BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni,.

Las cosas estaban complicadas en la sede nacional del Partido Revolucionario Institucional, y de repente sale el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con que no, Alito Moreno no puede continuar siendo el líder del Comité Ejecutivo nacional hasta el año 2024, como era su pretensión, y a como había movido los estatutos y documentos del partido. El panorama que estaba lo suyo de enredado, de repente se complica todavía más, y no precisamente para que al otrora Partido Aplanadora tenga una mejor imagen ante sus posibles electores en los comicios que se avecinan, los de Coahuila y Estado de México en este 2023, y los federales y varios estatales en el 2024.
Alito Moreno, como todo buen político, está aferrado al poder, al poco o mucho poder que tenga como líder de lo que queda del Partido Revolucionario Institucional, del que nadie podrá decir que es siquiera la sombra de lo que alguna vez fue, pero que no deja de ser un membrete con cierto peso en algunos círculos. En su calidad de dirigente nacional, Alito tiene influencia en las decisiones, tendencia y hasta en la votación que emite el PRI en el Congreso de la Unión, y en general, allí donde todavía quedan priístas en gobiernos estatales o congresos locales, que son más bien pocos, pero a este poco se pega como lapa.
Además de esto, a nadie escapa que la dirigencia nacional del PRI le sirve al exgobernador de Campeche de parapeto para impedir la acción de la justicia en su contra, en los múltiples casos, procesos o meros señalamientos que se han hecho en su contra por malos manejos de recursos económicos durante su mandato como gobernador. Sin esa coraza priísta, capaz que hubieran avanzado las intentonas de quitarle el fuero del que goza como diputado, dispuesto a pactar con el gobierno morenista a cambio de que no lo molesten… por eso es por lo que Alito quiere quedarse en el PRI hasta el último momento que le sea dado, ¿qué importa que ningún priísta, de los cada vez menos a los que les importa ese o cualquier asunto del partido, esté de acuerdo con seguir manteniéndolo allí?
Dicen que los trapos sucios se lavan en casa, y si existe esto como conseja popular es por la tendencia de muchos, quizá todos, a ventilarlos en público de la gente. Este asunto del PRI, que no debió de salir de la oficina número 1 de la esquina que domina(ba) Insurgentes y Héroes Ferrocarrileros, ah no, tuvo que llegar al tribunal electoral, para que todo el priismo y de pasada todo México estuviera enterado de los vericuetos en los que se meten, y tan gordos, que no admiten llevarlos y resolverlos entre ellos, sino ante una autoridad que ni siquiera debería de enterarse en qué andan.
Pero bueno, Alito tendría que agarrar sus cosas, y las que le queden a la mano porque así es él, y desocupar la oficina de presidente del PRI nacional, lo que abre la puerta a su sustitución, ¿y adivine quien se perfila para reemplazarlo?
Bueno, de entrada la oficina tendría que ser ocupada por Rubén Moreira, quien por esos azares de la vida partidista que no entendería ni Plutarco Elías Calles, fundador del Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI, es secretario general del CEN, pero solo para proceder a dar trámite a una convocatoria para la elección de dirigencia, para la que el principal apuntado es ni más ni menos que Miguel Ángel Riquelme Solís, gobernador del estado de Coahuila de Zaragoza.
Desde el lunes de la semana pasada, todavía antes que el Tribunal emitiera su dictamen, ya se había comenzado a manejar que pudiera o debiera ser Riquelme el que sustituyera a Alito. ¿Por qué Riquelme?, ah pues porque hoy por hoy es una de las dos figuras con más poder y capital político dentro de los restos del priísmo, el otro es Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México, a quien curiosamente no se asocia ni poco ni mucho con la dirigencia priísta, vaya usted a averiguar por qué.
Son muchos, bueno no tantos, los que quisieran la dirigencia del Partido Revolucionario Institucional en estos momentos que marcan una etapa de mera sobrevivencia del partido que otrora fue el único que importaba, y hoy anda arañando quedarse con un cuarto lugar en preferencias políticas y votos, o terminar de hundirse. Casi que la designación como líder tiene la misión imposible de levantar al PRI de sus cenizas, o la de enterrador…
La mención de Riquelme como sucesor de Alito en un proceso general, o en algo más acá en corto, nos lleva a reflexionar, aunque sea un par de segundos, en el papel que han tenido los coahuilenses como parte del PRI nacional.
Recordemos que allí estuvo Humberto Roque Villanueva, autor de la famosísima Roqueseñal, estuvo Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, recién exonerado de las acusaciones que por peculado lo llevaron a la cárcel en Chihuahua, estuvo como presidente del CEN Humberto Moreira Valdés, y como secretario de organización y luego secretario elecciones, para terminar como secretario general Rubén Moreira, y total que no sabemos a qué puede obedecer esa relación tortuosa de los políticos coahuilenses con el PRI, con su PRI en los momentos más complicados del partido.
No que no haya habido representantes de otros estados en el partido, Sonora o Hidalgo se nos ocurre, pero como que por momentos los de Coahuila se significan más, como que tampoco sea fácil decir si es para bien o para peor, y aquí es obligatorio mencionar la elección de Enrique Peña Nieto como candidato priísta y luego gobernador, o la aprobación del aumento al IVA por la bancada priísta encabezada por Roque.
Tan tranquilo que estaba Miguel Ángel Riquelme administrando el último año de su gestión como gobernador, tratando de mantener las cosas en paz en lo político y en lo financiero, y de repente lo vienen a tentar con que si le gustaría hacerse cargo del navío priísta a punto de naufragio. Y como siempre, le surge a uno la duda de si tiene materia de héroe a cambio de lo que podría sacar poco o nada, o la de rescatador de lo que es imposible rescatar.
En fin, las cosas políticas rara vez son simples, y se complican cuando uno menos se lo espera. Por lo pronto entra en escena un coahuilense más, ya veremos para dónde sopla el aire.
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