BAILE Y COCHINO…
Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

El Ejido El Porvenir está ubicado en el municipio de Parras de la Fuente, a pocos kilómetros de Paila, donde está la desviación para la cabecera municipal de aquel. Es uno de esos lugares donde no se para nadie, o casi nadie, porque por esas cosas de la vida sobre las carreteras, los que van esperan a pararse en Paila a cargar gasolina, comer algo, comprar algunas marranillas o bebidas, o pasar al baño, y los que vienen, pues exactamente igual, se pararon en Paila y ni con los gritos de los niños que no encontraron lo que querían que les compraran de comer, se paran en El Porvenir.
Según la escasa información que hay en Internet, su población no llega a los 200 habitantes, y puede que sea así, de tan desolado que se ve el sitio desde la carretera, donde por cierto, nadie hace caso de los señalamientos de que hay que reducir la velocidad, ante la posibilidad de que alguna persona cruce caminando, en bicicleta, trepado en algún animal, o en una camioneta de esas conocidas como ejidatarias… por su absoluta falta de apego a cualquier ordenamiento de tránsito.
Bueno, pues El Porvenir ha adquirido en este año una fama muy poco halagüeña, la de que allí se montan accidentes, para saquear la mercancía de los tráileres de carga.
Así que tengamos registrado, ha habido tres accidentes de grandes proporciones, y quizá algunos más, que no han alcanzado a ser noticia por lo menos en la región, y es fecha que nada se sabe respecto de las investigaciones que, en teoría, deben seguirse de oficio ante cualquier incidente de esta clase. Vaya usted a saber las razones por las que no se avanzó, o se guardaron de informar de lo que averiguaron, si es que averiguaron algo.
El primer incidente tuvo lugar hace unos tres meses, cuando un tráiler cargado con tomates se volcó sobre la cinta asfáltica, luego de que una o dos de sus llantas misteriosamente se poncharon. No quedó claro, no dieron suficientes datos del peritaje, si el vehículo iba rápido u, obedeciendo a las disposiciones de tránsito para el sitio, había bajado su velocidad hasta los recomendados, ¿o quizá obligatorios? 60 kilómetros por hora.
El caso es que se ponchó una llanta, y vaya a saber si el tráiler iba excesivamente cargado o si las otras llantas dieron de sí, el caso es que al inclinarse el vehículo, terminó por volcarse sobre su costado. También hay la posibilidad de que fuera más de una llanta la que reventó al mismo tiempo, lo que solo puede explicarse como un acto intencional, pero no hay datos oficiales.
El caso es que sucedió lo de rigor en las carreteras mexicanas, que así como el sistema de salud oficial, son igualitas a las de Dinamarca, si no es que mejores, allá como acá, tan pronto se accidenta un vehículo salen, quién sabe de dónde, montones de gente dispuestas a abrir la caja, eso si no se descerrajó del golpe con el suelo y el desacomodo de la mercancía del interior.
Pero a lo mejor en los Países Bajos, o en Japón, o en otras latitudes, las personas que se acercan al sitio del accidente acuden para auxiliar a los heridos, caso de que los hubiera, y a apilar la mercancía donde estorbe menos al tránsito y para que el propietario la pueda recuperar a la brevedad, no, en las carreteras mexicanas cualquier accidente tiene proporciones bíblicas: lo ven como si fuera maná caído del cielo.
Sea lo que sea que transportaba el tráiler, se considera ganancia limpia para quien ponga sus manos en la mercancía. Al fin que la carga está asegurada, es el pretexto que siempre escuchamos a la gente, que con eso siente que ha quedado libre no solo de pecado, sino también de delito, y es que dependiendo de lo que sea que venía en la caja del tráiler, hasta los policías son beneficiarios de ese maná ¿beneficiarios?, son los meros ganones, pues hemos sabido de casos en los que le ordenan a cualquier camión o camioneta que pase descargada por el sitio, que eche todo lo que quepa y lo lleve al cuartel, al hotel o a un domicilio particular. Ya lo que quede tirado, es para la rapiña, de los pobladores de los lugares cercanos, quienes tampoco van a ir con el chisme de que fueron los policías, los guardias nacionales, los soldados, los que se surtieron con la mejor parte.
De aquel primer accidente la ganancia no fue que digamos gran cosa, transportaba tomates, muchos tomates, algo así como veinte toneladas de tomates, ¿qué pueden hacer unos oficiales de la GN o para el caso, los habitantes del ejido con 20 toneladas de tomates, o de lo que sea?, y más cuando que algún daño sufrió durante el golpe, no puede comercializarse como de primera calidad, y eso suponiendo que hubiera un negocio que les aceptara esa cantidad.
El segundo accidente fue otro tráiler, mismo lugar, características muy similares, nada más que en vez de tomates traía manzanas. Se dio lo ya descrito, se escucha el golpe de la caja del tráiler al caer por tierra, y brotan los ciudadanos con hambre de saqueo. Igual, tampoco se supo nada del peritaje de tránsito ¿qué provocó la ponchadura de las llantas, fue algo totalmente casual y fortuito, o se aprecia dolo?, nada, no nos dicen nada. Esto sucedió hace algo más de un mes. A cualquier autoridad con responsabilidad, se hubiera puesto a indagar sobre las similitudes, no fuera a tratarse de algo intencional bien o más o menos disfrazado de accidente, era para que el ministerio público, auxiliado de la policía investigadora, todo de nivel federal, pues ocurre en carretera federal, anduviera tras la pista de los culpables, presuponiendo que los hay, y como medida preventiva, disponer un rondín, una patrulla aunque sea, de la Guardia Nacional, para que no suceda otro incidente como los mencionados.
¿Y qué cree?, que no pasó lo mismo, sino mucho peor, peor para los criminales que sospechamos existen, pero de los que no hay huella conocida, en cuanto que ahora el accidentado no fue un vehículo pesado de transporte, sino un vehículo particular, en el que viajaba una familia. Y pasó lo que se había tardado en ocurrir, que al no haberse salido de la carretera al acotamiento, que no hay, ni tampoco a la tierra, porque el talud tiene una pendiente demasiado grande, y más con una llanta ponchada, otro vehículo vino y se impactó con el otro, ocasionando la muerte de dos mujeres, la esposa del conductor y su hija de escasos años de edad.
Obvio, la autoridad se tardó en llegar, lo mismo que de costumbre, o quizá se apuraron un poco porque la operación productiva que esperaban, se cebó, y en vez de algo que consumir, vender o traficar, tenían un problema que contener.
Para quienes recorren esa carretera, es notoria la falta de vigilancia policiaca, va uno dejado a su suerte, buena o mala, y si le toca la mala de que lo eligieron de blanco, o el azar lo señaló, disculpará lo ramplón del juego de palabras, pues El Porvenir, lo puede dejar sin… porvenir, sin que a nadie parezca importarle.
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