En una elección por demás antidemocrática, inequitativa, desleal, deshaceada y poco participativa, en donde se impuso el poder del más fuerte, el PRI salió triunfador.
El abstencionismo, cuyo padre, el Partido Revolucionario Institucional, ha sido su principal promotor debido a que en cada elección en donde la ciudadanía no vota, este partido sale ganando y el pueblo sale perdiendo.
Es evidente que la compra masiva de votos y el acarreo de personas estuvo presente durante toda la pasada jornada electoral, eso no minó que el PAN siguiera siendo la segunda fuerza, pero sí logró que MORENA y el Partido Nueva Alianza, hijo bastardo del PRI, se estén peleando la tercera fuerza en Coahuila, dejando rezagado y en desventaja a un PRD, que es socio de las triquiñuelas del partido tricolor, y a un Partido del Trabajo a punto de perder el registro nacional.
Estas elecciones sirvieron para poner a prueba el aparato del poder y vaya que en Coahuila se consiguió hacer de esta «fiesta cívica» una elección de estado, pues el candidato del distrito IV con cabecera en Saltillo, fue secretario general de gobierno y era el candidato oficial del gobernador para diputado federal, pues alguien debe cuidar la imagen del mayor simulador de Coahuila.
Las elecciones estuvieron plagadas de un fraude marcado por la compra de votos, el acarreo de gente y lo peor, no hubo quien estuviera vigilando a las lideresas en las colonias alejadas del centro como Lomas de Lourdes, Las Teresitas, Puerta del Oriente, Lomas de Zapalinamé, Sierra Blanca, entre otras, para que fueran detenidas por las autoridades, ni mucho menos, fueran fotografiadas al menos, mientras hacían el trabajo sucio a favor del PRI.
El mejor triunfo obtenido por el PRI, fue para quien fuera el presidente municipal más odiado en Coahuila, Jericó Abramo Masso, y quien obtuvo más votación en esta ocasión, que cuando fue candidato a presidente municipal.
Es lamentable que un estado como Coahuila que se encuentra envuelto en la peor de las deudas, sea ahora un estado con siete diputados federales que llegan al Congreso de la Unión manchados de sangre y cargando con poco más de 450 personas desaparecidas.
No sé qué festejan los priistas, tal vez este triunfo sea un premio mejor ganado después de que se supo de la desaparición de estas personas y que son sin duda, un botín electoral para que los mismos familiares de los desaparecidos, le den un voto de confianza al PRI, para que sus familiares regresen a sus hogares.
Duele ver a un Coahuila en manos de un gobernante indigno de estar dentro de Palacio de Gobierno sonriente e incapaz de escuchar las demandas de las y los coahuilenses.
Rubén Moreira no tiene la sensibilidad para voltear a ver el verdadero rostro de y los habitantes de Coahuila.
Es indignante para los coahuilenses, soportar un dolor como el que viven las familias de los desaparecidos de Allende y los otros municipios del estado y todavía sí se le otorgue el voto de confianza a los priistas, pues a todas luces podemos ver que fueron ellos los causantes de este dolor que sufren las familias de estas personas que aún se siguen esperando en casa a sus seres queridos.
Rubén Moreira no sabe lo que esto significa para las familias de los desparecidos y tampoco los electores que vendieron su dignidad por una cantidad de dinero que apenas sirve para alimentarse un día y seguir sufriendo toda una vida.
Los priistas no ven y ni sienten el dolor de las familias de los desparecidos, los priistas no saben lo que es el dolor de vivir en casas a punto de derrumbarse, los priistas no saben lo que es tener hijos que no van a la escuela, solo saben que esas familias serán sus clientes en las elecciones como las del pasado 7 de junio que les dieron un voto a ellos o que simplemente no votaron y con eso obtuvieron el triunfo.
Eso duele, y duele más porque los priistas no viven el calvario de muchas familias que tienen que levantarse temprano para ir a trabajar. No saben lo que es no tener empleo, no saben lo que es tener un empleo mal pagado, tampoco saben lo que es tener hijos mal alimentados, no lo saben porque ellos viven en lujosas casas blancas compradas con dinero del estado.
Realmente se necesita hacer una reforma a la ley electoral por que la actual no sirve, los partidos con menor votación favorecen al PRI, lo mismo que los votos nulos y el abstencionismo.
No se puede concebir algo así, hay que ver la nueva realidad de país, se debe construir un Coahuila nuevo, un México moderno, pero en realidad moderno, no con simples cambios superfluos que no sirven de nada, sino con nuevas leyes que a todos nos sirvan, que nos ayuden a transformar nuestras mentes.
No podemos seguir viviendo de las migajas que se le caen de la boca a los grandes políticos que salen de las filas del PRI, ellos son unos indignos ciudadanos que se alimentan de la podredumbre de la sociedad, pues son los carroñeros políticos de un país que está muerto en vida.
Estas sabandijas solo han salido de un agujero para hacer de los problemas sociales su plataforma electoral, al recitar un discurso plagado de demagogia y lucir espectaculares ante los reflectores de los medios informativos y hacer creer a la sociedad que son unas lindas mariposas primaverales, cuando en realidad es polilla vil que se alimenta de la madera suave que es la juventud de este país a quien fácilmente engañan con su palabrería.
Ahora les preguntamos a los políticos que llegan al Congreso de la Unión y que fueron electos “democráticamente” ¿realmente tienen su conciencia tranquila luego de jugar con la necesidad de los habitantes de Coahuila?
¿Creen que se puede vivir tranquilo alimentándose de la sangre del pueblo?, esperemos que las respuestas de estos parásitos de la política sean convincentes, pues de otra manera estaremos a merced de ellos por toda una eternidad.
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