PALCO DE DERECHOS
“I have a dream: that my four Little children will one day live in a nation where they will not be judged by the color of their skin but by the content of their character”
Martin Luther King
Por: Fernando Mendoza Elvira.-

La reflexión a partir de las enseñanzas y las secuelas que ha ido dejando la pandemia ocasionada por el COVID-19 nos debe mover hacia la construcción de una nueva relación de la humanidad con la humanidad y con nuestra casa común. A la vez, se están viviendo actos de violencia y de brutalidad policiaca inusitados en un marco de respeto a los derechos y a las libertades. Actos de violencia que están relacionados y tienen raíces en condiciones sistémicas o coyunturales de odio, exclusión y de discriminación que prenden las alarmas en nuestras sociedades y merecen inmediata actuación.

La causa que movió a la lucha por la defensa de los derechos civiles, de la igualdad y la no discriminación que sostuvieron el siglo pasado personajes de la estatura de Nelson Mandela y Martin Luther King Jr., de pronto se nos
muestra vigente nuevamente. Lamentablemente estamos presenciando tiempos en los que la crisis suscitada por la pandemia, por un lado ha despertado en la humanidad lazos de solidaridad y de fraternidad, pero por el otro han escalado conflictos que muestran el lado oscuro: la
discriminación con motivo de raza, religión, condición social, posición política, nacionalidad y otras condiciones humanas.

El 25 de mayo de 2020 George Floyd, afroestadounidense de 46 años, tras haber sido señalado por un empleado de una tienda de abarrotes por pagar una cajetilla de cigarros con un billete de 20 dólares supuestamente falso, fue detenido por policías quienes lo sometieron con uso excesivo de la fuerza y a consecuencia de ello falleció cuando se encontraba bajo
custodia policial en Minneapolis, Estados Unidos. Desde el día siguiente los hechos causaron conmoción e iniciaron las protestas por su muerte, que se fueron extendiendo a decenas de ciudades, no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo, desde Australia hasta Londres; desde Buenos Aires hasta Canadá. Las protestas en territorio estadounidense han subido de tono, al
grado que el presidente Trump, el 1º de junio, amenazó con emplear a la Guardia Nacional para reprimir las manifestaciones.
Igual de terrible que el asesinato de Eyad Hallaq, palestino de 32 años con autismo que fue ejecutado por tres disparos de rifle por elementos de la policía israelí ante los ojos de su cuidadora, quien trataba de explicar que Eyad era una persona con discapacidad a la vez que imploraba por su
vida. Fue inútil que les explicara que Eyad se encontraba depositando la basura de su casa en su camino a la institución terapeútica que le atendía: el Quds, centro dirigido por la Organización Israelí Elwyn, como parte de
la red de facilidad para niños y adultos con necesidades especiales por alguna discapacidad. El asesinato tuvo lugar el 30 de mayo de 2020 en la vieja Jerusalén a unas cuadras de la garita de revisión policial ubicada en Lions Gate.

En México, en el municipio de Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, el día 4 de mayo, Giovanni López de 30 años y oficio albañil, fue detenido por policías municipales frente a los ojos de sus familiares, al parecer por no portar cubrebocas como protección por el COVID-19. Aún se desconocen las causas y mecánica de su muerte mientras se encontraba bajo custodia policial; el acta de defunción indica traumatismo craneoencefálico. A un mes de su muerte las protestas también han subido de intensidad, al grado de que el 04 de junio, en manifestación frente al Palacio de Gobierno de Jalisco algunas personas realizaron pintas, rompieron cristales, causando destrozos en el inmueble, así como el incendio de dos patrullas. Lo anterior derivó en detenciones de varios manifestantes, su dispersión con gas lacrimógeno y enfrentamientos entre policías y manifestantes, durante el cual una persona arrojó un líquido inflamable y prendió fuego a un policía.
Sin duda, además de indignación y exigencia de justicia, los hechos como los aquí narrados nos llevan al análisis del contexto en que se suceden. La constante es el clima de encono, no sólo por la crisis y las afectaciones
incluso a la salud mental, que ha ocasionado la pandemia del COVID-19, sino por el ánimo de enfrentamiento y descomposición de la convivencia social por razones de discriminación, discurso de violencia y odio, ya sea sistémico o coyuntural.

En los Estados Unidos de América el movimiento por los derechos civiles de la población afroamericana fue una larga lucha política, legal y social en reivindicación de la igualdad y ciudadanía ante la exclusión histórica que sufrieron por parte de la población de origen sajón y que se detonó con la negativa de Rosa Park a seguir obedeciendo las reglas de exclusión por su origen racial. Recientemente, vuelve a ser motivo de preocupación el racismo. Un grupo de expertos independientes en derechos humanos de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, llamaron al
gobierno estadounidense a tomar acciones decisivas para combatir el racismo sistémico “En los Estados Unidos, este legado de terror racial sigue siendo evidente en la policía moderna”. El actual presidente Donald Trump desde su campaña política se ha caracterizado por tener un discurso excluyente hacia grupos minoritarios o de distinto origen nacional o racial, llegando incluso a validar actos de sectores supremacistas. A las personas migrantes de origen mexicano les ha puesto motes y calificado como violadores y delincuentes: ‘bad’ hombres. Incluso ante las protestas la red social Twitter calificó uno de sus tweets como contrario a sus reglas: ‘glorifying violence’, en virtud de haber mandado la amenaza de “cuando los saqueos comienzan, los balazos comienzan”.

La ciudad de Jerusalén se encuentra en el corazón del histórico conflicto judíopalestino, ciudad que es reclamada como capital tanto por palestinos como por israelíes. Desde 1947 que la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó un régimen especial para la ciudad de Jerusalén, asolada de manera constante por la violencia y la guerra. En diciembre de 2017, Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y mudó la embajada de Estados Unidos a esa Ciudad, lo cual fue tomado como una provocación ante el conflicto. Apenas el pasado mes de enero de este 2020, en el Foro Mundial “Remembering the Holocaust, Fighting Antisemitism” celebrado en Jerusalén conmemorando el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz, el Rey de España en su discurso dado en la cena que el presidente de Israel, Reuven Rivlin, ofreció a los mandatarios asistentes, expresó “una vigorosa denuncia del discurso del odio y ha llamado a la comunidad internacional a estar alerta ante el resurgir del racismo, el antisemitismo y la xenofobia”. En ese contexto y clima de violencia se dio el terrible y reprobable asesinato de Eyad Hallaq.
México es un país pluricultural en el que coexisten con el español, 65 lenguas indígenas. La discriminación ha sido una práctica ancestral que precede a los tiempos coloniales, en las civilizaciones precolombinas había una rígida estratificación social. En sus Observaciones Finales luego de la revisión del informe de México llevado a cabo el 8 y 9 de agosto en Ginebra, Suiza, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas manifestó que “le preocupa que la discriminación racial
estructural e histórica en contra de pueblos indígenas y la población afromexicana continúe profundamente arraigada en el Estado y constituya un obstáculo para la construcción de una sociedad multicultural basada en la igualdad y en la equidad”.
El ahora presidente Andrés López Obrador recorrió el país en una campaña de más de 18 años en la cual fue denunciando las inequidades y la injusticia social, pero además pudo conocer los sentimientos de rencor que han sido producto de siglos de injusticia. Uno de los factores por los cuales López llegó a la presidencia fue el descontento e irritación social lo que capitalizó con un discurso estridente y fuerte en contra de las clase política, social y económica a la que él llama privilegiada. Resulta preocupante que ahora como jefe de gobierno y de estado siga manteniendo un discurso, ahora ya no de denuncia, sino de exclusión que incita al odio social y deriva en violencia. Desde que asumió la presidencia de la República han sido constantes sus ataques a quienes considera adversarios, sean defensores de derechos humanos, periodistas o integrantes de la prensa, intelectuales, grupos feministas, políticos, y en general quienes disienten de sus actos de gobierno. Palabras como fifís, conservadores, canallas, ‘señoritingos’, son tan sólo algunos de los términos, pero lo reprobable es el sentido en el que los invoca:
“…los fifís fueron los que quemaron la casa de los Madero, los fifís fueron los que hicieron una celebración en las calles cuando asesinaron atrozmente a Gustavo Madero, cuando los militares lo sacrificaron, que es una de las cosas más horrendas y vergonzosas que ha pasado en la historia de nuestro país… ¿Qué son, al final, los fifís? Son fantoches, conservadores, sabelotodo, hipócritas, doble cara”
AMLO, presidente de México
“¿Qué cosa es el conservador? Ya lo he dicho muchas veces, el que quiere mantener el statu quo, el que quiere que las cosas sigan como estaban porque significa mantener privilegios. Entonces, el concepto más adecuado es el de conservador.”
AMLO, presidente de México

En una de sus más recientes conferencias mañaneras, en específico del 9 de junio de 2020, el presidente López refrendó su postura de “o conmigo o en contra de mí”: “es, en efecto, un tiempo de definiciones y nos estamos acomodando cada quien en su terreno, el que es conservador pues está ya colocado. Porque también, como hay polémica, como hay debate, no hay para dónde hacerse, se necesita la definición y van cayendo las máscaras y va apareciendo lo que somos, y eso es muy bueno, hacer a un lado la simulación. Hay quienes no quisieran que la política fuese maniquea, de blanco o negro, pero en épocas de transformación es necesario que se den las definiciones, que no haya simulación… Lo mismo en el caso de comunicadores, periodistas, articulistas, o sea, nada de que una postura independiente, ya no hay eso.” En esa misma conferencia distribuyó entre los periodistas un documento de la conformación de un supuesto bloque opositor. Dice el presidente que quienes forman ese bloque son quienes están en contra de su transformación. Como si no fuera consustancial a la democracia el debate, la confrontación de ideas y la oposición política. Es preocupante el discurso de pensamiento dicotómico en el presidente de la República que puede derivar en confrontaciones violentas. Según la escala propuesta por Gordon Alport, el tono del discurso que emplea el presidente López encuadra en el discurso de odio, al menos, en el grado de antilocution…
La Convención Americana de Derechos Humanos en su artículo 13 protege a la libertad de expresión y prohíbe la apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional. A su vez, el artículo 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos dispones que toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia debe estar prohibida por la ley en los Estados Parte del pacto. En México constitucionalmente es reconocida la libertad de expresión y por tanto es una de las libertades que se encuentran sujetas a la protección del Estado; sin embargo, no es una prerrogativa absoluta, sino que encuentra su límite cuando su ejercicio ataque la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público.
Tema polémico es el del discurso de odio o de apología a la violencia. En la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha habido un debate serio respecto de los límites que puede tener la libertad de expresión. En un precedente muy interesante en el cual la Primera Sala del alto tribunal sostuvo que “La libertad de expresión no es un derecho fundamental que tenga una posición privilegiada con respecto al derecho que toda persona tiene a ser respetada en su dignidad, honor y reputación. En efecto, la libertad
de expresión no significa impunidad ni la posibilidad de ser ejercida de forma irresponsable, toda vez que ningún valor puede estar por encima de la dignidad de la persona, la cual constituye el fundamento del honor.”
El Ministro José Ramón Cossío en su voto particular difirió del criterio de la mayoría al considerar que podría abrir la puerta, mediante un estándar vago e impreciso para limitar la libertad de expresión; no obstante Cossío, que siempre ha sostenido una posición garantista a favor de la máxima protección, en su voto particular sostuvo brillantemente que “el compromiso de una sociedad democrática con la libertad de expresión no significa que la expresión de las ideas deba dejarse de manera absoluta
a la autorregulación. En ciertas ocasiones es necesario nivelar el terreno para evitar que la expresión de unos vaya en detrimento de la expresión de otros, máxime cuando la pretensión es la exclusión violenta de ciertos grupos sociales.”

Más allá de la polémica celebre entre Dworkin y Waldron sobre lo plausible de regular el discurso de odio como una limitación a la libertad de expresión, no cabe duda que el prejuicio, el odio y la violencia contenidas en el discurso de líderes y gobernantes atenta contra la dignidad de las personas, por lo que no tienen lugar en un régimen democrático en el que impere el cumplimiento de derechos y el ejercicio de libertades. Ante los retos que enfrentamos como Nación, especialmente aún con el duelo por la pérdida de vidas y el impacto social y económico derivado de la pandemia del COVID-19, requerimos unión, fraternidad y solidaridad en una convivencia armónica. Caminemos hacia el buen vivir que sostiene Leonardo Boff, en una relación distinta de la humanidad con un desarrollo sostenible que nos eleve a un nivel más alto de bienestar. Son muchos los problemas que ya tenemos en el país y en el mundo, no es necesario generar más.
Exhorto al presidente López para que deje de hacer campaña, deje de polarizar a la sociedad, haga a un lado el pensamiento dicotómico y conduzca el país hacia el bienestar anhelado en un clima de concordia, con paz, cumplimiento de derechos y en libertad.
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