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Saltillo y su infernal tráfico

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Las grandes obras viales de los gobiernos de Oscar Flores y Humberto Moreira fueron rebasadas por el tráfico vehicular. (Foto Es Noticias Hoy)

Hubo una época, no demasiado lejana, en la que la movilidad en Saltillo era lentísima. Las vialidades, ni siquiera se llamaban así en aquellos tiempos, las calles y las carreteras, no permitían desplazarse a grandes velocidades, que tampoco era así como que muy indispensable, dado que los vehículos que había no estaban preparados para moverse a gran velocidad.

Recordamos que allí donde hoy se ubica el Centro Metropolitano y el Parque Las Maravillas, proyectos urbanos insignia de la administración de Rogelio Montemayor Seguy, eran puras marraneras… y no lo decimos con el ánimo de ofender a nadie, allí había gente que criaba cerdos, muchos cerdos, y lógico, había que cuidar a los animales, no fuera que alguien se los quisiera robar, siempre ha habido quien lo haga o que al menos lo intente.

Bueno, pues esa área que hoy está súper comunicada, implicaba una buena inversión de tiempo para desplazarse desde el centro de Saltillo. Nada de ir y venir a ver si ya puso la puerca, allá iba el dueño del predio, o el encargado, y allá se quedaba, además de que llegaban cansados, asoleados, empolvados, y demás.

Ya luego se construyeron avenidas, posteriormente un sistema vial enorme… y echaron fuera las marraneras, porque olían feo y constituían el siempre útil pretexto de ser un foco de infección. Qué importa que a la hora de comerse las carnitas, el chicharrón y lo demás del animal, no le pusieran ningún pero eso de tenerlos cerca, eso sí que no, así que quien quisiera tenerlos como negocio o como forma de vida, pues que se fuera más para allá, lejos.

Vialidades construidas durante el gobierno del profesor Moreira.

¡Qué esperanzas que la modernidad les hubiera llegado a los marraneros en la forma de vialidades que, en palabras de su promotor, Humberto Moreira, hacían parecer a la capital de Coahuila, SaltiYork!, no, a ellos les tocó la pura mala de tener a los cerdos en corrales de lo más maltrechos, y vivir ellos mismos en otro igual, si no es que en el mismo.

¿Cuánto duró lo que el propio gobernador Moreira contabilizó como tiempo para transportarse desde Valle Dorado hasta Ramos Arizpe en quince minutos?, pues quizá todavía se pueda… a las dos de la mañana, porque lo que es durante el día y en las horas pico, esas que más parecen cordillera, cada vez es más tardado, hasta hacerse verdaderamente desesperante. Las obras fueron buenas durante, quizá unos cinco años, ya después comenzaron a ser insuficientes.

El mismo mandatario comentó que tenían tiempo de caducidad, por llamarlo de alguna manera, tenían una vida útil de unos veinte años, luego de los cuales o más bien, a lo largo de los cuales debería haberse seguido ampliando la infraestructura vial de la capital coahuilense, so pena de… caer en lo que es hoy nuestra pesadilla cotidiana, la de pasar horas transportándonos, ni más ni menos como en aquellos tiempos que comenzamos recordando, con la diferencia de que ahora se dispone de vías muy bien asfaltadas, carros y camionetas que en el velocímetro marcan que pueden alcanzar 240 y más kilómetros por hora, pero que se ven reducidas a ir a vuelta de rueda, porque hay demasiados vehículos en circulación, recorriendo las mismas vías con destinos similares al nuestro.

Antes la gente tenía que ir porque allá estaba su negocio, a veces regresaban para el sábado para ver a la familia y a volver a irse el domingo. Ahora con todo que la distancia ha dejado de ser un impedimento, sí lo es la disponibilidad de espacios para movilizarse, a saber, calles y avenidas, las carreteras mismas.

Así como existe la peregrina idea de que cada niño que nace trae una torta bajo el brazo, así podría pensarse que cada carro que sale de la fábrica, de las que en nuestra ciudad y nuestra región hay varias, debería venir con su dotación de combustible… y su calle para ir y venir. Esto desafortunadamente no es cierto, ni para el niño, que a veces  pasa hambres y padece necesidades de todo tipo que debería resolverle la sociedad a la que viene a pertenecer, y mucho menos para los carros.

Hay carros para aventar para arriba, si eso se pudiera, y en su defecto, hay carros para apilarlos unos sobre otros hasta llegar a la luna. Estamos exagerando, pero espérese unos pocos años, y verá que lo conseguimos y lo superamos.

Digamos que la época dorada de las vialidades saltilleras fue cuando Oscar Flores Tapia construyó sus famosos bulevares, que tanto le criticaron. Para quienes guardamos memoria de aquella época, recorría uno Venustiano Carranza con una tranquilidad… no había que correr, había vueltas a la izquierda sobre el camellón en cada calle, podía uno recorrer la ciudad de norte a sur en pocos minutos, cada viajecito, para lo que fuera, a comprar los tamales a Ramos o los dulces a Arteaga, era un paseo. ¿Pero quién iba a pensar que Saltillo iba a crecer… y a crecer… y a crecer, y a seguir creciendo?

Nadie lo pensó y menos hizo algo para que fuera posible seguir transportándose cómodamente. O bueno sí, Humberto Moreira transformó las vialidades tanto como Flores Tapia, y se acabó. No hay planes para mejorar lo que hay, y no los hay porque no hay dinero para llevar a cabo las costosas obras viales, ¿resultado?, pues que cada vez nos tardamos más en ir a donde queremos o tenemos que ir, o ya de plano, lo evitamos.

A lo mejor fue Flores Tapia el primero que se equivocó, a Saltillo no le hacían falta avenidas para carros, sino camiones para las calles que había, camiones suficientes para meter en ellos a todos los saltillenses que tenían que ir a donde fuera que necesitaran llegar. Lo ponemos a él como culpable, pero los anteriores y los posteriores mandatarios tampoco han buscado una solución definitiva a los problemas de transporte en la ciudad de Saltillo y su zona conurbada. Todo se les ha ido en dejar hacer y dejar pasar, dejarlos no hacer nada y pasárselas todas.

La situación se ha tornado crítica, y por si fuera poco, estamos amenazados, aunque esa no sea la palabra que les gustaría para calificar la llegada de Tesla a Santa Catarina ni el Nearshoring, el arribo de decenas o cientos de empresas que se están moviendo desde el lejano oriente para estar cerca de la frontera con los Estados Unidos, el principal mercado para sus productos. Tampoco es que los empresarios extranjeros estén confabulados contra Saltillo y los saltillenses, no, les conviene aquí por su cercanía y por su infraestructura, pero en el momento en que se den cuenta que enfrentan un cuello de botella vial, se buscarán opciones mejores, en Coahuila o donde sea.

Tenemos la oportunidad de devolverle la viabilidad a la movilidad en nuestra ciudad, si la desperdiciamos no nos vamos a ahogar en carros, lo que ocurrirá es que se perderán las oportunidades de desarrollo, y nos veremos forzados a hacer menos viajes… porque tampoco necesitaremos tantos desplazamientos, a ver cómo nos cae eso, que un fracaso sea la solución de nuestros problemas viales.

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