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El embrión del crimen

NOTICIAS DIVERSAS…

Por Héctor Barragán.-

Foto: Gaceta UNAM.

Es difícil hacerse a la idea de que el crimen nace en los hogares, por lo cual resulta imposible buscar la solución a un problema tan grave que lacera brutalmente a la sociedad entera, prácticamente a todos los individuos que la componen.

Más una simple retrospectiva de la lejana infancia basta para reconocer que el bullying, la aplicación de un mote, la burla, el señalamiento de alguna particularidad física o no, al vástago, el pequeñín, proviene de la Madre, el Padre, un hermano o algún otro allegad. Esa denominación producto de broma, notación curiosa al recién nacido, sale de los límites hogareños, produciendo por lo general molestia o un daño personal hondo, que dura de por vida.

Desde luego salta a la vista que causa molestia y se extiende a todo el ámbito en que se desenvuelve el individuo aumentando el malestar y causando la necesidad imprescindible de venganza, de retribuir con saña la ofensa recibida.

En el hogar perciben los varones, la discriminación hacia la mujer, la subordinación, el tratamiento de esclavitud que reciben, desde la madre a cada hermana, la falta de respeto que se las tiene, el desprecio y el premio que reciben por todo un año de trabajo y entrega, por un solo día, el modesto regalo del día de la madre bien modesto y elaborado en la escuela primaria.

Esa falta de afecto es profunda y se lleva por casi toda la mitad de la humanidad, originando los malos tratos a la mujer, golpes, ofensas y hasta brutales asesinatos. afectan por cierto a la sociedad encaminada durante generaciones a ello, pero son demasiados los excesos e injusticias que se cometen diariamente y suelen suceder en todo el país.

En el mismo círculo familiar se observa desde temprano la falta de respeto a la verdad y a los ordenamientos legales y administrativos que deben dirigir a todos los integrantes de la comunidad, sentimiento de libertad que caracteriza a todo particular.

Entretanto, la falta de respeto a la mujer, a la propia madre, es elemento contaminante de toda conducta y se extiende a falta de aprecio y afecto con el prójimo, que demás y un desprecio, cercano en más el menosprecio de los demás. Lo mismo a sus propiedades, que favorece el desapego con los o en menos, al desinterés y el desprecio a los demás.

Lo mismo a su propiedad, su opinión, sus juicios, sus intereses. Y para empeorar las cosas, también con respecto a la vida misma ajena.

EN EL TRABAJO

El trabajador como consecuencia, en pocas ocasiones se ocupa en la calidad de cuanto hace, preocupándose y luchando por conseguir los máximos beneficios a cambio de sus esfuerzos, por lo general escatimados.

El patrón, también en general, prefiere los beneficios mayores, sin fijarse que una parte importante de chanto produce con sus colaboradores, corresponde justamente a ellos, considerando que no de otra manera la acumulación de beneficios para sí debería ser razonable y justamente, más lenta, moderada, razonable.

Los mismos patrones, o una parte de ellos se dedica a buscar las mayores ganancias, sin importarle lo que producen sus colaboradores, o consumiendo los productos de otros mexicanos estos producirían más y se benefician todos; que si bien inversionistas con más dinero le genera buenas utilidades y le ahorran trabajo, en realidad perjudica a otros productores nacionales que no pueden aumentar sus actividades y generar más salarios para más gente; sin considerar que al invitar a asociarse con extranjeros, desplaza el sitio para nacionales con grandes necesidades, que no tienen sus nuevos asociados; sin tomar en cuanta, en suma, que su conducta, en calidad de capitalista privilegiado, es no corresponde a las ventajas y beneficios que le ha concedido su país para lograr esa posición de privilegio… y corresponde con toda justicia, cuando actúa beneficiando a sus compatriotas, con un producto de alta calidad de bajo precio, contratar a mexicanos con mejores salarios y facilitarles los medios de superarse en su calidad laboral.

Con buena voluntad, observaron que lo importante para mejorar al país, está por hacerse en gran parte, que es mucho y gran parte de ello no corresponde a nosotros, producto de otros siglos y de otros supuestos valores, que en otros lugares quizá han intentado, pero corregir las anomalías que se padecen es asunto grave y por cierto ha venido «in crescendo», por lo que es preciso buscar las aportaciones de que seamos capaces y nos correspondan si nos corresponde la suerte de influir. ¿O NO?

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