HEREJÍA POLÍTICA

Por: Luis Enríquez.-
El obispo Raúl Vera tiene olvidados a los feligreses, aquí, en este Pueblo nada mágico de Parras De la Fuente.
Las personas siguieron con su trajín diario, la vida continuó su andar cansino, regresaron los turistas, se vistieron las calles de los colores y símbolos patrios; pero las puertas de la Iglesia de San Ignacio permanecieron cerradas por los sellos de la intolerancia y del abuso. Permanecen cerradas como prueba latente de la tiranía convertida en autoridad.
A la despiadada cerrazón de quien se ostenta como dueño del pueblo, no hay respuesta del otrora arrojado obispo de la Diócesis de Saltillo.
Raúl Vera se olvidó de sus hermanos, de sus curas, de los soldados de Dios para agregarse, malamente, a las siglas de Morena y desde ahí arrojó ataques estériles, movimientos sin causa, como el de la Universidad Autónoma de Coahuila o el del mural en el centro de Saltillo, esos que empiezan a causar estragos en la historia de un hombre que marcó una era religiosa en nuestra entidad por su coraje y gallardía.
Pero las buenas cosas no duran para siempre. El Raúl Vera de antaño, el del Ejército Zapatista, el revolucionario, el defensor de las familias de los desaparecidos, el mano derecha del ‘Tatic’ Samuel Ruíz, ese ya no existe. Justo antes del final de su carrera eclesiástica, con la firma de su renuncia presentada a El Vaticano, se extinguió su llama de justicia, desaparecieron de su mente las causas nobles y justas que enarboló como banderas de lucha.
Pero hoy, en Parras, una iglesia perteneciente a su diócesis vive bajo el yugo de la tiranía, se encuentra al borde del colapso.
El Vera de ayer no hubiera permitido tan flagrante insulto a una institución católica bajo su mando. No hubiera permitido sellos de clausura de ningún tipo sobre templos sagrados, ni que el párroco, representante De Dios en nuestro pueblo, fuera humillado y censurado por un alcalde sinvergüenza y sus secuaces.
Vera López ha permitido que se pisotee la fe de los católicos de Parras, no es solo la agresión al párroco, es el odio hacia los creyentes, un pueblo entero que se encuentra aplastado por una autoridad pueblerina que devora todo lo que se le pone enfrente. Abusos policíacos, saqueos, ciudadanos vejados, torturados, vulgares robos y extorsiones; todo lo malo que a usted se le ocurra, sucede aquí en Parras De la Fuente.
Pero esas son cosas de los gobiernos, del Congreso y hasta de la Fiscalía.
Lo que preocupa, y mucho, son esos sellos con que se trasgrede la libertad de cultos, con la que se enclaustra en una prisión de 4 paredes a Dios y a los santos mientras Don Raúl Vera se muestra sometido al cansancio de los años y a una renuncia firmada con la que entregó una era de honor y valentía.
Encabezó la lucha de los deudos de Pasta de Conchos, la de las familias de desaparecidos, los de la gente que rechazaba la instalación de un Cimari en General Cepeda y tantas y tantas luchas más que, al parecer, ya no le quedaron fuerzas para ir con su enérgica voz a defender a sus sacerdotes, a sus iglesias y a su feligresía.
Esperemos que este Vera sumiso no sea el fin de una era de honor y valentía.
“Una vida entera de méritos no basta a encubrir una violencia.”
Alessandro Manzoni
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