BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni .-

Continuando con la telenovela en que se ha convertido la llegada de la empresa automotriz Tesla al vecino estado de Nuevo León, y el impacto que tendrá, lo queramos o no, en distintos aspectos de la vida de Coahuila y los coahuilenses, la semana pasada nos enteramos de algunos elementos más, que vienen a ponerle todavía más sabor a un asunto al que todavía le falta para que comience a agotarse.
Entre las tantas cosas ridículas que se mencionaron, está la posibilidad, nos rehusamos todavía a darlo como un hecho, de que Elon Musk va a aceptar convertirse en el padrino de bautismo de la hija del gobernador Samuel García y su esposa Mariana.
Para quienes vivimos alejados de la prensa de sociales, el que una nota así hubiera pegado el brinco para convertirse en un posible suceso nacional, no dejó de llamarnos la atención. ¿Realmente la mexicanidad, lo mexicano, lo “naco” que diría Carlos Monsiváis, es algo inevitable, obvio para todos nosotros, pero además se pega?
Sí, muchísimas ocasiones vimos a turistas extranjeros en los aeropuertos internacionales, el de México (el Benito Juárez, no el otro), el de Cancún, el de Acapulco, donde compraban unos ridículos sombreros de charro en colores de lo más extravagantes, morado, rojo, azul, adornados con lentejuelas y otras cosillas brillantes que nada, pero nada tienen que ver con la realidad del atuendo, ni de los charros ni de la gente de campo.
La pura naquencia, pero allí iban felices con su sombrero, un sarape, una reproducción del calendario azteca, y algún otro horror que allá a donde fueran a parar, van a poner muy en alto el nombre de México como el paraíso de lo kitsch.
A todo el que venga a México parece que hay que enseñarlo a decir groserías, a beber tequila, a burlarse de la muerte, y otras vaciladas que se consideran obligatorias para conocer el verdadero ser de la mexicaniza, y bueno, eso es con cualquiera que venga, pero cuando de veras se quieren demostrar “lo entrañable” que es alguien para nosotros, hay que hacerlo compadre, que nos bautice, confirme o ya de perdida la primera comunión a un escuincle o una escuincla, eso es… lo máximo… de la naquencia.
Bueno, pues según la nota y hasta en tanto no ocurra un desmentido, Elon será el primer compadre de Samuel y Mariana, ya lo imaginamos lanzando monedas como bolo, en las escaleras de la catedral de Monterrey, o mejor todavía, en la parroquia de García o en la de Santa Catarina… ya sabrá…
Esa es la nota de sociales, en otra no menos folclórica, estuvo una muy simpática en la que enloquecido como anda Samuel en su calidad de padre primerizo y haberse echado a la bolsa a Tesla con todo y Elon, habría lanzado la hablada de que tiene la pretensión de arrebatarle a Coahuila la primacía en lo que a producción de vehículos se refiere.
Esto habría venido a amargarle el fin de semana a muchos coahuilenses, que ya se sienten como los principales receptores de los beneficios de la instalación de Tesla en Nuevo León. Comenzando con que está más cerca de Ramos Arizpe que del área conurbada de Monterrey, además de algunas ventajas importantes como el costo de la vida, el costo de las rentas de casa habitación, la disponibilidad de naves industriales y los montos de arrendamiento de las mismas, la existencia de una fuerte planta industrial de proveedores del sector automotriz, que están apuntándose como posibles de Tesla, y en fin, un número siempre creciente de ventajas, nos sentíamos como que del billete premiado de la lotería nos había tocado el reintegro y sin haberlo siquiera comprado.
Ah, pues salieron con que no, Samuel García quiere desplazarnos a nosotros, a nosotros que tan bien nos hemos portado con él y con todo Monterrey, que es como un suburbio “nice” de Saltillo y Monclova, y nos trata de esa manera. Ya veremos si es que puede de veras influir Samuel en orientar la instalación de subsidiarias a suelo neoleonés con preferencia al coahuilense, aunque para nosotros es lo de menos, para todos ha de haber negocio, si se ponen las pilas de litio, claro.
Pero nomás por no dejar, nos pusimos a buscar ¿de veras es Coahuila el primer lugar de producción de vehículos automotores en el país, al grado que Samuel se ponga envidioso con nosotros, y nos quiera tumbar?, y lo que encontramos nos pareció interesante, el dato es de mediados del año pasado, pero no creemos que haya variado demasiado: Coahuila ocupa el cuarto lugar en producción de vehículos, Guanajuato es el primer lugar, la sigue Aguascalientes como segundo y Puebla como tercero. El quinto lugar lo ocupa el Estado de México, y al menos en ese listado, Nuevo León no pintaba para nada. ¿Tiene sentido querer desbancar al vecino de junto, habiendo metas mucho más significantes?, eso habría que preguntárselo al papá primerizo Samuel.
Pero la semana pasada también apareció una nota interesante, ésta en el periódico El Economista, en la que dice en un cierto tono lastimero que México, no ninguno de sus estados, sino el conjunto de la nación, se mantuvo en el séptimo lugar en la producción de vehículos en el mundo. En esta tabla se puede ver con exactitud qué tan grandes nos creemos que somos, o que tan pequeños somos en realidad. Resulta que el país con mayor producción de vehículos en el planeta es China, con nada más y nada menos que 26 millones de unidades al año, le sigue los Estados Unidos, país que solemos tener desde siempre como el productos automotriz por excelencia, pues los vecinos del norte producen 9.17 millones, equivalentes a la tercera parte de los chinos… luego viene Japón con 7.85 millones, India con 4.4, Corea del Sur con 3.46 millones, Alemania con 3.31 y en séptimo sitio México, con 3.15 millones.
En la nota del Economista se dice que México en vez de crecer, va de bajada, la producción del año pasado fue menor en un 1% de la de 2020, y respecto de la era antes de la pandemia, todavía estamos abajo un 21%, nada para presumir.
Total que Coahuila es el cuarto estado del séptimo país, y Nuevo León quiere nuestro sitio o a lo mejor llegar a ser el número 1. Tesla dice que quiere fabricar un millón de carros al año, se verán muy bien en la estadística de producción mexicana, a lo mejor desbancamos a un par de naciones, y eso nos pondrá realmente muy felices.
Pero luego preguntamos ¿y qué carros de los que se producen en México son realmente mexicanos, mexicanos en su diseño, en su ingeniería, en su lo que sea o en todo?, y allí es donde recordamos, porque nos habíamos dado cuenta hace mucho, que mexicanos como tales, no hay uno solo. Hay autos norteamericanos, la gran mayoría, hay japoneses, hay europeos, en los últimos años se han sumado coreanos y chinos, pero mexicanos… no… ni una marca, nada.
¿Entonces? Entonces lo que quiera, somos un país maquilador de carros de otras naciones, pelearnos por eso entre nosotros, es de esas cosas que habría que ahogar en alcohol para esconder nuestra profunda vergüenza.
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