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¿Candidatos de la nada? Es necesario vivisectar a Mejía y al PT

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

¿Quién daba medio centavo por el Partido del Trabajo todavía en diciembre del año pasado?, nadie. Yo creo que ni Monhi Vidente hubiera apostado por esa franquicia política, suponiendo que la hiciera en el radar político coahuilense, y mire que ella sí le intelige, más o menos, a esas cosas.

Ni modo, hubiera sido cosa de preguntarle, y sobre su respuesta, apostarle a lo que es quizá el fenómeno político más relevante que ha ocurrido en nuestro estado en muchísimos años.

Allí donde lo ve, o donde no lo ve, el Partido del Trabajo, o como cariñosa o flojerosamente se le llama PT, pasó de ser un partido político en peligro de perder el registro en el proceso electoral que acaba de concluir en Coahuila, a convertirse en la tercera fuerza política en la entidad, haciendo a un lado al siempre orgulloso Partido Acción Nacional, que por esos azares del aliancismo, le pasó lo que ocurre en cada ocasión, sus votos se diluyeron entre los de los integrantes de la coalición, al igual que al PRD, que tampoco es que fuera particularmente popular en los momentos que corren, la gente votó por el partido que  en primera instancia postuló a Manolo Jiménez, o simplemente cruzó el nombre de éste, asociándolo al partido al que siempre ha pertenecido, lo que desafortunadamente, para ellos, afectó la votación hacia los partidos aliados.

Eso habría que afinarlo, sí, andamos en coalición, pero a nuestros simpatizantes, hagan el favor de tener en cuenta que los votos no se suman y luego se dividen aritméticamente entre tres, no es así. La legislación electoral es muy cruel en ese sentido, los votos se le acumulan a cada partido por aparte, y solo se suman para el resultado. Pero bueno, allá los interesados que se ocupen de las cosas que les importan, nosotros nomás señalamos con dedo flamígero, a ver si les ayuda para cauterizar la yaga.

Regresando al Partido del Trabajo, el fenómeno que lo llevó a sobrepasar a su a veces aliado, el Movimiento de Regeneración Nacional, en veintidós municipios de los 38 de Coahuila, en cuanto a número de sufragantes, puso de nervios a la dirigencia nacional morenista, que en determinado momento temió, así con todas sus letras, que MORENA pudiera caer al cuarto sitio en cuanto a preferencias electorales en el estado de Coahuila, una vergüenza que realmente importa poco numéricamente hablando, pero que desde el punto de vista de las relaciones públicas, afectaría la imagen pública siempre triunfalista, del presidente Andrés Manuel López Obrador y del propio MORENA.

Dejaron correr el asunto del Partido Verde y del PT que compitieron con candidato propio en la elección, mostrando lo que realmente sienten por sus rémoras, desprecio, hasta que alguien se fijó lo mal que andaba en números Armando Guadiana Tijerina, y el peligro de que se le treparan a los bigotes y le robaran el sombrero, con lo que el partido del presidente se vería realmente mal, así que de un momento a otro les apretaron el pescuezo a sus secuaces, amenazando con estrangularlos si no salían a desdecirse, y aunque fuera tarde y de pura tramoya, que se sumaban a la candidatura de Guadiana.

El fenómeno PT en Coahuila tiene nombre y apellidos, Ricardo Mejía Berdeja, quien logró el milagro de sacar al Partido del Trabajo del bote de la basura, donde había estado siempre, con riesgo de que finalmente lo reciclaran quitándole el registro, a un nada mal 17% de la votación total, superando por más de 10% a Lenin Pérez, postulado por su franquicia personal la Unidad Democrática de Coahuila y el oportunista Partido Verde, y llegando en determinados momentos a poner en jaque al candidato de MORENA, con quien entabló una batalla personalísima, que curiosamente funcionó, pues desgastó a Guadiana y la gente en vez de alejarse de ambos para no sentirse metida en una bronca gratuita, decidió sumarse a Mejía, otorgándole un sufragio que en el último instante era una especie de suicidio, pues él era un candidato sin partido, pues el PT lo había desconocido, y el PT era un partido sin candidato, y aun así sufragaron por él, una opción perdida, pero que consideraron, antes, durante y después, un sacrificio que valía la pena.

Hay quien ha sugerido que Mejía Berdeja podría y debería quedarse en Coahuila, creando un partido político propio, lo cual no deja de ser un contrasentido, pero que a partir de la base de ese 17% podría crecer en un plazo muy corto hasta amenazar realmente el poder. Quien sabe cuáles sean sus intereses, con todo lo volátiles que han sido a lo largo de su vida política, podría ir a recalar en el sitio menos pensado, incluso en Coahuila que entra en un impasse político en lo estatal, aunque en lo federal se venga movido el 2024.

Pero lo que realmente nos interesa a nosotros, y así debería interesar a todos los partidos políticos nacionales con vista a la elección presidencial del año entrante, respecto del fenómeno PT, es la posibilidad de que, a partir de una personalidad con determinadas características atractivas para el electorado, se puede construir una candidatura fuerte, que si bien en el caso de Coahuila en esta ocasión no llegó a triunfar, sí resultó preocupante por momentos.

Candidaturas al vapor, disidentes o independientes, las ha habido interesantes a lo largo de la historia. Sin ir demasiado lejos está la de El Bronco en el vecino Nuevo León, como candidato fue muy bueno, como gobernante menos, pero logró vencer a fuerzas políticas consolidadas, en Estados Unidos, hace algunas décadas Ross Perrot logró una buena votación en contra de los anquilosados partidos republicano y demócrata.

Las candidaturas de Alfaro y Samuel por parte de Movimiento Ciudadano se construyeron en un momento. Todo esto para decir que, si se quiere, se puede crear una candidatura capaz de competir y ganar.

Que de momento no se ve, eso es cierto. Personajes como Santiago Creel, Beatriz Paredes, Gurría, Enrique De la Madrid, tienen poco atractivo para el electorado, sea porque ya los conoce, sea porque recuerda de donde salió cada uno.

Así de momento, nos parece difícil que a la hora de salir nominado cualquiera de ellos u otro, despierte el entusiasmo a nivel nacional, que despertó Mejía Berdeja en lo estatal, que si hubiera pulido algunos puntos, pudiera haberse elevado todavía más, pero bueno, no se puede todo.

Los perfiles que ha manejado la oposición, salvo quizá Lilly Téllez y Xóchitl Gálvez emocionan poco. Digamos que están a la par de las grises corcholatas morenistas, con el defecto que no tienen el apoyo del presidente López Obrador.

¿Qué se necesita para crear un perfil atractivo de la nada?, cosa de vivisectar a Mejía Berdeja, ver qué hizo bien, qué hizo mal, cómo se movió, y sobre eso, construir un ganador.

Citando el sobado lugar común de que Coahuila es un laboratorio político, allí tienen un espécimen digno de estudiar, de aprender de él, y de aplicar lo aprendido, pero ya, porque el tiempo se va, y de los aburridos aspirantes de la oposición, no se hace uno.

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