fbpx

¿Salen mal en matemáticas y español? ¡los quita la 4T y ya!

BAILE Y COCHINO…  

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-  

Si de algo se puede acusar a este sexenio, seguramente cuando se reúna en sesión plenaria el Supremo Tribunal de la Historia, así lo juzgará, es de la polarización, al enfrentamiento entre facciones de mexicanos, a los que ha enemistado, como nunca antes, en la era moderna de la nación mexicana.  

Desde su tribuna de todos los días, las aburridamente tristes conferencias de prensa mañaneras, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha dedicado a dividir al pueblo de México en dos, como si del Mesías se tratara: los que no están conmigo, están contra mí, cuando en este país siempre había habido los extremos obvios, los que están a favor de todo lo del gobierno y los que están en contra de todo lo del gobierno, pero eran un porcentaje mínimo, la enorme mayoría de nosotros estábamos contentos y felices de que nos dejaran en paz, dedicados cada quien a lo suyo.  

Ah, pero López Obrador, hombre político como los peores que ha conocido la historia, se ha empeñado en politizar la vida de todos y cada uno de nosotros, orillándonos a tomar partido, otra vez, los que están encantados, o por lo menos satisfechos de estar bajo su ala, y quienes rechazan esa posibilidad como si de lepra se tratara.  

Si es el Aeropuerto de Texcoco, polarización; si es el Tren Maya, polarización; si es la refinería de Dos Bocas, polarización; si son los programas sociales, Jóvenes construyendo el futuro, Sembrando Vida, pensión a los adultos mayores, etc., polarización, y esto conste, aun los que son beneficiarios de los programas sociales pueden estar en contra de la política presidencial, y viceversa, los que no los tienen, viven en la esperanza de alguna vez ser tenidos en cuenta para ellos. ¿Qué fue de nuestro México abúlico, donde la política era un mal del que huíamos como la peste?, se fue, y quien sabe si regrese.  

Será que es el del momento, o como nos inclinamos nosotros a pensar, que es un asunto realmente importante para el presente y futuro de la nación, uno que literalmente se mete hasta la cocina en los hogares mexicanos, el de la educación, se ha convertido en el punto de polarización en el debate nacional, a un extremo que ni los asuntos ya enumerados, y otros muchos, no había alcanzado nunca.  

En efecto, lo que se haga o se deje de hacer en el tema educativo, es uno que tendrá repercusión en la actual generación de educandos que cursan los niveles, o como les dicen ahora, las fases de preescolar, primaria y secundaria. Pero esta afectación no ocurrirá en abstracto, o mejor dicho, en algún segmento poblacional difuso, del que uno no forma parte, no, ahora esto sucederá con los hijos propios, con los nietos, sobrinos, con personas cercanas a uno, y es allí donde la cosa se ha tornado conflictiva.  

Lo hemos señalado muchas veces, demasiadas, a lo largo de los pasados cinco años; si el gobierno quería emprender una reforma educativa, debería hacerlo desde el primero, máximo desde el segundo año del sexenio, y no esperarse hasta el último, porque es el último, el ciclo escolar 2023-2024, lo que ocurra con el siguiente, el 2024-2025 dará inicio después de la elección presidencial, y será otro presidente el que decida por dónde se va. Eso… si se da, porque está por verse.  

Tan fácil, o tan difícil, como hacer las cosas bien, las cosas como se deben conforme a lo que dice la normatividad vigente. Si la ley general de educación dice que para una reforma en los planes y programas de estudios, la Secretaría de Educación Pública debe consultar a expertos, someterla a la revisión de los padres de familia, de los sistemas educativos de los estados ¿qué les costaba convocar a los representantes de estos actores sociales a platicar?, parte del sentimiento es que no los tomaron en cuenta, y que anduvieron diciendo que sí se les consultó, siendo mentira flagrante.  

Los hubieran invitado a un balneario, a un hotel caro, les hubieran dorado la píldora, diciendo qué es lo que se pretendía y cómo se lograría, pero no… lo hicieron todo en secreto, como si de cosa prohibida se tratara, y al no haber recibido retroalimentación ni observaciones de gente que está afuera, allí están las consecuencias: una propuesta con multitud de errores, desarticulada, que se percibe desconectada de la realidad, ideologizante y tendenciosa, cuando no da por verdaderos hechos sujetos a controversia, como lo de los resultados de las elecciones del 2006 y 2012, el derrumbe del Colegio Rébsamen, entre otros muchos.  

Pero desde nuestro punto de vista esto ni siquiera sería tema de controversia. ¿Por qué decimos esto?, pues porque estamos partiendo del hecho falaz de que la educación que todavía se imparte hoy en las escuelas es la mejor que podían recibir los niños, y es una realidad que esto no es así. El sistema educativo mexicano, por sus resultados, sus procedimientos, su organización, su gasto, está considerado como el peor entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.  

En las pruebas PISA aplicadas cada tres años, México consistentemente ocupaba el último lugar, ubicándose muy lejos de la media de los 34 países que integran esta organización, más los que voluntariamente se sumaban a la prueba para diagnosticar su sistema.  

Con Fox, con Calderón, con Peña, la educación mexicana era un fracaso, un desperdicio de todos los recursos invertidos pero, sobre todo, del tiempo y de las expectativas de alumnos, padres de familia y la sociedad en general. Los niños iban a la escuela y no aprendían lo que debían aprender, los resultados en matemáticas eran una lástima, los de español igual, y los de ciencias, ni hablar.  

¿Qué hizo el gobierno de la 4T?, pues muy fácil: ¿salen mal en matemáticas?, pues quita las matemáticas, ¿salen mal en español?, quita el español, la ciencia cámbiala por “nuestros saberes”, como si las tradiciones ancestrales tuvieran una fundamentación equivalente a las ciencias puras y aplicadas. Y sí, estamos con aquellos que dicen que este es un riesgo mayúsculo para México y los mexicanos, a los que se les cancela la posibilidad de construir un futuro que no sea grillando o viviendo del erario, nada de carreras en ciencias o ingenierías.  

El peligro es palpable, pero lo peor que podría pasarnos es regresar a la “zona de confort” de los contenidos, planes, programas y métodos de estudio precedentes.  

Sí, estábamos muy mal, y la amenaza es de llegar a estar mucho peor. Pero si las pruebas PISA decían que cuando mucho un 10% de los alumnos mexicanos alcanzaban un nivel satisfactorio o sobresaliente, la perspectiva de que sea un 5%o un 2% no nos preocupa demasiado.  

¿Qué le pasa a este país, que ni el gobierno, este y los anteriores, ni las escuelas particulares, ni los supuestos expertos pueden formular un modelo educativo en el que el 90% sean sobresalientes y 10% estén como satisfactorio?, lo que vean en los libros de texto es lo de menos, no podrán aprender menos de lo que aprendían en los precedentes, es estadísticamente improbable empeorar, aunque…

¿Quién sabe?, maestros y alumnos suelen darnos cada sorpresa…

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com.

Up ↑

A %d blogueros les gusta esto: