BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Jericó Abramo Masso es un tipo impulsivo, radical en muchos aspectos, lo cual para algunas cosas es una ventaja, pero para otros, resulta comprometido y hasta riesgoso. A lo mejor de lo que estamos hablando es de cuando fue presidente municipal de Saltillo, por allá en el año 2010 que comenzó su administración, en que tomó algunas medidas fuertes, pesadas, poco populares, que luego se probaron exageradas y que como suelen ser las cosas en la política a la mexicana, no se han podido revertir. Quizá si estuviera ante los mismos casos ahora, con diez años más de vida y experiencia, la hubiera barajado más tranquilo, viendo consecuencias y no solo los aplausos del momento y las fotos del día siguiente.
Entre las decisiones que tomó Jericó Abramo está aquella de cancelar la vuelta a la izquierda en Humberto Hinojosa, yendo sobre boulevard Carranza de norte a sur. Ya hace diez años la situación era caótica en esta que era y sigue siendo la avenida principal de Saltillo, y lo único que se le ocurrió al alcalde fue eso, cancelar la vuelta. Ah, pero como la escuela de Jericó era la prepotencia, se sacó de la manga un supuesto estudio de que, con esa cancelación, aumentaba en 28% el flujo vehicular por Venustiano Carranza, como todos los reporteros nos quedamos con la boca abierta, nadie fue para pedirle que mostrara el tal estudio, así fuera para saber quién había cobrado por realizarlo, por lo general mucho más de lo decente, y qué metodología había seguido, para llegar a las conclusiones que ofrecía.
La decisión del Ayuntamiento fue simple, quitarle una luz al semáforo, y todo el tráfico que daba vuelta antes allí, mandarlo por la colonia Jardín, hasta ese preciso momento una bastante tranquila, que de repente se vio invadida de carros, camionetas, camiones, ambulancias, motos, que desembocaban en la calle Sauce para esperar el semáforo y cruzar a Hinojosa.
Realmente le salió barato… a él y al municipio, y que los vecinos se frieguen. Solo tapó una luz y ya, ¿qué importa que las ambulancias tengan que aventarse la maniobra de atravesársele al paso a los vehículos que vienen de norte a sur?, también esto le ha salido económico, no recordamos un solo accidente, sustos sí, muchos y a diario, pero eso como sea.
Una decisión parecida aplicó en Pedro Figueroa, que ya por entonces estaba infestada de comercios, y con un tráfico que se hacía pesado de ida y venida ¿qué hizo Jericó?, fácil, de un plumazo canceló las vueltas a la izquierda en la mayoría de las calles, dejando solo una que otra.
Desde entonces los automovilistas tienen dos opciones: una agarrar la avenida del lado al que va… o ir a dar la vuelta hasta uno de esos escasos cortes de camellón con semáforo que quedan, ni modo, es el precio de la modernidad, y de tener un alcalde que resuelve las cosas al puro trancazo.
También se le recuerda por lo de la ciclovía, una solución que adoptó de la política nacional que se venía dando desde aquella época, con la diferencia de que aquí no se planteó como algo racional, integral, que no afectara la de por sí conflictiva vialidad, a conductores y vecinos.
No, aquí se pintaron rayas, se pusieron en algunas avenidas gomas para delimitar el carril, y se acabó. Cuando la gente, molesta, preocupada le preguntó al alcalde ¿y ahora dónde nos vamos a estacionar?, visto que les había quitado cientos de cajones y un carril de circulación, olímpicamente dijo dejen su carro, súbanse a la bicicleta, les hace bien a su salud. Alli tiene el mamotreto de la ciclovía, sola y su alma.
Alcaldes van, alcaldes vienen, y nadie se avienta el trompo de quitarla, a nadie le va a gustar que lo acusen de anti ecologista, eso puede tener un costo político que nadie quiere afrontar.
Pero eso es el pasado, donde las decisiones viales se tomaban nomás porque el alcalde así lo decidía, sin importar a quienes afectaba y cuánto, que lo que le importaba era que pareciera que había arreglo y mejora, así solo fuera por un rato.
Ahora que el proyecto Paseo Capital avanza, comienzan a resentirse sus efectos, de la peor manera posible, afectando a los habitantes. A lo mejor no de la zona inmediata, que son bastante pocos, ya prácticamente no son viviendas las que hay sobre la calle Benito Juárez, sino negocios, oficinas, comercios, sino a los que viven en las calles a las que se desplazó el tránsito que se quitó de la zona que se decidió hermosear.
Tenemos años preguntándonos qué hace y para qué sirve el mentado Instituto Municipal de Planeación, el célebremente triste IMPLAN, como no sea para darles un sueldo suculento a algún politiquillo que está temporalmente en la banca. Con Paseo Capital está pasando lo mismo, ¿cómo podía ser de otra manera?, que con la vuelta a la izquierda en Hinojosa y lo de Pedro Figueroa, el tráfico desplazado se va por otro lado, afectando zonas que eso sí, tienen la ventaja de ser menos visibles que las otras de donde se quita.
Sería mucho presumir que lo recordamos de nuestro paso por la preparatoria, no, es de una canción de Les Luthiers, a los que le poníamos más atención que a los profesores, la definición de Desplazamiento de Fluido: se habla de desplazamiento, o volumen desalojado, cuando un objeto se sumerge en un fluido, desplazándolo al ocupar su lugar. El volumen del fluido desplazado puede ser medido y, a partir de esto, se puede deducir el volumen del cuerpo sumergido, que es exactamente igual al volumen del fluido desalojado.
Un objeto que se sumerge desplaza un volumen de líquido igual al volumen del objeto. Por el Principio de Arquímedes se sabe que la masa del objeto se obtiene multiplicado su volumen por la densidad del fluido. Si la densidad del objeto es menor que la del líquido desplazado, el objeto flota; si es mayor, se hunde. En el caso de un objeto que flota, el peso de fluido desplazado será igual al peso del objeto, si quiere, hasta la fórmula le conseguimos.
Pues bien, ni en el Ayuntamiento, ni en Obras Públicas, ni en el IMPLAN escuchaban a Les Luthiers, o atendían a sus clases de física, el hecho es que el tráfico desplazado por Paseo Capital ha comenzado a inundar las calles paralelas a Juárez. Y no es que pasaran demasiados carros por junto a la catedral y el palacio de gobierno, pero algo sería, esos más los carros que sí se estacionaban en esas aceras, hoy todos ellos se han desplazado a… ¿a dónde?, pues a donde pueden, a donde encuentran.
Tan bien planeado que está Saltillo, desde la época de su fundación, y luego sucesivamente, el tráfico se está cargando más en una calle que de por sí iba, como se dice coloquialmente en la capital, hasta el queque, Ramón Corona.
Era pesado, y se ha vuelto pesadísimo, los tiempos de traslado, que eran lentos, ahora son agobiantes. ¿todo porqué?, para que se vean bonitas tres calles del centro, por las que no pasa ninguno de los funcionarios, y donde no vive ninguno de ellos desde hace décadas. ¿de veras no hay manera de hacer algo bueno, sin echar a perder lo que medio funcionaba?
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