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Chuchita Figueroa, nuevo corrido de Saltillo

Vuelo de dinosaurio

Escribe: Horoamté

museo aruben

Contamos con la primicia de dar a conocer una de las obras del cantante y compositor coahuilense HECTOR ABEL CARVAJAL VENEGAS, quien se inspiró para esta obra en una familia y un hecho ocurrido en Saltillo, ciudad capital. Cuenta con varios CDs a la venta y en publicaciones por internet.
Héctor Abel es originario de Saltillo y actualmente reside en la ciudad de San Antonio TX, de los Estados Unidos. Y continúa navegando en el arte literario y musical.

Contamos con la primicia de dar a conocer una de las obras del cantante y compositor coahuilense HECTOR ABEL CARVAJAL VENEGAS, quien se inspiró para esta obra en una familia y un hecho ocurrido en Saltillo, ciudad capital. Cuenta con varios CDs a la venta y en publicaciones por internet.
Héctor Abel es originario de Saltillo y actualmente reside en la ciudad de San Antonio TX, de los Estados Unidos. Y continúa navegando en el arte literario y musical.

CHUCHITA FIGUEROA
(Corrido de Saltillo)

Del Barrio del Ojo de Agua
llega a ustedes el corrido
de una historia que ha ocurrido
ha tiempo y es recordada
en El Centro de Saltillo.

Casa hermosa de la Virgen
de Zapopan, le decían
donde Chuchita y hermanas
allá en Saltillo vivían
y en fiestas se divertían.
Las Hermanas Figueroa
hijas de buena familia
en Juárez y de Cepeda,
fueron guapas y admiradas
en toditito Coahuila.

En el ramo de esas flores
María de Jesús, lucía,
Chuchita, que sin amores
por un novio suspiraba,
y soñaba cada día.

Hubo un baile en El Casino
al que fue la Jesusita,
bailó con un joven fino
la inocente señorita
y pensó era su destino.

Antes de acabar la fiesta
Chuchita y Ariel de Peña,
se salieron de repente,
sin despedirse y sin seña,
de amor le habló el pretendiente.

Con apasionado beso
Chuchita se despidió,
fue lo último y fue por eso
que él le quedó en el recuerdo
y ella jamás lo olvidó.

El era de San Antonio,
de allá de Las Alazanas,
mas, nunca jamás volvió,
ni solo, ni con manzanas,

solo desapareció.

La triste de Jesusita
de amores se consumía,
esperando aquel amor
quien ni por besos volvía
y del amor se olvidó.

Nadie pudo consolar
a Chuchita Figueroa,
que de amor se consumió
por aquel Ariel sin par
quien no la volvió a buscar.

Hoy sólo recuerdos quedan
en La Casa Figueroa,
El Museo Rubén Herrera
que Saltillo en muestra entrega
entre Juárez y Cepeda.

El autor da a conocer en esta obra una visión histórica de una de las familias presti-giadas de Saltillo, quienes vivían en una de las casonas clásicas del Barrio del Centro, la familia de Las Hermanas Figueroa, en una casa ubicada en la esquina de las calles de Juárez y General Cepeda. Ca-sona que actualmente alberga al Museo del Maestro zacate-cano y coahuilense por convicción Rubén Herrera.

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