En columnas anteriores había hecho referencia a uno de los cuentos sobre los tres cochinitos y el lobo feroz en donde los tres cochinitos se escondían en cada una de las casas construidas por ellos mientras el lobo soplaba en ellas hasta derívalas.
Esta analogía queda bien en estos momentos. La economía nacional está siendo abatida por los vientos de la realidad social y política del país, la actual administración federal deja entre ver de qué material está hecha su casa.
Dejando de lado los problemas políticos y lo de Ayotzinapa (pero no olvidándonos de ello) la economía está resintiendo golpes internos y externos que ponen a prueba su estabilidad. En primer lugar la caída de los precios internacionales del petróleo, como es muy sabido por todos nosotros y demostrado a lo largo de estos dos años, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) nunca ha sido un excelente ejemplo de exactitud matemática ni financiera, tampoco económicamente predictiva. Parte de hacer un buen pronóstico económico es crear escenarios múltiples sobre lo que pudiera salir mal o bien dentro de todas las posibilidades económico-sociales que pudieran alterar el dato pronosticado. Y como lo señale en su oportunidad la SHCP es muy dada a crear cifras que pretenden vendernos la idea de su inteligencia económica, sin embargo, ellos mismos se han encargado de tumbar ese “mito” al dar cifras que no se cumplen en lugar de manejar rangos probables.
Como todo dato pronosticado es susceptible de subir o disminuir su valor por lo que se deben tener planes alternos para cada eventualidad. Pero en el caso del presupuesto federal que depende todavía del los ingresos petroleros, aunque con la reforma energética cortaron el “cordón umbilical” con ella y si aunamos la reforma fiscal que aunque se diga que es un éxito la realidad es que no ha sido todo lo buena que se esperaba el precio del petróleo se coloco el día de hoy en 54.40 dólares el barril
El presupuesto de este año se ha visto comprometido, pero el del siguiente lo estará aún más cuando estén dando los primeros “frutos” de la reforma energética y se restrinja el ingreso presupuestal por la vía del petróleo además de que es año electoral y se desee dar prioridad al gasto social por lo que una estimación en el precio del petróleo lo más cercanamente posible tomando en cuenta el caprichoso mercado petrolero mundial es indispensable, de lo contrario caeríamos en el viejo método del déficit público generando el circulo vicioso y peligroso del endeudamiento interno y externo. Lamentablemente nuestros especialistas en estadísticas y proyecciones de la SHCP pronosticaron el precio del barril de petróleo en 79 dólares, difícilmente se llegará a esta meta en el 2015 con todo y reforma, el pretexto perfecto para solicitar más créditos internacionales.
Otro mercado también está siendo motivo de preocupación, el mercado cambiario, si bien hemos de decir que este había estado estable durante los últimos 4 o 5 años, el mecanismo de mínima intervención por parte del gobierno federal en mantenerlo estable había dado sus frutos en estos años, sin embargo ahora parece que se olvidaron de realizar su tarea o es reflejo de un situación escondida que puede ser peligrosa si no se controla, el mercado cambiario es el más sensible a las variaciones de oferta y demanda de dólares (si hablamos de la comparación con respecto a la moneda del vecino país del norte) el hecho de que este alto (el día de hoy en que realizo esta columna se cotiza en $15.10 por dólar) y que no parece en el corto plazo que descienda, implica una carencia o dicho en otras palabras, no hay dólares en el país por lo que los pocos que existen se deben vender a precio más alto, por eso el Banco de México está inyectando 200 millones de dólares para incrementar la oferta y reducir el precio del mismo.
Si analizamos los factores que pudieran haber generado este déficit dos parecen resaltar sobre los demás; una disminución el envío de remesas desde el exterior, es decir, los mexicanos que están en el extranjero ya no envían tanto dinero hacia sus familias en México, que puede atribuirse a las reformas fiscales y financieras que generan desconfianza en las personas que enviaban dinero a sus familiares.
Por otra parte, se puede pensar en una fuga de capitales hacia el exterior, muchas empresas no ven buenas perspectivas de desarrollo o crecimiento económico en el país y prefieren destinar sus ganancias o simplemente dejar de invertir en empresas fincadas en México para buscar otros nichos de oportunidades en el mundo. Este punto es importante porque muestra el grado de confianza de los inversionistas en el país y pudiera verse más comprometido si el gobierno federal no realiza con precisión de cirujano las medidas correctas para cambiar esta tendencia.
Pero lejos de buscar pretextos coyunturales internos y externos, la verdad de las cosas es que lo que pesa realmente en la economía nacional es la confianza.
En economía la confianza es esencial para tomas las mejores decisiones posibles sobre inversiones, gastos, ahorro, etc. sin ella en casos excepcionales (pero han pasado a lo largo de la historia en todas partes) la economía tiende a colapsar sea la economía que sea, par ejemplo basta mirar a nuestros vecinos del norte. A pesar de que poseían la economía más fuerte del mundo en el 2009 estuvo a pocos momentos de colapsar debido a que la confianza en el sistema financiero estuvo comprometida por la quiebra de dos o tres bancos importantes, el publico pensó que el problema era más grande de lo que parecía y empezaron a sacer sus ahorros e inversiones del sistema financiero lo que casi hace colapsar la economía al no existir dinero para préstamos.
En nuestro caso concreto el problema es de confianza, esta se perdió cuando visiblemente se trasparento el problema “casa blanca” esta dio el mensaje directo que no importaba cuantas reformas se hicieran en la economía a final de cuentas las ganadoras de todas las licitaciones que se hicieran dependerían de la “cercanía y bendición” del ejecutivo.
Muchas empresas internacionales interesadas en invertir en el país en las diferentes ramas que abrieron sus nichos de oportunidad con las reformas aprobadas, ahora lo piensan dos o tres veces puesto que aparte de agregar los gastos de implementación y creación del proyecto de inversión tienen que sumar el costo de los “regalos” a los tres órdenes de gobierno, muchas de ellas crecen de los contactos necesarios para “dialogar” sobre sus planes de inversión y se encuentran en seria desventaja con aquellas que si lo tienen.
Este costo de oportunidad adicional por corrupción es más grande que las ganancias que pudieran sacar o es mayor, comparativamente hablando, que si invirtieran en otro país.
Ya en segundo término podemos agregarle los problemas de inseguridad que todavía existe, y los problemas sociales, pero esto es mucho menor que perder la confianza por la corrupción y sobre todo frente a reformas netamente centralizadas, que solo basta dar la orden para que se designe al ganador de una licitación.
Precisamente ahora vamos a ver de que está hecha la casa del gobierno federal ante los embates de los vientos sociales y de la confianza ¿será de cartón o de cemento? Sólo el tiempo lo dirá.
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