporción en cuanto a número de habitantes y situación socioeconómica, con lo que sucede en la región Lagunera, y específicamente en el municipio de Torreón, donde la inseguridad está desatada. Si de Piedras Negras se puede decir que está convertida en una auténtica tierra de nadie, la antigua perla de La Laguna está hecha un auténtico campo de batalla en la que un día sí y el otro también, ocurren hechos de violencia que desbordan crueldad, y que en una altísima proporción tienen como actores a jóvenes y hasta adolescentes, a quienes no solo se les ha truncado la vida de manera cruenta, sino que durante sus pocos años vivieron en una constante amenaza que finalmente se vio cumplida.

La violencia en el estado no es exclusiva de la región fronteriza o de La Laguna, puede ocurrir en cualquier lado en cualquier momento, lo que llama la atención es la frecuencia y la intensidad, que no hacen otra cosa que poner de manifiesto la magnitud del problema que se padece, y el cual tendrán que enfrentar las nuevas autoridades que se hagan cargo de los ayuntamientos y el gobierno del estado a fines de este 2017.

Usted hoy puede ver a los precandidatos y candidatos reuniéndose con “grupos de interés”, tratando de inclinar el sufragio de organizaciones y de personas a su favor, para que sea uno de ellos y no los demás, los que se hagan cargo de la gubernatura, de las 38 presidencias municipales y del variable número de posiciones en los cabildos, pero… ¿Cuántos de entre ellos, alguno de ellos se ha pronunciado sobre qué es lo que hará en materia de seguridad pública nomás haciéndose del poder gracias al voto popular?

No, ninguno. Gobernar no es fácil, y hay circunstancias y momentos en los que se torna todavía más difícil. Rubén Moreira desde el día de su toma de posesión ofreció, y luego lo reiteró en varias ocasiones, que de la seguridad pública se encargaba él. Algo han cambiado las cosas respecto a cómo estuvieron durante el año inmediatamente precedente, en el que la violencia estaba rampante, al grado que hasta la familia del entonces gobernador interino Jorge Torres la sufrió en carne propia, y ponga que hasta en algún instante se han podido pegar la estrellita en la frente de haber salido de la estadística de ciudades más violentas, y de que el gobierno de los Estados Unidos ya no considere a algunos municipios como peligrosos para que sus ciudadanos los visiten, pero a los hechos nos remitimos, las notas diarias están allí, más allá que los costosos cuarteles para tropas que nunca se habían considerado necesario que estuvieran acá, de más grandes y más inexpugnables penales, de repintar las patrullas de color negro funeraria, están los fríos recuentos de la tragedia que representa cada crimen y el fracaso de las políticas económicas, sociales y policiales de las autoridades.

En vez de andar distraídos de a dónde va Guadiana en sus viajes, de cuantas firmas lleva Guerrero, del trompo que Riquelme promete aventarse con la federación por el asunto de los centavos, de tratar de dilucidar que es lo que Anaya trae en el buche, lo que el ciudadano de a pie necesita saber es ¿qué es lo que cada uno de ellos propone en materia de seguridad pública?, pero que conste que no estamos hablando de promesas huecas y retórica falsa, en cuestiones de violencia los coahuilenses nos hemos hecho expertos, la mala vida nos he hecho expertos, sabemos más de inseguridad de lo que cualquier politiquillo instalado en su zona de confort puede idear y poner en un discurso rollero, así que más vale que comiencen a ver qué es lo que van a prometer que efectivamente puedan cumplir, estamos los coahuilenses esperando ideas y programas sólidos para terminar con la violencia, la inseguridad y el miedo.

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