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   LA POLÍTICA Y SUS PINOCHOS

// Del  tintero //

Escribe: Fidencio Treviño Maldonado

PINOCHO

Pinocho es un personaje sacado de un cuento infantil, escrito por el italiano Carlo Collodi en 1826. Trata de un carpintero que labraba figuras de madera, con formas, tamaños y colores únicos. En el cuento Pinocho es su más grande obra, y es tan querido que el fabricante de juguetes lo adora y adopta como su hijo.

El cuento sigue y el consejero de Pinocho es un tal Pepe Grillo y su defensora es un Hada… ¿Cuál es tema de este cuento? enseñar a los niños que si mienten al igual que Pinocho les va a crecer la nariz. Inclusive Pinocho viaja – así lo narra Collodi – a una isla donde no sólo le crece la nariz, sino también las orejas y una cola de burro.

Parece ser que, en nuestro país, a la gran mayoría de los políticos Pinocho les quedó corto;  y en el menester de mentir,  pues muchos dejan muy atrás al narizón del cuento de C. Collodi. Apenas si comienzan las 38 administraciones nuevas en Coahuila y la fiebre de brincar es la regla obligada de la mayoría de los alcaldes electos que hace días juraron y contrajeron el respetar y hacer respetar la ley y otras cosas propias del protocolo de iniciación en una administración municipal y la letanía de este pasaje sigue con aquello de “que si no lo hiciere la sociedad, el pueblo y la patria me lo demande, etc”. Pero, ¿ante quién lo van a demandar?

Puras sandeces y miasmas son las que hacen estos mojigatos y onagros que componen nuestro oscuro catálogo político. Muchos van a renunciar y brincar al mismo puesto, pero ahora por tres años en el poder, porque con un año no completan lo que tienen programado robar, es decir si en un año hay pan y poca agua, en tres años comerán pasteles y mamaran en varias ubres aunque su estómago les ordena ser unos escatófagos, conociendo que muchos políticos a cualquier nivel con tal de estar ahí se convierten de omnívoros a ser cochinos coprófagos.

Volver a las andadas y promesas fallidas para transmutarse en remedos de pinochos y seguir entronizados con una parvada o manada de súbditos pendejos, que como fiel servidumbre les calientan la cabeza. Y de ahí que muchos  de los recién protestados se lanzan, no sólo los ya elegidos presidentes municipales, sino síndicos y regidores también renuncian para emprender otra faena que deje más rendimiento y desde luego que dure más tiempo y después antes de que termine su periodo y al que por centésima vez juraron velar por el pueblo, no tienen empacho ni una pizca de vergüenza  al renunciar y dejar los municipios al garete, de ahí que el desorden sea tan peculiar y el pueblo ciego, mudo, cojo, manco, sordo, sumido en sus quehaceres, que ni siquiera tiene tiempo para ocuparse de su hogar, menos sentir que cada día el país va en pleno retroceso en todos los rublos.

¿Y el INE? Bien, curado en salud y rebozando en dinero e inmersos en la simulación de una democracia con esclerosis terminal, en donde la falacia de la mayoría de nuestros políticos, al igual que Pinocho, son mentirosos a más no poder y son solapados por los “Pepes Grillos” bufones y jilgueros que les rodean, haciendo todo un culto de la admiración a la personalidad del ambicioso político; una expectativa a la estupidez colectiva de quien los siguen.

En la vida y en la política, nadie debe de obedecer a alguien que no tiene el derecho de mandar, porque se da la casualidad y costumbre de que, en este país, nuestra Casta Divina más que gobernar logra hacer un abuso y más que administrar, lo roba todo.

Y Pinocho no fue un ladrón, sólo fue un mentiroso. Nuestra clase política, no sólo en Coahuila sino en todo el territorio nacional, son además de mentirosos rateros, sinvergüenzas y hacen de sus administraciones empresas del despojo, imperios de fortunas, corrupción infecta que salpica de pus y estiércol  a todos los que rodean y alaban en su momento al Tótem en turno.

¡No, pos que siga el entierro!

Sugerencias y comentarios; kinotre@hotmail.com

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