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Sed de justicia

HEREJÍA POLÍTICA

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Mateo 5:6

Por: Luis Enríquez.-

El clima del pueblo de Parras, en cada una de sus formas, es literalmente perfecto. En este pueblo no existen medias tintas cuando se trata de disfrutar (o sufrir) las tempestades. Cuando son días de canícula, arde; el calor pica en la piel como mordeduras de hormiga roja. Cuando hace frío, hiela; se parten los labios, queman la cara las ventiscas que cargan hielos diminutos, pulverizados. Cuando llueve, llueve de a deveras; del cielo se desparraman incalculables chorros de agua, que se acumulan y despotrican por las calles cual violentos raudales. Cuando hay sequía… nadie se salva.

Sin embargo, acusan campesinos, algo está alterando el antes referido ecosistema. Las lluvias ya no son iguales; cuando el nubarrón se acerca y el cielo se torna gris oscuro, se escuchan artificiales tronidos en el cielo, y las nubes, temerosas, se alejan: esos extraños aparatos, denuncian, espantan las imparables caídas de agua que tanto acostumbraban beber los nogalares. Dicen también que los cañones pertenecen a los caciques del pueblo; unos afirman que es Rivero, otros aseguran que es Casa Madero, pero a ciencia cierta… nadie sabe.

De igual forma, caen sobre Parras, las desgracias. El actual gobierno de Morena es una de ellas. Ramiro Pérez, alcalde representante de la maldad y la avaricia, anda impune por las calles, personificando la sequía. Y por más que uno voltee a ver al cielo, nomas no se vislumbra la Justicia. De repente pareciera que caerá, como aguacero, sobre Parras. Cada cuánto se le ve venir, desde Saltillo, oscureciendo las alturas, meciendo su guadaña. Pero luego artificios extraños se escuchan; truenan los cielos y la Justicia, cómo temerosa nube, se espanta.

Y los sedientos nos quedamos viendo al cielo y suspiramos ¿Quién cabrones estará ahuyentando la justicia? Por casi 3 años, hemos sufrido la sequía.

Pero llega un punto en que el chubasco es inevitable. Con cañones o no, la tempestad, tarde o temprano, cae, se desploma, arrasa con todo a su paso.  

Este fin de semana, por más que tronaron los cañones, el agua finalmente cayó, insoslayable, ineludible, endemoniada. Llega un momento en que nada puede pararla.

Así como el agua, hoy también se hizo presente un vendaval divino, anunciando, de la justicia, su caída; y es que mañana han citado a declarar a Ramiro Pérez, por diversos delitos ante la Fiscalía. Nepotismo, desvío de recursos y abuso de confianza. Tres carpetas ya armadas, que pronto, muy pronto, serán judicializadas… Agárrate Parras.

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