Sin miedo a robar

Herejía Política.-

Escribe: Luis Enríquez.-

La verdad, muchos no lo vimos venir. Esperanzados y con una ilusión de prosperidad colectiva, acudimos a las urnas y votamos por el cambio, por el tan nombrado cambio de la cuarta transformación. Los panistas lo advirtieron; pero nadie escuchó. Había hartazgo de tanto saqueo, tanto muerto y tanto pueblo pisoteado. Se vencieron los plazos y los caminos a elegir cada vez fueron menos, no había de otra, más que probar otra cosa para quitar el mal sabor. Pero como dice la raza: “la cagamos lindo y bonito”. Descartamos a los candidatos experimentados tanto en el mandato como en la corrupción, y le dimos entrada al viejito simpático que no sabe casi nada de casi todo, pero eso sí “de buenas intenciones”; o eso creímos.

Dio entrada a su gobierno con todo el show que estuvo planeando por 12 años. Tribus indígenas, presidentes de izquierda, comediantes, cantantes de trova y una pronta mayoría en el Senado y el Congreso aguardaban a un humilde y despeinado López Obrador viajando, sin seguridad personal, en un Volkswagen a su toma de protesta. El mismo discurso ininterrumpido de 12 años se hizo valer: anticorrupción, no los vamos a dejar, austeridad, cambio verdadero, etc.

Y la verdad, lo que ya queremos todos los mexicanos que transforme López Obrador en su Cuarta Transformación es su discurso. Sigue siendo el mismo, las mismas palabras; los mismos ademanes, la monotonía pausada y aletargada de un discurso ya vacío y sin sentido para todos.

El desengaño empezó por Conacyt. La austeridad republicana del Peje inició por recortar a diestra y siniestra el capital de la ciencia, uno de los principales motores que ha logrado la prosperidad de las grandes potencias. Pero él no necesita ciencia, él necesita votos. Y como son ‘poquitos’ los dedicados a la investigación científica, y es un gasto considerable, pues el peje-presidente decidió de la noche a la mañana que no vale la pena apoyarlos porque, tal vez, no repercutirán en las elecciones del 2024. Ya entrado en materia, eliminó los apoyos a las olimpiadas de conocimiento, las cátedras para jóvenes investigadores, cerró las puertas a la posibilidad de estancias internacionales, desintegró las convocatorias para la transferencia de información y recortó salarios de directores hasta técnicos de todas las áreas habidas y por haber en los centros de investigación de la nación, a tal grado que varios de éstos han interpuesto en días pasados una fuerte queja, ya que, de seguir en su plan de extrema austeridad para la ciencia, gran cantidad de estos centros dejarían (dejarán, por como se ve la cosa) de operar para finales de año.

Después del ‘apretón financiero’ vinieron los recortes y recortados de Hacienda. La SHCP corrió una gran cantidad de gente que “no hacía mucho por su país” y dejó en la calle a casi la mitad de sus empleados, esto para lograr el objetivo de la Cuarta Transformación. A estas alturas ya no importaba que hubieran cruzado las siglas de Morena para favorecer a quien se convirtió en su verdugo.

Pero toda esta política implementada tiene miras a un plan mayor: López Obrador otorgó a Carlos Urzúa pase VIP para todas las dependencias nacionales; con la supuesta idea de corregirlas, recortarlas, contratar, despedir, gastar, maniobrar, ahorrar, subyugar, destruir. Todo lo puede Hacienda, y todo lo  manipula a expensas de un plan que pocos ven, por parte del mandatario nacional.

Hace pocos días, el primer rebote de su sexenio terminó por casi infartar al presidente: Germán Martínez, uno de los bastiones del triunfo electoral de AMLO y ficha clave en su gobierno, renunció con una terrorífica carta a los medios en la que, sin tapujos, enumera todas las atrocidades cometidas por Carlos Urzúa contra la salud pública de los derechohabientes. Desde la Secretaría de Hacienda, por órdenes directas de López Obrador, frenaron todo ingreso al IMSS, y ordenaron a Germán ceder “la administración de los ingresos” o sea, la SHCP tenía la idea de manejar toda la lana, todo el grueso de los recursos que pagan los patrones para que sus trabajadores tengan servicio de salud. Toda la ‘fiducia’, como diría el propio Peje, es un botín suculento.

Y como Martínez no quiso ceder, al igual que quien no obedezca al pie de la letra las instrucciones de López pues ¡va pa’ fuera!

Pero en todas estas maniobras económicas, Carlos Urzúa no es más que un mandadero. El verdadero interesado en adueñarse de toda la lana, señoras y señores, es el viejito por el que votamos, el que se veía tan inocente, medio decente, y “bien intencionado”.

La ambición es tal que sin importar a quien lesiona y pisotea, ahora fijó su vista y sus manos en las becas para pasantes de medicina, nutrición, odontología y enfermería y las recortó a la mitad.

No cabe duda que algo tiene este señor contra la gente que usa bata, o se hace llamar doctor (algo le han de haber hecho de chiquito). Con esto los pasantes de medicina estarían recibiendo la muy modestísima cantidad de 3,600 pesos mensuales por sus servicios, con turnos de hasta 48 horas sin dormir. Ah! pero querían usar bata.

¿Sabrán López y su secretario de Hacienda qué pueden hacer los pasantes de medicina con tan ‘espléndida’ dádiva? Tan sólo en el caso de Coahuila, los médicos recién egresados tienen que trasladarse a los lugares más apartados del estado y con esa tan insultante beca deben pagar estancia, alimentación, transporte e inclusive medicamentos porque la Secretaría de Salud se quedó también sin fármacos. Los nuevos médicos arriban a su labor cargados sólo con unas cuantas cajas de condones, que es lo único que entregan a los nuevos galenos para la atención de la población marginada.

Pero cubrir los espacios de la ambición es asunto primero, lo de la salud, la ciencia y las becas de los médicos es poco o nada importante.

Pero, agárrese, porque se avecina lo peor. Con estos recortes nadie gana y todos pierden. Dizque la lana va para PEMEX, pero algunos de nosotros sí lo vemos claro. Lo que quiere El Peje es toda la lana. Sin licitación y sin medidas legales. La quiere toda, para él y nadie más.

Y con tal cantidad de fechorías, se puede recordar la famosa frase que explotó en las redes hace casi un año, donde un ratero se queja de su azarosa y peligrosa profesión: “Ahora salimos a robar con miedo”. Pero parece ser que López Obrador va con todo, sin miedo a robar.

Y pues ni modo, el pueblo iluso creyó esta vez que el pobre es más honrado. No queda más que esperar más despidos, más escasez de medicamentos, de médicos, de profesionistas, de investigadores y científicos. No queda más que esperar, y adaptarnos… ojalá, ojalá y sólo dure 6 años.