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Los Fuertes de Coahuila

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas.-

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Descalabros para tratar de explicar lo incomprensible. Como traemos la duda atravesada, mejor se la compartimos, a ver si en bola le inteligimos más al asunto de lo que cada quien en su triste soledad puede y logra: A lo mejor la primera arquitectura digna de merecer ese nombre, sí tenía el objetivo de edificar construcciones y estructuras que sirvieran a las personas para guarecerse de los peligros que los acechaban, edificaciones que quizá tuvieran como una segunda muy lejana característica, la de ser cómodas, térmicas, relativamente agradables a la vista y para estar dentro de ellas por períodos variables de tiempo. Pero antes de esa arquitectura que pudiéramos llamar civil, hubo otra de carácter militar, tendiente a ofrecer ante todo seguridad a las personas que se alojaban dentro de ellas, ya no se trataba de evitar ser pasto de las fieras con las que los humanos compartían el mundo en aquellos tiempos, sino de evitar ser presa de los otros humanos que los veían o como competencia o como enemigos.

Normalmente esta arquitectura militarista tenía más que ver no con lo que había que defender, de gente distinta del grupo propio que quisiera venir a quitarles lo que consideraban propio, que algo habría de eso, sino de lo contrario, del ataque, porque los humanos no dejan de tener su vena expansionista y de dominación de todo el espacio que sea posible.

A ver ¿Qué necesidad habría de ir a meterse al territorio de otro pueblo, y construir un bastión del que nada bueno podría salir para los habitantes originales, y sí por el contrario mucho lo que podría caerle a los invasores?

Los primeros bastiones eran bastante primitivos, casi que con restringir el acceso con muros altos y gruesos, bastaba, si además se tenía dentro una fuente de agua y espacio para almacenamiento de víveres para durar un buen tiempo, con eso bastaba, el resto podía obviarse, y es que ¿para que gastar en adornos en un edificio que estaba pensado para recibir y soportar asedios que probablemente terminarían por arrasarlos?, además que, si ya se iba a emprender algo… mejor ese esfuerzo aplicarlo en otro bastión todavía más adentro del territorio enemigo, tan simple como eso.

De estilos muy diferentes, que sin embargo se llegaron a tocar, están las maneras en que se llevó a cabo la conquista de las Provincias Interiores de la Nueva España, a través de la fundación de presidios y misiones cada vez más distantes del centro, y en territorio de lo que ahora es Estados Unidos, el avance hacia el este, proveniente de las originales trece colonias.

La diferencia si acaso radica en el aprovechamiento que cada nación hizo de los recursos naturales con los que edificaron sus avanzadas. En efecto, acá lo que había era tierra y piedras, pues las construcciones se armaron con adobe y roca, con los que delimitaron el perímetro de lo que había que defender, mientras que en las zonas boscosas del norte, lo que se utilizó fueron troncos de árboles para cercar con palizadas los que se llamaron fuertes, o más correctamente, plazas fuertes, en general a cargo de una guarnición militar, tanto como los de acá.

Los presidios, las misiones, los fuertes tuvieron sus momentos trágicos y heroicos, pero lo más importante es que cumplieron su objetivo de ir abriendo la exploración y luego la conquista de nuevos territorios. Muchos de ellos duraron hasta que cesó la resistencia de los naturales, básicamente por haberlos extinguido o domesticado, además sirvieron para resguardar a los escasos pobladores de aquellas épocas de los ataques de gavillas de delincuentes, el equivalente a las bandas del crimen organizado, que no les pedían nada en cuanto a salvajismo o a dominio de la ortografía, y otros temas de cultura que les parecían superfluos.

Al agotarse las amenazas, la gente comenzó a salir de los presidios y misiones, asentándose en la cercanía del casco, por aquello del no vaya a ser. Los presidios se convirtieron en villas y poblados y estos en municipios, y así llegamos al momento presente, en el que pensaríamos que esa clase de estructuras arcaicas, han dejado de tener razón de ser, pero resulta que no.

Cuando las cosas se pusieron de a peso hace dos sexenios, el gobierno del estado gestionó y logró algo bastante raro, que la Secretaría de Marina instalara una base naval en la Presa de La Amistad, y no porque se temiera una invasión de los Estados Unidos con los que compartimos la frontera norte, sino porque la delincuencia estaba desatada en todo el norte del país y de Coahuila, y tanto que las fuerzas “regulares” así entrecomillado, constituidas por las policías preventivas municipal y estatal,  más los destacamentos militares, más las fuerzas federales en distintos puntos de la geografía coahuilense, eran a juicio del propio gobierno, insuficientes.

Primero llegó la Marina, y luego se dio algo bastante raro, durante el sexenio de Rubén Moreira el gobierno estatal se dedicó a construir cuarteles para albergar nuevas unidades militares, lo cual cayó bien a la Secretaría de la Defensa, que se dejó apapachar, finalmente las instalaciones se les entregaban para que las ocuparan y por supuesto, para que se pusieran a hacer lo suyo. Que si hacía falta un megacuartel en San Pedro… eso no se lo preguntaron a nadie, se hizo y ya, lo mismo con lo de Acuña, y otros puntos donde hubo mejoras a lo que había, más lo que se ha anunciado ahora.

Porque dentro de todo el merengue de lo sucedido en Villa Unión, algo que destaca sobremanera es la decisión del gobierno de construir lo que han denominado bases operativas, en número de tres, para contener cualquier problema de inseguridad que se pueda presentar en la zona de los Cinco Manantiales, de preferencia no tan graves como la masacre de Allende, que por cierto no dio pie a nada, ni la más reciente de Villa Unión, donde pocos si es que alguien, pensó alguna vez que se requiriera la presencia de mayor fuerza y mayor capacidad de fuego que la que tenían los diez policías municipales.

Que si la inversión en edificios de seguridad media a alta es la solución a los problemas de delincuencia organizada y narcotráfico… es una propuesta que no nos es muy fácil de seguir.

Sí, a lo mejor si se tratara como en los viejos tiempos de que a la hora de un asalto todo el pueblo se vaya y se meta en el edificio, pues de acuerdo, pero lo que se va a hacer acá son cuarteles relativamente pequeños, donde lo que podrán guarecerse son las tropas o policías que los ocupen, no la población.

Y sí, de allí podrán salir a patrullar, a controlar cualquier situación, pero desde nuestro punto de vista, estamos en un momento muy particular de la historia, en el que en vez de ofrecer seguridad los presidios o las bases operativas, pueden ser una amenaza para la gente, ya ha pasado en sitios como el Penal de Piedras Negras o en el de Torreón, para no salir del estado, donde al estar controlados por los criminales, les servían de refugio contra quien quisiera atajarlos, que tampoco los había.

La reflexión no la pidió nadie. La decisión al parecer está tomada, bien recibida y aplaudida, pero nos quedan dudas respecto a si a estas alturas, debemos regresar a esquemas y a estructuras que sirvieron al sistema, no precisamente a la gente. A los bandidos hay que corretearlos por todo el monte, estar esperando que ellos ataquen al cuartel, o al siguiente pueblo, pues lo mismo podían salir pitando de Piedras Negras, Acuña, Múzquiz, o donde quiera que haya una fuerza esperando para eso, y sin tener que esperar a que se pusieran las botas para subirse a la patrulla.

 

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