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La responsabilidad de los expresidentes

NOTICIAS DIVERSAS.-

Por Héctor Barragán.-

Existe la creencia generalizada de que a los expresidentes de la República no se les puede investigar y, por ende, exigir responsabilidades ante la justicia por hechos delictuosos durante su mandato Eso lo derivan del famoso  fuero, que se extiende a diversos funcionarios y empleados públicos.

Pero en el texto de la Constitución federal se consigna que el fuero exime de toda responsabilidad al funcionario al servicio del pueblo, solamente con respecto a cuando exprese en el ejercicio de su labor, es decir a su discurso, que será respetado en todos sus términos, solo a sus expresiones, a sus dichos.

Por lo cual, la carta magna no exime de responsabilidad alguna a ninguno de ellos, en lo tocante a los hechos, decisiones, órdenes y conducta que vaya en perjuicio de terceras personas y contravengan las leyes o signifiquen delitos.

Por lo cual, la pregunta presidencial fue en el sentido de que el Tribunal Superior de Justicia era para conocer si hay disposiciones legales, con suficiente validez o fuerza, para enjuiciar a los funcionarios por malos manejos, negocios ilícitos, operaciones que dañen el patrimonio nacional o particular, o tengan beneficios en su gestión diferentes a los estipulados en las leyes.

Porque en la Constitución no hay tales privilegios o exenciones, de manera que en principio la respuesta al Lic. Andrés Manuel López Obrador de si se autorizaba la consulta popular para investigar a los pasados titulares de la administración federal, debe o no autorizarse, la respuesta  sería que no procede la consulta popular, ya que las autoridades competentes deberán perseguir de oficio las irregularidades y desviaciones, si es el caso, porque de lo contrario estarían incurriendo en responsabilidad por incumplir un mandato legal, como son los estipulados en los Códigos Penales y semejantes.

Ahora que, las consultas populares deben hacerse, sin sujeción a mayores trámites, porque a ellos corresponde la soberanía, en el caso de que sus diversas representaciones no satisfagan a la opinión pública, pero tendría que ser mayoritaria de la población, de la misma manera en que se ungió a los candidatos para ocupar la primera magistratura.

La pregunta del Lic. López Obrador fue si se autoriza una encuesta popular para saber si se llamaba a cuentas a los expresidentes de la República y la respuesta fue autorizar preguntarles si querían revisar las políticas y una larga parrafada realmente difícil de comprender.  El problema era más sencillo, probablemente como se esbozó en los anteriores renglones.

LA BONDAD

El señor presidente de la República considera que todos los seres humanos son buenos,  que no hay malos. Seguramente se refiere a la mayoría, porque de no ser como asegura, hace tiempo que una parte de la humanidad habría acabado con la otra, en lo material, en la vida misma.

La realidad debe ser que una minoría solamente carece de respeto por su prójimo, al menos en algún momento de su vida y asesina a su enemigo, al que fue su amigo y hasta uno o varios de sus seres amados. Y en la mayoría de casos por cuestiones que a los observadores parecen insignificantes, pecata minuta, pero los casos son demasiado abundantes.

También ocurren casos violentos por razones económicas, para hacerse de bienes ajenos, por medio de secuestros, amenazas, llegando a los asesinatos.

Apropiarse de cosas vendibles, para tener ingresos sin demasiados esfuerzos, suele ser frecuente, dejando a personas sin medios de subsistencia o para laborar, a escuelas sin materiales, centros de trabajo sin equipo, cosas útiles de los domicilios, en fin…

Tomar el fruto del trabajo de otros es usual, demasiado frecuente, con lo que el trabajador no dispone de lo necesario para su manutención o satisfacer sus necesidades legítimas o indispensables.

Escatimar esfuerzos e inteligencia en las actividades productivas reduce las oportunidades de los consumidores y de los inversionistas para crear nuevas fuentes de salarios, utilidades, bienes y servicios.

La lista anterior podría prolongarse casi indefinidamente, con ayuda de los lectores, si los hubiera, pero se trata solamente de ilustrar que hay gente mala, como gente buena, pero de unos y otros los hay más o menos malos, y entre el resto, que es mayoría, muchos no tan buenos.

Y para unos y otros hay remedio, con ayuda de uno mismo se dedica un tiempo a recapacitar y con ayuda de personas de buena voluntad y algunos especialistas.

Regresando a la respuesta de la Suprema Corte, cabe reflexionar que, su importante función es definir el apego de leyes, disposiciones y conductas a lo dispuesto por la Constitución, así de sencillo, motivo por el cual se estima improcedente que haya votación de los magistrados, o ministros de la corte, en un sentido aprobatorio y en opinión contraria. Resulta inaceptable la diferencia de dictámenes sobre asuntos que se le plantean o que la misma Suprema Corte, considera emitir su dictamen. Y con ello hacer que el asunto se apegue rigurosamente a derecho.

Volviendo al capítulo de la bondad, conducta deseable y avalada por los elementos sinceros de las distintas agrupaciones religiosas, cabe opinar que se sancione a los delincuentes, a los enfermos beligerantes, peligrosos con prisión y atención psicológica o psiquiátrica.

A los reincidentes con segregación de la sociedad el tiempo que sea necesario para garantizar la seguridad pública y la familiar del delincuente.

A los rateros, condenarlos a reparar los daños y devolver los efectos sustraídos, además de la multa que convenga.

A los empleados púbicos, que falten a la honradez, doble sanción de restitución y multa, así como disponer la recuperación de bienes adquiridos con dinero mal habido.

A los provocadores del desorden público se les debe contener con la violencia necesaria, a los encapuchados (as) quitarles la máscara, fotografiarlos y detenerlos en prisión cuando se les encuentren artefactos con que agreden a la gente u ocasionen daños al patrimonio público o privado, con las multas del caso y la obligación de reparar los daños causados.

El enfrentamiento con la fuerza se hace necesario para evitar que los manifestantes delincuentes sean controlados en ciertos casos, que debe haberlos, darles tratamiento médico especializado por tratarse de sicópatas o sociópatas, que es necesario detener en sus actividades agresivas, que a como van las cosas, habrán de volverse peores. Y no atender esto constituirá una omisión grave en contra de la sociedad y sus legítimos intereses.

La mayor bondad tropezará para perdonar al homicida, cobarde, celoso, reiterativo, profesional, el que sacrifica infantes o mujeres embarazadas. De manera similar al que toma del vecino parte de su patrimonio, el fruto de su trabajo, quien daña un bien del público, aunque la recomendación para lograr la purificación moral propia es justamente esa, perdonar y olvidar, sin esperar retribución alguna por hacerlo.

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