Lo que acontece fuera del país puede no ser culpa de nuestras autoridades financieras, económicas y monetarias, pero ¿qué pasa con el mercado interno?
(La Quimera de Pep, escribe José Luis Cuevas).-
El incierto panorama internacional, en medio de esta aparente reorganización, le sigue mojando la pólvora de las reformas estructurales al Gobierno Federal. Una vez más los especialistas en materia de economía recortaron las expectativas de crecimiento para el presente año y aún no hemos concluido el primero de los cuatro trimestres anuales, esto de acuerdo a la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado sacada a la luz por el Banco de México.
El pasado diciembre del año 2015 se esperaba un crecimiento de 2.72% y tan solo un mes después, en enero, se pronostica aproximadamente un 2.69 por ciento; lo alarmante no es la reducción de 0.03 puntos porcentuales, que ya puestos en oferta podríamos calificar de marginal, sino las constantes mordidas que se le van dando a esta y otras variables de referencia, aunque el discurso oficial siga siendo la supuesta firmeza de la macroeconomía, misma que luego de alcanzar constantemente los valores máximos respecto del dólar ya no luce tan boyante ni colorida.
Entre los argumentos de la solidez macroeconómica resulta fácil encontrar la presunción que se tiene de mantener la inflación en una tasa objetivo: rondando el 3%; situación que lejos de despertar el sonar de las fanfarrias, es lo más probable en el acontecer de una economía que se desenvuelve cual neumático desinflado. Los niveles de inflación se mantienen bajos porque la llanta del auto que se llama México no está calibrada en un punto ideal que le permita desplazarse óptimamente en armonía con el resto del destartalado vehículo. ¿Y los mecánicos?
Recientemente el INEGI publicó los resultados de sus sistemas de indicadores cíclicos referentes al mes de noviembre en los cuales existe un alarmante desempeño poco favorable en la producción industrial, las importaciones y el empleo formal. Este sistema de indicadores contiene información bastante relevante debido a que permite dar seguimiento al comportamiento de la economía. Y entonces surgen más y más contenciosos: ¿y los efectos de la reforma laboral sobre el empleo? Además ¿no existen motivos para que se diversifique el abanico de opciones y especialización de algunas regiones del país?
Sin duda el tener un vínculo con el mercado externo tan estrecho como el de México tiene sus riesgos. Lo que acontece fuera del país puede no ser culpa de nuestras autoridades financieras, económicas y monetarias, pero ¿qué pasa con el mercado interno? Las excusas se acaban a la hora en que se apostó apuntalar el crecimiento y desarrollo económico en el exterior; la indolencia de dejar pasar eso sexenio tras sexenio ha ido desgastando la economía de las familias.
En un mundo paralelo, en una quimera, alguien le hubiera puesto algunas libras a ese neumático.
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