BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Hay una anécdota de lo que siempre ha sido la política en este país, y que mucho nos tememos que seguirá siendo por mucho tiempo por venir, al menos por lo que queda demostrado en las campañas políticas que está presenciando como espectador, más que viviendo como actor, el pueblo elector de Coahuila.
La anécdota dice más o menos así, lo mismo se le puede ubicar en cualquier pueblo de la región centro del estado de Coahuila que en cualquier otra entidad federativa donde se den condiciones orográficas como las relatadas. Dicen que andaba en campaña un candidato, de esos a la vieja usanza, que son idénticos a los de la nueva, por eso no vamos a mencionar partidos porque todos están cortados por la misma ambiciosa tijera, pues en la polvorienta plaza del pueblito aquel, sus alelotes, o como se les conoce en estos tiempos modernos, sus operadores políticos, le habían juntado una veintena de personas, que luego de la consabida espera para hacerse el interesante, estaban escuchando la encendida perorata en que el candidato prometía bajarles el sol, la luna y las estrellas.
Viendo como que nomás la gente no despertaba de su modorra, el candidato decidió echar mano de su arma secreta, les dijo: y como sé que es una de las necesidades y los anhelos más sentidos del pueblo durante generaciones, yo aquí mismo me comprometo, y les firmo ante notario, que les voy a construir un puente…
El aspirante al hueso pensaba que en ese momento se iba a echar a los electores a la bolsa, tanto como la constancia de mayoría y muchos miles (eran miles todavía, no millones) de pesos de ingresos diversos asociados a su función como futuro servidor público, pero no, la gente se le quedó mirando, si acaso con los ojos más grandes de puro despabilados, y fue cuando uno rejego que estaba hasta adelante salió con esta frase: ¿y para qué queremos puente si no tenemos río?, a lo que el candidato no se amilanó en lo más mínimo, aunque sí juró para sus adentros correr al que le había preparado la “tarjeta informativa” del sitio que estaba visitando, respondió: pues también les construiremos un río, faltaba más… y aquí sí que la gente se volcó en aplausos, porque hay de promesas a promesas, estaban acostumbrados a las de siempre que no les cumplían, pero un río… esa era nueva.
Que sepamos, aquel político tuvo una carrera exitosa, del tamaño de la desfachatez de su discurso, y que sepamos también, el pueblo sigue esperando su puente y su río.
Esto viene a cuento porque estamos en plenas campañas por la gubernatura, y como es de esperarse, se están escuchando algunas cosas que están sonando hueco de parte de algunos de los candidatos. Algunas sí, tienen la sonoridad como para despertar ecos de entusiasmo entre la población que las escucha, y otras de plano, parece que son ruido de hojalata que nos quieren vender como bronce.
Si andar de grillo no es tan difícil, basta con haberle dado una leída a los pasquines inmundos que somos los periódicos y en general todos los medios de comunicación, que durante años y décadas han cumplido con la tarea de documentar la realidad de la gente, allí, precisamente donde habitan.
No es que seamos oportunistas, como otros que andan correteando el voto, o bueno sí, cada vez que se presenta un hecho digno de noticiarse, allí está un colega reportero para hacer la nota correspondiente. A veces son cosas buenas las que comunicamos, pero lo normal es que sean noticias malas las que damos a conocer, y sí, allí se van juntando por todo el tiempo que dure el medio, que afortunadamente es bastante su permanencia, para todo el que quiera echarle un ojo, políticos incluidos.
Un grillo que haga la tarea, lee, o más bien ha leído desde siempre, para enterarse de la realidad del municipio, estado o país que quiere gobernar, pero claro están los que eso de la lectura no se les da, prefieren verlo en la tele, o que se los platiquen mientras se acicalan frente al espejo, que a eso sí le ponen atención. Pero de vez en cuanto salta la liebre, y como aquel rejego que le salió respondón al candidato de la anécdota, no falta quien salga a preguntar ¿y qué onda con aquello?
Esto es lo que le está pasando ahora a Ricardo Mejía Berdeja, quien el otro día anduvo por Monclova, y lo que se le ocurrió hacer para atraerse votos para su candidatura a gobernador del estado, fue lanzarse contra Alonso Ancira Elizondo, diciendo que está retrasando a propósito la venta de Altos Hornos de México, lo cual no es ninguna novedad para nadie que esté medianamente enterado del caso, pero donde echó sus cuacos a retozar fue donde dijo que con esto, sin aclarar con qué o con cual, está financiando la campaña del PRIAN.
Obvio que cosechó aplausos, si algo le duele en estos tiempos, desde hace unos diez años, pero sobre todo en los años que lleva la cuarta transformación de gobernar, es exactamente eso, la cada vez más endeble situación de la empresa acerera, eje de la actividad económica de la región Centro, Carbonífera y Norte del estado de Coahuila.
Pero donde comienza a asomar el cobre en las, por lo demás serias, declaraciones de Mejía Berdeja es, bueno ¿y tiene o no tiene derecho Ancira Elizondo a idear, intentar y hacer lo que considere mejor a sus intereses, entre ello lo del supuesto retraso a la venta de Altos Hornos?, desde nuestro punto de vista… sí.
Ah, que eso incomode al presidente, que moleste a los acreedores, que acogote a los obreros, que se lleve de encuentro a los habitantes de Monclova, Frontera, Castaños y anexas, ese es otro cuento. A él, en esta sociedad egoístamente capitalista, le asiste la ley y la razón, pero en este caso Ancira no es ningún hombre especialmente privilegiado, lo mismo reza para cualquier ciudadano mexicano y hasta extranjero, siempre y cuando, claro, tenga el dinero suficiente para movilizar ejércitos de abogados para entorpecer lo que quiera, pueda o invente.
Sin ir más lejos podríamos decir que eso es exactamente lo que ha hecho Mejía Berdeja, pero en el terreno político, no en el empresarial.
Mientras que Ancira se ha movido entre empresarios, nacionales y extranjeros, entre jueces y despachos de abogados y contadores, Mejía ha culebreado en los pasillos del poder y de los partidos políticos, saltando de uno a otro según su conveniencia del momento, traicionando plataformas, ideologías, personas y lo que sea necesario, con tal de posicionarse de acuerdo a sus ambiciones.
Lo interesante es la acusación de que Ancira financia al “PRIAN”, ente que no existe como tal, hay la alianza, que está permitida por la ley, y en la que faltaría en su referencia incorporar al PRD, pero allí sí, si tiene algo que probar o demostrar, que lo exponga, que lo denuncie, porque eso de hacer acusaciones al aire, no va.
Si a esas vamos ¿quién financió sus cien espectaculares, viajes, eventos, durante toda la precampaña, que por cierto el IEC decidió perdonarle?.
Ancira no está para financiarse más que a sí mismo, no campañas estatales que, por cierto, ¿por qué no lo financia a él, acaso no estuvo cerca, durante las semanas, días o minutos en que fue representante del presidente López Obrador para los casos AHMSA y Agua Saludable?, seguro no lo vio como candidato ganador, como para meterle un centavo.
Y por allí seguirá, hablando y prometiendo, que hacerlo no cuesta nada, pero aquí estamos nosotros para acordarnos.
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