BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Caray que este proceso electoral ha sido todo, menos terso. Dos de los contendientes, que antes eran correligionarios, amigos, discípulos de la cuarta transformación y seguidores abyectos de su líder moral Andrés Manuel López Obrador, han dado al proceso para la renovación de la gubernatura y del congreso del estado de Coahuila un saborcito que si no fuera por ellos, no habría tenido.
Ponga que como dicen las malas lenguas, o no, no caigamos en esa clase de juicios de valor que no nos van ni en lo personal ni en lo profesional, las lenguas adversarias y las lenguas enemigas, desde el centro mismo de los poderes en este sufrido país se negoción y se concedió al Partido Revolucionario Institucional un reducto, un último reducto para que ni ellos ni nadie pudiera decir que la cuarta transformación le apretó el pescuezo hasta matarlo.
No, según esas versiones, en Revolucionario Institucional, que a veces se disfraza de PRIAN, como les encanta a sus malquerientes izquierdistas de llamarle, y a veces se trasviste en PRIMOR, y en esos casos no dicen nada, y son los derechistas los que aúllan, poniendo el grito de protesta en la estratósfera.
¿Quién le manda al PRI ser un partido, el único partido de centro?, desde la época en la que Rius hacía sus caricaturas, dibujando al Institucional como una aplanadora que dejaba a toda la oposición en calidad de estampa, untada al suelo, el PRI se había adueñado del centro de la escena política nacional, en todos los estados y en todos los municipios. A los demás partidos, organizaciones, franquicias, facciones y mafias, no les quedaba más que alinearse para donde más cómodos se sintieran, a la derecha del espectro, o a la izquierda.
Y sí, se valía que el PRI se moviera por el tablero, a veces cargándose a una ideología, y a veces a otra, mismo privilegio que tenían los otros partidos políticos en época de contienda electoral y fuera de ellas, pero que además se volvió casi que condición obligada cuando se formaban alianzas.
Así llegamos a ver algunas francamente bizarras, como la del tristemente olvidado PES, Partido Encuentro Social, ubicado durante su corta existencia en la ultraderecha, y que pese a ello la jugó en alianza con Andrés Manuel López Obrador, teniendo la autoridad para colgarse la medallita de que arañaron el poder ejecutivo federal… por más que no hayan logrado conservar el registro como partido.
Está bien claro que en este país de iletrados, y aquí nos apuntamos todos o casi todos, respaldando la aseveración con los resultados de la prueba PISA y otros mecanismos de evaluación de la educación, hoy extintos, que nos ponían, como pueblo, con un nivel educativo de lo más bajo, nos vemos obligados a decir que tenemos afinidades políticas más bien de orden emotivo que intelectual.
En efecto, en un país con tan escaso nivel en ciencias y matemáticas, se puede pedir poco que analicemos todo lo analizable de algo tan complejo como las ideologías partidistas y las plataformas electorales, vertidas, se supone, en planes y programas de gobierno. ¿y para qué nos andamos por las ramas hablando de las ciencias y las matemáticas, cuando el resultado más lastimoso, por pobre es el que se obtiene en lectura?, al que no sabe leer, no sabe escribir, y no entiende ni una ni otra cosa, difícilmente puede exigir que entienda de químicas, físicas y biologías, y menos que logre desentrañar los secretos de las ciencias sociales, especialmente la economía y la política.
Literalmente los mexicanos tocamos de oído, no somos dados a seguir la melodía que pudiéramos leer en una partitura, nos vamos más por el ritmo, que eso sí, ni quien nos lo quite.
Sería interesante como ejercicio, académico, periodístico y forense, que a la hora que las tantas más cuantas casas encuestadoras que por estos días están haciendo su agosto en el proceso electoral aquí en Coahuila, y más a lo grande en el Estado de México, no solo se conformaran con pedirle al encuestado ¿quién le parece mejor candidato?, o ¿si hoy fueran las elecciones, por cual de los candidatos votaría?, no, sería valioso hurgar en las motivaciones de las personas para votar a favor de este o de aquel perfil, y no centrándonos en simplezas como que me cae bien, está muy guapito, es muy simpático, sino lo que se supone que traen en el morral, refiriéndonos a la parte de ideología de los partidos políticos que los postulan.
Digo, luego de tanto discurso, de gastarse millones de pesos de dinero público, más bien dinero nuestro, en propaganda política, era para que algo se nos hubiera pegado a los potenciales electores del rollo que machaca cada uno.
A ver, dice usted que votaría por Armando Guadiana ¿nos podría decir cinco principios del partido que lo postula?, digamos que ellos la llevarían papita, si por algo se ha caracterizado el líder máximo del morenismo es por hacer decálogos, los hay para ser felices, para salir de la crisis, para que no nos dé COVID, para hacer eterna la cuarta transformación.
Si el encuestado responde: no robar, no traicionar, no mentir, la lleva de gane, le faltarían solo dos. Más difícil sería que si el encuestado o la encuestada dice que le gusta Ricardo Mejía Berdeja, porque sí, se la pasa grite y grite, ruge y ruge, pero no recordamos ni un solo discurso que diga: a ver cachorros, estos son los fines, estos los principios, estos los postulados irreductibles del Partido del Trabajo, partido que nos adoptó, a mi y a ustedes, así que a recitarlos.
Peor estaría con Lenin Pérez, pues habría que hurgar en dos plataformas políticas, la del Verde y la de la UDC, yo creo que ni el candidato puede mencionar la del primero y para el caso ni de la segunda, por más que lo traiga inscrito en su ADN.
Difícil la tendrían los simpatizantes de Manolo Jiménez, aunque estos podrían abrevar de tres conjuntos ideológicos, de los que mal que bien, habrá escuchado algo, pues en algún momento dominaron la escena política nacional, el PRI, el PAN y el PRD, tenían dominio sobre todo, y cuando menos los dos primeros siempre machacaron sobre la parte ideológica.
Pero no, no es probable que respondan a una pregunta que acusarían que es capciosa, se enojarían y colgarían. Eso de pensar en la grilla, se lo dejan a los grillos.
Pero ultimadamente, según las últimas encuestas, hay un buen número de indecisos, que no han decidido a quien le darían su voto, y bueno, ni siquiera si van a ir a votar, de ese tamaño es su indecisión.
Olvídese de la ideología, ninguna ha permeado sus barreras protectoras, ninguna propuesta lo ha entusiasmado ni hecho feliz, ningún candidato le llena el ojo por ninguna de sus características.
En otros procesos electorales los indecisos eran tantos, que podían decidir una elección, en esta de Coahuila no son tantos. Se habla de un 17% de quienes no han decidido por quien sufragar, si estos se sumaran al segundo lugar en preferencias, de todos modos no alcanza al primero, menos si se le adicionan al tercero o al cuarto de la lástima.
Hoy que los candidatos andan coqueteando con los indecisos, queriendo hacerles manita de puerco para inclinarlos a su favor, tengan en cuenta que no, en esta ocasión pintan poco, y sí ojalá participen, es su derecho, es importante que legitimen la democracia, pero igual, si ninguno le sigue llenando el ojo, ¿qué le vamos a hacer?
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