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Pasta de Conchos: corre tiempo

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

A López Obrador le pasó como a Vicente Fox, que nunca pensó que fuera a ganar, que tuviera que hacer buenas todas y cada una de las promesas que le había hecho al pueblo bueno y sabio. Nunca fue cierto el rescate de los cuerpos de mineros en Pasta de Conchos.

Uno pensaba que no, que no iban a dar la cara, que se iban a hacer rosca como suele ser su costumbre, pero nos equivocamos, allí estuvieron presentes Manuel Bartlett Díaz y Luisa María Alcaide, o Luisa María Alcaide y Manuel Bartlett Díaz, si nos atenemos en el primer caso a la jerarquía de poder real que detenta cada quien, o en el segundo, a la que corresponde a la realidad del organigrama de la administración pública federal, pues Luisa María es secretaria del Trabajo y Previsión Social, integrante del gabinete legal del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, y Manuel Bartlett es, cuando mucho, integrante del gabinete ampliado, al ser el omnipotente, y no es broma, director general de la Comisión Federal de Electricidad, con ascendiente directo sobre el primer mandatario.

Allí se apersonaron, junto con gente de protección civil federal, para rendirle cuentas, según, a las viudas y a los demás deudos de los mineros fallecidos en el accidente de Pasta de Conchos, en el municipio de San Juan de Sabinas hace 16 años, en que ocurrió aquella fatídica explosión que los sepultó bajo miles de toneladas de tierra en una mina de carbón operada por Grupo Minero México, que para no variar, estaba lejos de cumplir con todos los requisitos para una explotación de este tipo y magnitud, de manera segura, como lo demostró el trágico accidente que dio lugar a uno de los movimientos sociales más consolidados de lucha por los derechos laborales, en este caso de los mineros,  en el mundo, al grado que no han permitido que lo ocurrido se olvide, que las responsabilidades se diluyan, y que ni el gobierno, ni la sociedad, olviden.

Todo es cuestión del momento, seguramente. Andrés Manuel López Obrador, en campaña para la presidencia de la república desde, coincidentemente aquel 2006, hizo del incidente de Pasta de Conchos una de sus tantas banderas políticas, o más bien, electorales.

Durante aquella campaña, en la que salió dolorosamente derrotado por Felipe Calderón Hinojosa por un escaso, pero significativo 0.56%, hizo el compromiso de que, en caso de llegar a la presidencia, empeñaría todos los recursos de su administración para el rescate de los cuerpos, y no solo eso, sino caliente como andaba todavía en sus mocedades, que buscaría llevan ante la justicia a los que señalaba como responsables, Francisco Salazar, secretario del Trabajo de Vicente Fox, y por parte de la empresa, a todo el que cayera en sus garras.

No por nada pegó aquella campaña de que López Obrador era un peligro para México, así lo percibieron muchos a quienes amenazó con nombre y apellido, además de la relación de sus presuntas culpas, reales o imaginarias.

Después de aquella derrota que 16, 17 años después no ha logrado aún asimilar, López Obrador recorrió el país para arriba y para abajo durante dos sexenios enteros, y obvio, cada vez que pasaba por cada sitio, recogía y recordaba los problemas más sentidos y más graves que aquejaban a cada poblado, ciudad o región.

En el caso de la Carbonífera de Coahuila, el tema obligado era siempre el del rescate de los mineros de Pasta de Conchos, así en esos términos, no de los cuerpos, no de los restos, sino de los mineros, como si todavía estuvieran o pudieran encontrarse vivos, lo cual no era más que una vana, pero entendible esperanza de sus deudos, y sí una estrategia para sustentar sus aspiraciones políticas personales, sobre lo que la gente percibía como los grandes pendientes de los gobiernos anteriores.

A López Obrador le pasó como a Vicente Fox, que nunca pensó que fuera a ganar, que tuviera que hacer buenas todas y cada una de las promesas que le había hecho al pueblo bueno y sabio, cuando se sentaba con ellos, de igual a igual, a compartir sus penas a manos de los conservadores, ricos, fifís, corruptazos, etc.

Pero ganó, y a la hora del recuento… se dio cuenta que cumplir con la Familia Pasta de Conchos, con los deudos, con los mineros, con toda la región carbonífera, iba a salir en una cantidad ingente de dinero.

Si López Obrador hubiera pensado como político eventualmente triunfador, en aquellas pláticas con las viudas y los huérfanos hubiera buscado convencerlos de otros medios y satisfactores de justicia social, no solidarizarse con lo que indudablemente es comprensible desde el punto de vista emocional y hasta de cierre sicológico, pero que carecía en aquel momento, como lo sigue careciendo actualmente, de una viabilidad técnica, y sobre todo económica, esto último habida cuenta de la enormidad de necesidades que pidieran atenderse y darse por resueltas con el dinero que se ha, literalmente, tirado haciendo hoyos en la tierra que no llegan a donde deberían llegar, al sitio exacto, suponiendo que se conociera, y que no se hubiera desplazado, en que yacen los mínimos restos de los mineros fallecidos.

Y conste, queremos enfatizar el término mínimos porque, primero ocurrió una explosión con poder suficiente y calor como para volatilizar los cuerpos humanos, y tanto que provocó el colapso de prácticamente la totalidad de la estructura de la mina, desde ese nivel hasta la superficie, entre la explosión y la compresión por el derrumbe… sería poco menos que un milagro de la ciencia forense el poder identificar como humanos los restos que localizaran, si es que pueden, si es que llegan… si es que siguen o siquiera comienzan.

En el punto en que nos encontramos, y de lo que dieron supuestos informes Bartlett y Alcaide, siendo lo sorprendente que no salieran linchados, es que de la meta inicial, de perforar verticalmente 160 metros, hasta donde se cree que estaban trabajando los mineros, y de allí comenzar a moverse horizontalmente por los antiguos túneles que prácticamente habrá que volver a hacer, llevan un porcentaje que no llega, que no llegaba al 25% en el momento en el que las empresas contratadas para las obras, abandonaron la chamba.

No son datos exactos, ni mucho menos, ni de parte del reporte ni de nuestra interpretación, pero 25% de 160 metros son 40 metros, buena parte de los cuales están inundados, ¿quiere eso decir que se tardaron dos terceras partes del sexenio en perforar el 25% de lo que se necesita, solo para llegar al nivel, y luego comenzar a moverse en este?, eso significa que se requerirían 16 años para llegar a los 160 metros, dos sexenios y dos tercios para dar el primer picotazo lateral…

No por nada el festejado chiste de Manuel Bartlett de que las cinco viudas que no asistieron a la última reunión no llegarían ya por haber fallecido. A como vamos, morirán todas antes que saquen algo que parezca un hueso humano, por allá en el año 2035.

Si nos pusiéramos a pensar mal, que más que un asunto estrictamente política o electoral, la movida de Pasta de Conchos, se trató de una maniobra para el desvío de fondos públicos, nada más y nada menos que mil quinientos millones de pesos hasta el momento, que habrá que multiplicar por cuatro, para decir que llegaron al nivel… pero no, nadie en la 4T tiene esa maquiavélica mentalidad de buscar y hallar barriles sin fondo ¿o sí?

Por lo pronto la pregunta es ¿qué explicaciones darán Bartlett, López Obrador, Alcaide y demás de sus manos que entusiasta intento por rescatar los cuerpos?, se llegan los tiempos de campaña y eso, seguro que les va a costar, y mucho.

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