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Mejía, ‘esquirol político’ de Morena… ¿o del PT?

BAILE Y COCHINO…  

Por Horacio Cárdenas.-  

Ricardo Mejía, “enemigo a modo” de Morena. Ha sido ‘criticado’ por Mario Delgado, líder de Morena. (Foto La Razón de México)

Hay por allí algunas novelas marginales, una que otra película también muy de la tangente, en las que se explora la hipótesis de que el gobierno, específicamente el gobierno mexicano, llegó a ser tan poderoso en la época dorada del Partido Revolucionario Institucional, que se dio el lujo de crearse enemigos, reales o ficticios, para que le sirvieran de sparring, no únicamente para hacer rounds de sombra y mantenerse más o menos en buena condición física, sino para hacer la pantomima delante de la población, de que su gobierno era tan, pero tan fuerte, que podía contra las amenazas, incluyendo aquellas que atentaban contra su misma supervivencia.  

La primera ocasión que leímos esto nos pareció chocante, sobre todo porque los personajes de la novela, estaban tan engañados de que realmente eran revolucionarios, de que tenían una misión renovadora de la sociedad, de que estaban totalmente desligados del capitalismo y al revés, que existían vasos comunicantes con naciones en las cuales el socialismo era gobierno.  

A lo largo de la trama sentía uno cierto grado de identificación con los revolucionarios a los que las fuerzas del gobierno, “los perros del sistema”, como lo decían con mueca de asco, los detenían, torturaban y mataban.  

Ellos eran los jóvenes, los dispuestos a sacrificarlo todo con tal de que el futuro fuera diferente, una sociedad igualitaria en la que a nadie le faltara lo indispensable, pero no nada más eso, sino que hubiera los valores máximos de felicidad, amor, solidaridad, y otros parecidos, totalmente alejados del engaño de la explotación y la acumulación de capital.  

Ni que decir que a los buenos los pintaban como muy buenos y a los malos como muy malos… todo para que cerca del final se revelara la verdad: el gobierno era quien financiaba la guerrilla urbana y rural, que utilizaba a los jóvenes guerrilleros como carne de cañón, y que con tal de darle realismo al espectáculo, llegaba hasta a sacrificar algunos policías y soldados, a algunos familiares de funcionarios y hasta a gente cercana, que había que despachar aprovechando este juego maquiavélico.  

Se llegó a decir que la Liga Comunista 23 de septiembre jugó este papel, que el asesinato de Eugenio Garza Sada cumplió esta función, lo mismo que el secuestro de Rubén Zuno. Todavía recordamos que atacaron la casa del expresidente Miguel Alemán en Ciudad Satélite, dejando varios heridos y muertos a manos de la policía. Realmente parecía que aquello era la verdad.  

Hay quien lanzó la teoría de que lo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que nació el mismo día que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio, fue una invención y maniobra de Carlos Salinas de Gortari. Casi 30 años después, todavía existe el EZLN, al subcomandante Marcos ya lo han de haber pasado a retiro con el grado inmediato superior, y si hacemos cuentas, no se ha disparado ni una bala por año, esa es la clase de guerra que se armó en Chiapas. Hay más muertos en un fin de semana en Guanajuato o Michoacán que en toda la revolución de las Cañadas.  

Los gobiernos priístas aprendieron muy bien que tener enemigos paga y paga bien, usando una frase capitalista, no es un gasto, sino una inversión. Pero claro, hay que hacer las cosas bien.   Todavía recordamos que acá en Coahuila ha habido varios de esos levantiscos que le han servido a los gobiernos todavía mejor que sus propios empleados y afines.  

El caso más patente fue el de aquel Francisco Navarro Montenegro y su Partido Cardenista Coahuilense. Navarro sirvió más que bien durante varios sexenios priístas, le servía muy bien para hostigar a los panistas, a algunos caciques y empresarios a los que traían entre ceja y ceja, con invadirles sus tierras, los doblaban para que fueran a pedir apoyo al gobierno, que generosamente se los concedía.  

En tiempos de Eliseo o de Montemayor en que hasta el registro andaba perdiendo por falta de simpatías, se llegó al extremo de mover los números para que pudiera seguir contando con la licencia, hasta diputado local lo hicieron, con tal de que el fuero le cubriera sus marrullerías. De esa estirpe los hubo también en San Pedro, en Matamoros, y en otras regiones, convirtiéndose en azote de gobiernos, hasta de los de casa, hasta que no llegaba la orden de palacio de que ya le bajara y buscarle otro objetivo. Hasta en la nómina del INEA estaban los hijos de Navarro Montenegro, en una concesión de mutua conveniencia, que salió muy beneficiosa, hasta que dejó de serlo, claro.  

Ahora que Ricardo Mejía Berdeja ha vuelto… en la nueva calidad de líder estatal de un partido al que ni siquiera estaba afiliado cuando era candidato, el Partido del Trabajo, lo que se ve es que llega como elemento de disrupción de la situación política en la entidad. A Mejía hay que reconocerle que tiene la concha muy dura, y que también no hay maltrato, desprecio o abyección que no esté dispuesto a aguantar, todo con la promesa, por lo demás absolutamente difusa, de que alguna vez llegará a gobernador de Coahuila, objetivo que solo le nació cuando necesitó una liana para brincar el sexenio de la cuarta transformación, a la que al parecer, tampoco le tiene demasiada fe.  

En redes sociales, él mismo, sus fans, sus seguidores, gente sin que hacer, o sospechamos nosotros, alguien que es parte del sistema, se han dado a la tarea de propalar fotografías en las que aparece Mejía con leyendas como “El justiciero del pueblo”, como “La esperanza de Coahuila”, como el representante de Marcelo Ebrard en la contienda interna de MORENA por la candidatura a la presidencia de la república.  

A veces pensamos que es tarea de siquiatras, y de siquiatras forenses más puntualmente, tratar de ver qué es lo que trae Mejía Berdeja en la mollera.  

Hasta donde entendíamos, este cuate estaba fuera de MORENA, sin posibilidades de regresar ¿y representa a una de las corcholatas que puede hacerse de la candidatura?, puede ser que Marcelo, que ni por error pisa Coahuila, ni enterado está de que este fulano es su promotor, su jefe de promotores.  

Más grave se nos hace que se anuncie como justiciero, estos se ubican por definición, fuera de la ley, algo que para alguien que hasta hace meses era el encargado operativo de la seguridad pública del gobierno federal, como que nos parece un asunto de traición, aunque claro, siempre está la posibilidad de que todo haya sido un engaño, que sí, se enojaron con él y lo echaron fuera, pero no a un bote de basura del que no pudiera salir para ser de utilidad para cumplir la misión ya esbozada, la de ser un elemento de disrupción en el estado.  

¿Dónde y cómo pueda incidir?, eso ya lo estaremos viendo, u ojalá no, y que se dedique a lo que se supone que es su chamba actual, mantener al PT con respiración artificial. En el momento en que quiera incidir en algo fuera de la ley, tenga por cierto que se le va a tratar como el peón de ajedrez que es, dejémoslo en eso.

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