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Justicia para Allende

De las familias enteras que habrían desaparecido en Allende, es fecha que no se saben los nombres, apellidos, no se tienen direcciones de donde vivían, donde trabajaban, nada o casi nada.

allendeEn un ejemplo más de su estilo personal de comunicarse con sus gobernados, Rubén Moreira Valdez ofreció que en muy pocos días habría sorpresas en el denominado caso Allende. Alguien podría preguntar cual, según nosotros, es ese estilo personal de establecer y mantener un vínculo entre gobierno y gobernados que ejerce el actual titular del ejecutivo coahuilense, a lo que podríamos ofrecer como hipótesis: si no puedes ganarles, confúndelos. A lo mejor existe como estrategia, a lo mejor es pura improvisación, pero si tratamos de desentrañar el galimatías que es el actual sexenio, esta propuesta aclararía bastantes cosas.
Claro que también existe la posibilidad de que el gobernador Moreira se guíe por aquella máxima de la farándula de este país, particularmente en el gremio de las vedettes que complementan el chivo haciéndola de ficheras: no importa que hablan bien o mal de ti, lo que importa es que hablen, y sí efectivamente, cada declaración que hace el gobernador, por no hablar de las de sus folclóricos y siempre ocurrentes secretarios de gobierno, despierta una cantidad de respuestas entre los pocos que se enteran, la gran mayoría de ellas bastante negativas.
A lo largo de estos larguísimos tres años de desgobierno y desde la campaña, se han sucedido las más estrambóticas estrategias de comunicación, las cuales lo mismo han despertado burlas que escarnio, y no pocas enojo entre los coahuilenses.
Pareciera que intencionalmente los “creativos” contratados por el gobernador a través de sus achichincles, se empeñan en encontrar las fórmulas más molestas e irritantes a la sensibilidad de la gente, eso cuando no procuran la abierta falta de respeto y el enojo.
Recuerde usted la campaña aquella de “más mejor”, si lo que se quería era romper con el sexenio anterior, en el que el gobernador era profesor, y asociado a su figura, alguien educado y que priorizaba la educación, alguien que ofrece “más mejor” representaba una regresión en todos los sentidos… y no podrá nadie negar que nos ha cumplido.
La otra campañita de “more, more, more”, a lo mejor tenía como trasfondo la amenaza de que después del primer Moreira y del segundo Moreira, pueda venir un tercero… y allí sí que las cosas se pondrían gachas, ¿y que me dice de la chocosa reiteración de los primeros meses del gobierno actual, de que en Coahuila se sonríe, cuando nadie a ras de pueblo tenía razones para reírse en una administración que si de algo carece es de algo divertido?, ese fue un dechado de grosería del gobernador Moreira hacia sus gobernados, lo peor de todo es que fue apenas el comienzo de algo que ya nos urge que se acabe, si no para otra cosa, para dar por terminada la burla.
El gobernador Rubén Moreira ha insistido en todos lados y en todos los tonos que lo suyo, lo que quiere que marque su administración, son los derechos humanos, ¿Quién sabe si así era antes, o si el amor por los DDHH le surgió cuando su brother no le pudo conseguir otra comisión en la cámara de diputados que esa?, si hubiera sido presidente de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, ni por casualidad se hubiera ocupado de los derechos humanos, más allá de lo que lo hacen todos los políticos a la mexicana. Pero ya entrados en esa “vocación”, el vacile le ha llevado a ocupar esa comisión en la conferencia de gobernadores, a presentar ponencias en Suiza y cuanta cosa, sin que realmente le importe la cuestión un pepino.
Cada mes o menos tiene su reunión con los familiares de los desaparecidos… y fuera de sentarse un rato a hacer como que los oye, ni un dedo se mueve en el estado para encontrar a nadie que no se deje encontrar, incluso esas supuestas investigaciones y logros de presuntos desaparecidos que resultó que estaban internados en algún penal en los Estados Unidos o aún en México suenan a hueco, ¿y sabe por qué?, pues porque se supone que hay sistemas de información de primer orden en materia de seguridad pública y convenios de colaboración con las autoridades norteamericanas, que harían de una investigación de este tipo cosa de pocos días, si no es de pocas horas, no de tres años de hacer como que trabajan un montón: con pasar los generales (los datos generales) de los tales desaparecidos, cualquier tinterillo de quinto nivel podría compararlos con las fichas existentes en la base de datos de personas entambadas, las juzgadas y por defecto, las ya liberadas pero que prefieren cualquier cosa que regresar a este valle de lágrimas coahuileño.
En su momento se señaló, hasta eso no hace demasiados meses, las diferencias entre el caso de los estudiantes desaparecidos y supuestamente ejecutados, calcinados, barridos y tirados al río de Ayotzinapa, y los de Allende, Coahuila.
Algunas voces escandalizadas gritaban que como era posible que por 43 muchachos pusieran en jaque al gobierno mexicano y el nombre de México arrastrado en el cieno de todas las ciudades del mundo donde hubo manifestaciones para esclarecer el caso, en cambio, de lo de Allende, donde comenzaron siendo trescientos, como los de aquella película de Esparta, y que en uno de los capítulos del telechurro moreirista habían quedado en 28 o menos, nadie decía nada, ni en el Vaticano, ni en París, ni en el Distrito Federal, Saltillo o siquiera Monclova.
La diferencia principal es que, si bien se tardaron qué ¿dos días?, en sacar las fotos y los nombres de cada uno de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, de las familias enteras que habrían desaparecido en Allende, es fecha que no se saben los nombres, apellidos, no se tienen direcciones de donde vivían, donde trabajaban, nada o casi nada. Allá en Guerrero las cosas no son diferentes a las de acá, luego luego los familiares de los normalistas se movilizaron para dar a conocer la historia de cada uno de los muchachos, de los paisas, de los parientes, de los primos de Allende, no se dijo nada en su momento y sigue sin decirse, lo que hace dudar, no sobre que haya pasado algo, sino sobre exactamente qué fue lo que ocurrió.
Sí, exhiben de vez en cuando fotos de las casas inusualmente elegantes, prácticamente demolidas a balazos y granadazos… menos lo que el correspondiente saqueo posterior, y luego las máquinas derribando la evidencia… para dejar eso con facha de aquí no pasó nada. ¿Pero quienes vivían allí, a qué se dedicaban legal o ilegal, quienes trabajaban para ellos, quienes los conocían, quienes los visitaban, a quienes les quedaron a deber dinero?, y luego la recurrente promesa de detenciones ¿detenciones por cual o cuales delitos?
Comenzamos pidiendo justicia para Allende, pero no para víctimas reales o hipotéticas, sino para el conjunto de la sociedad coahuilense que merece saber la verdad, si es que hay algo de verdad en todo este entuerto. Lo que queremos saber, de una vez por todas, es si hubo víctimas en Allende, y quién las reclama, porque esto nos parece más atole con el dedo que otra cosa.

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