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Simpatías Diferenciales

BAILE Y COCHINO.-

Por: Horacio Cárdenas.-

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Armando Guadiana con Andrés Manuel López Obrador.

Que la política en México ha dejado de ser aquella cosa razonable, estructurada, comprensible, que durante décadas le sirvió al país, es algo respecto de lo que hay muy pocas dudas.

Sí, en aquellos años se hablaba de un partido monolítico, el Revolucionario Institucional; se hablaba de que bajo el ojo siempre vigilante del presidente de la República, no había hoja de árbol que se moviera sin que la Dirección Federal de Seguridad, Seguridad Nacional y Gobernación lo supieran, lo documentaran, lo reportaran, y que finalmente el preciso dispusiera las medidas del caso; en aquellos años había oposición, pero esta estaba representada por los partidos que el régimen maiceaba, o por partidos e individuos que se sentían que estaban muy por encima de la corrupción del sistema, manteniéndose de sus propios medios en la periferia de una democracia de membrete.

Eran estas y muchas otras, lo que se conocía como las reglas no escritas de la política a la mexicana. Por lo demás extremadamente funcionales, y que parecía que no se escribían porque buena parte de la clase política de aquellos tiempos, si no era analfabeta, sí le costaba mucho trabajo entender lo que leía, pero no lo que aprendía a punta de trancazos.

Todo fue que el propio sistema priísta diera entrada a la oposición a los cabildos, a los congresos estatales, a la legislatura federal, y finalmente a las distintas instancias del poder ejecutivo, para que aquel conjunto de ordenamientos fuera quedando de lado, no porque no sirviera, o porque los políticos de diversos colores y sabores trajeran en su agujerado morral sus propios principios y procedimientos, y es que cuando es el voto el que favorece a un partido sobre otros, a un político sobre otro, no hay uno que no se sienta Diva, que está por encima del resto de los mortales, y en consecuencia, que tampoco necesita aprender nada de nada.

Así nos hemos dado, se han dado de frentazos, allí tiene el más triste de los casos en la política mexicana reciente, los dos sexenios de alternancia, en que el pueblo de México le concedió al Partido Acción Nacional la oportunidad de gobernar, la verdad es que la gente pensó que entre los valores que siempre dijeron que regían su vida, la plataforma social, moral, política y económica que pregonaban tener, debían poder administrar un país tan relajiento como el nuestro de manera mucho más eficiente que lo que lo había hecho  la revolución institucionalizada. Pero oh sorpresa, el bufón de la campaña resultó ser un bufón de presidente, y Felipe Calderón resultó ser él mismo. A lo mejor, solo a lo mejor, si se hubieran leído el manualito de política, las reglas no escritas recabadas por El Tlacuache Garizurieta, otro gallo le hubiera cantado al PAN y al país no se le hubiera muerto la gallina de os huevos de oro.

Y bueno, aterrizando en el actual proceso electoral, uno no puede dejar de preguntarse si los políticos que andan tras un hueso en la Cámara de Diputados, en el Senado o tras la presidencia de la República, han estudiado algo de la historia del sistema político mexicano, y es que con tanta barrabasada que les escucha uno decir, punto y aparte de las “fake news” que les inventan, duda uno ya no sobre su capacidad como administradores o como políticos, sino siquiera de su salud mental.

Solo unos ejemplitos de los tantísimos que ha habido, lo de Andrés Manuel amenazando con cancelar el proyecto del aeropuerto de la capital, que sí, puede ser un pozo de corrupción y estar hundiéndose, pero a la capital y al país le hace falta un aeropuerto distinto del actual que está adentro de la ciudad; lo de Antonio Meade de dejar perfectamente claro de qué lado están sus afinidades y lealtades, él no va a quitarle la pensión a los expresidentes, ¿pues qué no se dan cuenta uno y otro de la cantidad de votos que esas solas declaraciones les quitan?, y por allí nos vamos.

Rememorando la metáfora utilizada por el Partido Revolucionario Institucional en su época de mayor gloria, cuando su desempeño en los procesos electorales se bautizó como “El Carro Completo”, este pasó de ser una mera anécdota celebratoria a convertirse en una obligada referencia a lo que el PRI puede hacer en un determinado proceso electoral, y si a esas vamos, también a lo que los otros partidos en contienda pueden formular como objetivo, o como estándar. Hace tiempo que no nos damos la vuelta por la pirámide pintada de color de rosa del PRI estatal, a lo mejor todavía está la placa que sin decir una sola palabra, pone en número el ideal de cada elección: de todas… todas. Y sí, ¿Qué partido no quisiera ganar todos los puestos en juego, incluyendo las plurinominales que le están vedadas al triunfador?, y es que aunque no lo quieran y no lo acepten, todos los que juegan en el sistema político mexicano quisieran en su subconsciente, llegar a ser cuando sean grandes como era el PRI cuando era invencible.

Pero regresando a lo anterior, los decires y haceres de los candidatos de “grandes ligas”, los que van por la presidencia de la República, necesariamente repercuten en las posibilidades de los candidatos a otros puestos, los que quieren ser diputados y senadores, los que quieren ser gobernadores en nueve entidades, más sus congresos locales y sus ayuntamientos. Si el candidato a presidente dice algo que incomoda a los empresarios, los que quieren ser senadores o diputados comienzan a sudar frío, o al revés, si el aspirante a suceder a Peña Nieto hace una propuesta que por brillante todo el mundo le aplaude, ellos sienten que van de caballito.

Ante esto cobra relevancia un fenómeno que hasta ahorita había sido dejado de lado como poco significativo, el del voto diferenciado, ¿Quién vota por el PRI para presidente, será capaz de votar por Morena para el senado y por el PAN para la cámara de diputados, o esto en la combinación que usted quiera?, sí, porque ante el cúmulo de información disponible sobre los candidatos de un solo partido, puede que el que va para esto le caiga bien, y los que van para aquello le caigan mal, y como pese a los tropezones del Facebook, el voto sigue siendo secreto, ¿Quién le reclamará que vote por López Obrador para presidente pero no por Guadiana para senador y por Martha Garay para diputada?, la política nunca ha sido una cuestión de reflexión, pese a que así lo digan los teóricos, es una de impulsos y de emociones, a veces del momento, y la diferenciación del voto puede darse mucho más que nunca antes.

y es que también, un ciudadano puede simpatizar por su candidato a presidente pero considerarlo que no tiene posibilidades, así que apoya a otro que vea más sensato.  Ah, pero su partido en el congreso claro que las tiene para servir como el contrapeso que siempre han dicho que es, entonces toma una decisión en apariencia contradictoria, pero que solo él o ella pueden explicar.

Antes las opciones políticas partidistas sí que iban en un solo carro, ahora ya no tanto, y sin que lo acepten, la verdad es que cada quien jala para su santito. Esta nueva realidad política es la que estará viendo el sistema político en la elección de junio, ahora sí que la maldición del solitario de palacio llegará a cada sede del poder en México, esperemos que sea para bien.

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