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Puños: el llamado a la violencia

PUÑOS         

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Allí estaba el mismísimo aspirante arrancándose el saco, la camisa y la corbata, y mostrando que debajo de su elegante atuendo trae otro todavía más impresionante: el del mismísimo Supermán.

Con todo derecho podrán decir que esta columna es una repetición de una que escribimos, y que publicamos aquí mismo. Los primeros en lamentar esta situación somos nosotros, ojalá las cosas cambiaran, y no porque los periodistas, los analistas o los expertos politólogos predigan por donde van las tendencias, sino porque la realidad, la población, los asesores de los políticos, los equipos de prensa, y por supuesto la propia capacidad de reflexionar de los principales interesados, dicen por dónde va, pero no es el caso.

Aquella colaboración de la que hablamos reseñaba la presencia de los entonces aspirantes del Movimiento de Regeneración Nacional a la gubernatura de Coahuila, a saber, Luis Fernando Salazar, Ricardo Mejía Berdeja y Armando Guadiana Tijerina en la marcha que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador calificó de ser: “una marcha festiva, alegre; (…) la gente viene por su propio pie, por su propia voluntad, porque son millones de mujeres, de hombres libres, conscientes que respaldan este movimiento. (…) Sí tenemos mucho que celebrar, sobre todo por el cambio de mentalidad que hemos logrado con la revolución de las conciencias; ha sido como una gran campaña de alfabetización política”, entre ellos por supuesto, los políticos con aspiraciones de esto, aquello y lo de más allá.

Como suelen ser esas manifestaciones populares de la cuarta transformación, aquello se prestó a toda clase de expresiones, algunas ciertamente edificantes, pero de esas nos enteramos poco por que los medios de comunicación se centraron en las otras, las folclóricas, las ridículas, las vergonzantes, las que podrían tener un impacto político inmediato, en lo electoral, lo laboral, el reacomodo de fuerzas, entre otras cosas. El mandatario afirmó que la marcha tenía como objetivo “fortalecer el movimiento que lidera y reconocer sus resultados”, y qué bueno que lo dijo, porque antes, durante y después, la inmensa mayoría de los asistentes y los espectadores, no tenían una idea medianamente clara de qué se trataba.

Allí vimos, por ejemplo a Jesusa Rodríguez haciendo los desfiguros que fueron responsables de que Panamá no la aceptara como embajadora plenipotenciaria de México ante su gobierno; vimos a Marcelo Ebrard haciendo gala de su capacidad diplomática, aguantando vara de groserías y escupitajos; vimos el supremo ridículo de Adán Augusto demostrando que eso de andar en bicicleta nomás no se le da, y a Claudia Sheinbaum portándose como Roberto Madrazo, para que vea que los extremos se tocan, en el maratón de Berlín, estando presente al comienzo y luego desapareciéndose para estar en el zócalo cuando llegara el presidente, la explicación, no podía ser de otra manera, es que ante un contingente medido por ellos mismos en un millón doscientos mil personas, había que estar al pendiente de que todo saliera perfecto.

Bueno, pues de las cosas folclóricas que ocurrieron en aquella marcha fue el contingente que llevó Ricardo Mejía Berdeja, para empezar, se lució mandando a hacer y llevando un, no sabemos cómo lo llaman los publicistas, pendón, manta, banderola, o algo así, que abarcaba los tres carriles de Paseo de la Reforma por donde iba la marcha, en color guinda, obvio, con letras blancas, decía Ya viene la 4T a Coahuila. Si eran muchos o eran pocos los de atrás, lo que importaba eran los que cargaban el pendón, ah y por supuesto los que traían carteles con distintos mensajes, en los que sospechosamente, destacaban más los que apoyaban a Mejía Berdeja que los que se sumaban al mensaje oficial de la marcha, el de reconocer los logros de la cuarta transformación, el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y el respaldo a lo que el presidente trajera en mente para el futuro próximo, y no tanto.

Lo que reseñamos en aquella ocasión fue que los mensajes visuales del entonces aspirante a la candidatura de MORENA y ahora candidato a gobernador, pero por el Partido del Trabajo, en que la constante eran símbolos asociados a la fuerza… pero también a la violencia.

En aquella célebre ocasión destacaba una pancarta en la que aparecía la caricatura de un poderoso brazo flexionado para mostrar un inmenso bíceps, y el puño desmesurado cerrado. A la imagen se acompañaba la frase Somos Mejía. Malo el cuento.

Por allí a un lado aparecía otra persona portando otra pancarta con una palabra, Mejía y en vez de la “M” un puño cerrado, a esta se acompañaba un corazón y dos fotos, la del interfecto y la del presidente López Obrador, este al frente y el otro atrás, pero sospechosamente no juntos, y la palabra Coahuila. Interpretado forzadamente sería algo así como Mejía y López Obrador aman a Coahuila, y algo más subliminalmente, El Puño ama a Coahuila.

Eso en aquella ocasión, luego en Saltillo, durante un evento en la plaza de la nueva Tlaxcala, Ricardo Mejía Berdeja volvió a las andadas. No era mucha la gente reunida, pero los que estuvieron a vitorear al todavía aspirante a la candidatura morenista, los compañeros de la prensa y los curiosos incidentales pudieron ver una pancarta que retrata a Mejía Berdeja de cuerpo entero.

Allí estaba el mismísimo aspirante arrancándose el saco, la camisa y la corbata, y mostrando que debajo de su elegante atuendo trae otro todavía más impresionante: el del mismísimo Supermán.

 Todos estos años pensando que Supermán era Clark Kent y resulta que no, que no solamente era coahuilense adoptivo, sino servidor público comprometido con MORENA y la cuarta transformación, encargado de la seguridad pública, ¡qué suerte la nuestra!, y uno hablando de que la cero impunidad era pura demagogia, y el mero mero petatero que quiere hacernos el favor de gobernarnos, y no solo eso, sino hacer desde el palacio rosa lo que no hizo los años que estuvo como hombre fuerte de la seguridad en el país.

Lo que nos preocupa son los reiterados mensajes de fuerza que más bien, y por ser México el país en el que vivimos, solo pueden ser interpretado como incitación a la violencia, como una amenaza.

En varios de los espectaculares que se han instalado en este inicio de campaña, aparece Mejía Berdeja en camisa, con el brazo doblado y empuñando la mano. ¿qué quiere decir su lenguaje corporal?, seguro, cada quien lo interpretará a su conveniencia, unos dándole una explicación varonil, fuerte, decidida, y otros, como nosotros, como una amenaza.

Ya hay demasiados mensajes en el mismo sentido, los votantes decidirán qué creen, que respaldan, ojalá en este caso, no se equivoquen, lo que menos queremos aquí es mano dura y represión.

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