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LOS HERMANOS LOBOS

Escribe: Fidencio Treviño Maldonado

 

 

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Los lobos salen de cacería, en pleno mediodía asechan para caer sin misericordia sobre su presa.

Y los perros aprendieron mucho de los hombres y enseñaron a ladrar a los lobos, los lobos fueron sometidos por los perros  y tenían prohibido aullar–“Cueva de tinieblas”

(Cuento de Fidencio Treviño).

El hombre en pos de tener posesiones ha perdido el juicio, el extravío de su mente y hasta el rumbo de su vida, vemos con pasividad como nuestra clase política y los que mueven la economía no tienen amigos, no conocen la paz, ni siquiera los límites de la naturaleza humana.

Ellos tienen intereses y ansias de entrar al círculo Alfa, en donde se manda, se sacia primero el hambre y sed de poder y deja las migajas para los de baja casta.

El triunfalismo no tiene límite, se administran con moderación, pero sin pudor alguno se esconde el cinismo y se da la dentellada, viven una orgía mercantilista perpetua, la nueva forma de hacer negocios, fabricar dinero sin dinero, que sin duda es lo que hacen los magnates por ejemplo, la acción mediática e imbuir de la comunicación, de las frituras, la comida rápida, las bebidas, la paradoja, el deporte promociona el alcohol y hasta la violencia, el negocio del agua embotellada sin minerales a precios de oro y todo un mundo feliz o –Alicia en el burdel de las maravillas– el ladrido y aullar tan obsesivo de los anuncios mercantiles dirigidos siempre a la clase más endeble y desprotegida ” la ignorante, frágil y miserable”.

Logran su cometido fabricando ídolos de barros, el hombre que se retrata en sus Dioses, la figurilla anoréxica de la artista de moda o que impongan, equipos y deportistas mediocres elevados a super herores por los cronistas que a base de ladridos los encumbra,  lo mismo pasa con la pasarela artística envueltos en una fraternity en eterna fiesta propagandística de lenguaje perdido, con relieves chillones arremedando la moda.

La galería de estereotipos a nivel mundial aterrizan en países tercermundista como el nuestro en donde hasta la forma de vivir ha logrado fabricar clases, de primera, gente que se cree rica, que cree tener mucho y le falta todo, los lobos domesticados, le siguen los de segunda o la clase media, en donde radica la mediocridad, siempre en el trapecio del miedo de caer sin red o subir sin protección y, la tercera, la clase miserable a la que sin querer y sin estar etiquetada pertenece la primera y segunda clase, los pobres, nacimos, vivimos y morimos miserables, sin preocupación alguna.

La burguesía o los que se creen ricos, estos hoy como ayer, como lo concibe Balzac –viven en la comedia humana con consignas morales y compromisos sociales– y también ahora y antes se establecen reglas y se guían por una ética pacata y una festiva hipocresía, notoria hasta en su sonrisa postiza y en cuya telaraña están enredados sin remedio, con la ambición de ser más que su compañero.

Y esta envidia sin duda es lo que termina al menos en algunas sociedades mercantiles o de la vida social por envilecer al individuo, algunos lobos van más lejos y afirman sin ningún pudor que el triunfalismo material es el proyecto único en su miserable vida. “El mundo y los tiempos  voraces  y canallas que nos tocó vivir es el culpable” dicen los yoyos que venden consejos disfrazadas de conferencias tan de moda, siempre hablando de su realidad.

Nos dicen que la debilidad es una carga muy pesada, que el dinero no importa pero ellos cobran muy caro, etc. etc.,  cuando antes los consejos eran y siguen siendo gratis, los daba la misma vida y de hecho son los que valen y sacan adelante en lo referente a  libertad y quien es libre de pensamiento tiene resuelto el resto de su vida, cosa difícil por el actual retrato de la sociedad, que refleja la soledad, la angustia y la resignación como resultado de la abulia que la mayoría padecemos y  de la que se aprovechan los lobos para cazarnos. “El poder –dicen algunos que saben del asunto–corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente”.

Hoy parece que nuestros hermanos “lobos” mexicanos cuando están metidos en negocios gordos y turbios, en tranzas, rapiña, injusticias, abusos de autoridades, corrupción y imperios de fortunas su diagnóstico es ese.

Los lobos salen de cacería, su olfato, sus garras, los dientes afilados, su tenacidad y su insaciable hambre los hace únicos, sin embargo a la vuelta de la esquina, en plena mediodía como mansas ovejas asechan para caer sin misericordia sobre su presa; sus mismos hermanos.

Comentarios y sugerencias; kinotre@hotmail.com

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