BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Nos ha llamado la atención que a lo largo de esta campaña electoral, como nunca antes que recordemos, los candidatos de las diversas fuerzas políticas en contienda han aceptado estar presentes ante diversos foros, e incluso se han sentado, codo con codo, a escuchar las propuestas, las ideas, los proyectos, las recomendaciones y hasta los regaños de parte de los integrantes de las organizaciones convocantes.
Esto es nuevo. Sí, se recuerda que a nivel nacional, se hablaba de que los candidatos, y los precandidatos, acudían a “la pasarela” del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, ahora sí que el verdadero club de los ricos, y no vaciladas. Allí cada uno explicaba lo que traía en el morral en cuanto a proyectos y programas a realizar, respondían preguntas, tomaban nota de los encargos, y en fin, exhibían la clase de hombres y mujeres que eran, y no sería raro que recibieran una puntuación, no muy diferente de como se evalúa a los solicitantes de un empleo en cualquiera de sus múltiples empresas.
Estas pasarelas tenían la particularidad de que eran de a uno en uno, nada de que todos juntos, cada candidato a ocupar la principal vacante de este país, era poco menos que diseccionado por gente conocedora de la naturaleza humana, después de todo, para estos hombres y una que otra mujer de negocios, las personas son meras herramientas, algunas de uso general, otras más especializadas, pero eso, herramientas para hacer una talacha, aunque suene feo, y casi atentatorio a “la investidura”, el puesto de presidente también tiene su componente estrictamente operacional.
Ya luego las cosas han venido cambiando, con eso de los debates entre los aspirantes a dirigir al país, a un estado o a un municipio, se plantan por iniciativa del órgano electoral o de alguna asociación civil, y ni modo, ellos que quisieran no ver a sus contrincantes bajo ninguna circunstancia, se ven forzados, si no a interactuar, sí a estar presentes para que les digan sus verdades, lo que no es tan doloroso, porque a su vez tienen la oportunidad de contestarles en la misma moneda, y con intereses, para dar el famosísimo “estate quieto” que decía un López Obrador cuando era candidato, nada que ver con el actual presidente, que los propina a diestra y siniestra y la gente nomás no se aplaca.
Pero aparte de escucharlos y de decir lo que quieran decir, se ha adoptado una modalidad que nos parece de lo más interesante y sobre todo útil. Como sabemos, en todos los ámbitos del quehacer humano, y especialmente en política, las palabras se las lleva el viento.
En las campañas políticas los candidatos suelen prometer las perlas de la Virgen y a la Virgen misma, siendo la experiencia de larguísimos años, que no son muy afectos a cumplir con lo que ofrecen, algunos de plano se hacen los que la virgen, otra virgen, les habla, otros se hacen rosca, no falta quien haga las cosas a medias y las reporte como completas, y los que cínicamente no hagan nada, pero manifiesten que están terminadas, y si alguien les reclama, salen con que los están atacando políticamente.
Para evitar eso es que ahora las organizaciones convocantes les piden a los candidatos que firmen un documento, para la redacción del cual previamente se hizo un arduo, largo y riguroso trabajo de compilación de ideas, de pensar que no lo van a leer si se excede de dos hojitas, de si reconocerá su firma, o como con las palabras de los discursos, quedará en nada, ese documento queda para la posteridad, no demasiado alejada en el tiempo, de que se haga exigible el cumplimiento de los compromisos asumidos.
Este logro se lo debemos a la sociedad civil, a las organizaciones empresariales de distinto tipo y especialidad, la capacidad de convocar, que eso lo hace cualquiera, hasta yo, pero que vengan… eso sí que es novedad, un reconocimiento implícito de que si llegaran a ganar, y no los tienen a su favor, serían una piedra en el zapato de lo más incómoda.
Que es justo decir que no todos los candidatos responden a la convocatoria, no todos firman lo que se les pone enfrente, nos imaginamos que con cierto grado de deferencia, se les entrega un borrador del documento que se les pedirá, ya en público, que rubriquen. Es obvio, nadie en su sano juicio va a firmar algo que lo compromete, solo por el hecho de que se lo están pidiendo en un evento en el que hay mucha gente importante dentro de ese gremio particular.
En su momento dijimos que Manolo Jiménez no quiso firmar el documento de los diez compromisos que les planteó la Coalición de Trabajadores de la Educación a los candidatos, en relación con el sistema de seguridad social al que tienen derecho y que tantas fallas ha acumulado en los últimos años. Manolo no firmó, Ricardo Mejía, Armando Guadiana y Lenin Pérez sí, y firmaron porque sabiendo que no van a ganar, la rúbrica no les cuesta más que el juego de la mano, en cambio Manolo, si firmaba… se ponía la soga al cuello, y conste que no estamos diciendo que al no aceptar el documento de la Coalición no tiene intención de atender y resolver el asunto, lo que no quiere es constreñirse a un paquete de soluciones que él no preparó con su gente, eso de aceptar el remedio y el trapito, no va con el candidato que tiene posibilidades serias de ganar.
Luego vimos que dos candidatos aceptaron firmar el documento que les planteó el Consejo Cívico de las Instituciones, dos firmaron, dos no firmaron, los que sí, Manolo Jiménez y Armando Guadiana, los que no, los otros dos, ni que fueran tantos.
¿Cuántos gobernadores habían aceptado reunirse, firmar algo que les planteara el CCI?, no tenemos antecedentes, y que además lo hicieran los candidatos en un evento que los reuniera, eso sí que es inaudito. El tema aquí fue el de la inseguridad. El Consejo Cívico condensó en trece puntos lo que considera que se necesita para que Coahuila se mantenga libre de problemas de inseguridad. Bien por el Consejo, bien por los candidatos que firmaron, los otros, uno era importante porque había sido subsecretario de seguridad, y el otro había gobernado un municipio difícil.
Lo que nos interesa a nosotros señalar es que para más de alguna manera, los compromisos firmados por los candidatos se convertirán, o podrían convertirse en un elemento invaluable para que los candidatos, el ganador y los perdedores, sus partidos y coaliciones se sientan obligados a contribuir a la solución de los problemas colectivos, específicamente los de Coahuila.
Normalmente un candidato perdedor se convertía en un problema, mínimo en un enemigo que le iba a jugar las contras al ganador, poniéndole todos los obstáculos que pudiera imaginar, algunos muy pero muy rebuscados, y se supone, confiamos, tenemos la esperanza de que ahora no, allí hay uno, dos, varios documentos que los comprometen, sí por supuesto con la condicionante de que sí ganaban, pero si no ganaban y empeñaron su firma, muy mal se verá que anden haciendo grilla en contra del nuevo gobernador.
Ya lo estaremos viendo en acción, a ver si nos toca refrescarles la memoria de lo firmado, y ver cómo van y se esconden donde no los vea nadie.
Deja un comentario