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UNA INDUSTRIA QUE NUNCA FUE NUESTRA

México que llegó a ser el quinto país con mayores exportaciones automotrices se prepara para caer al sitio veinte o más bajo, tan sencillo como que ya no haremos carros, ¿Cómo vamos a venderlos?

BAILE Y COCHINO.-

Escribe: Horacio Cárenas.-

daimler

Hace algunas décadas se preguntaban los pocos especialistas que había, ¿por qué la Volkswagen había instalado su planta en Puebla?, en un país tan centralizado como lo era el México de aquellos tiempos, sonaba rarísimo que la empresa europea que había decidido montar una fábrica en el país para el abastecimiento del floreciente mercado interno, y eventualmente para exportación, no se estableciera en los confines del entonces llamado Distrito Federal, y hoy pomposamente Ciudad de México. Recordemos que la planta de la General Motors estaba en la Avenida Ejército Nacional, nomás cruzando, se encontraba uno en una de las colonias más elegantes de la capital, Polanco, y la lógica mandaba que como el resto de la nación, era según dicen que decía la Güera Rodríguez, igual de triste, feo y aburrido que Cuautitlán, pues lo lógico es que las poderosas automotrices que fabricaban sus glamorosos vehículos, lo hicieran en donde más se consumían, el mismísimo D. F.

Visionaria, para los años sesenta del siglo pasado, se consideró a la Ford, que precisamente fue a instalar su modernísima planta al municipio mexiquense de Cuautitlán, el mismo del que hablaba la Güera, pero ahora sí que para quienes tienen memoria de eso, parecía que estaba a mitad del camino entre el Distrito Federal y Saltillo, tan lejos se le veía, pero eso era entonces, hoy está dentro de la mancha urbana.

Luego nos encontramos con que también cerquita se había instalado la Chrysler en las cercanías de Toluca, sobre la carretera a México, aunque también daba la impresión en aquellas soledades de estar en mitad de ninguna parte. Los japoneses eligieron Aguascalientes para instalar la Nissan, y bueno, ese era más o menos el panorama de la industria automotriz durante mucho tiempo. Nadie le veía ni pies ni cabeza al cómo elegían la ubicación de sus plantas o porqué preferían un sitio por sobre otro, y de quienes cabría obtener una explicación, los políticos que tienen acceso a los papeles, convenios, contratos, autorizaciones y demás, en vez de decir las cosas como son, todo lo enredan para llevar agua a su molino.

Ya en los años setenta y siguiendo el viejo precepto de que a toda capillita le llega su fiestecita, también a Saltillo le llegó la industria automotriz, y no con una sola planta, sino con dos, la de General Motors y la de Chrysler, en aquellos momentos se presumió que fue la iniciativa y la gestoría de Oscar Flores Tapia la que atrajo esas inversiones para la capital de Coahuila, aunque de esto no hay constancia fehaciente, y menos por lo que le queremos decir aquí, que esas cosas, la ubicación de empresas del ramo automotriz, obedece a intereses y principios que poco o nada tienen que ver con lo que haga o deje de hacer el gobierno, o sí, siempre y cuando les represente una ventaja sobre otras locaciones, pero esto si acaso significa un “plus” sobre decisiones ya tomadas.

Nos damos cuenta porque Coahuila en su momento ha competido, peleado y perdido por las plantas de Kia, de Mercedes Benz, de Honda, de Toyota, y de las ampliaciones de General Motors, entre otros proyectos de las armadoras y del cúmulo de empresas que constituyen sus cadenas de proveeduría, como ellos mismos le llaman. Y si bien no hemos vuelto a dar el campanazo de aquellos años setenta, tampoco nos ha ido del todo mal, pues la planta de Freightliner no es nada para despreciar, como tampoco la planta de Chrysler en Derramadero, con la que de facto se abrió otro gran polo de desarrollo industrial en la región sureste del estado, pero otra vez: ¿Qué papel jugó el gobierno en la llegada de las inversiones?, a ellos y al pueblo les gustaría pensar que mucho, pero nos sospechamos que fue allá en Detroit, en Washington, o quién sabe dónde, se deciden esas cosas analizando factores de los que uno acá a ras de suelo, de suelo mexicano, no tiene ni idea siquiera.

Lo que nunca nos ha quedado claro es que pese a que la “mano de obra mexicana” es de las mejores del mundo, que ganen este o aquel premio de calidad, que estén catalogadas como de excelencia entre todas las plantas que tienen las empresas en el mundo, aparte de los factores que quiera usted mencionar, desde la competitividad de la región, el clima, lo bonito que es para vivir o lo amigable que es la gente (¡ajá!), así como llegaron así se habrán de ir un día. ¿Cuándo será esto?, cuando encuentren cualquier otro sitio que les convenga más que lo que en su momento les convino Coahuila y México, y que ahora se ha desplazado a territorio norteamericano, a donde piensan regresar luego de cinco o más décadas de haberse venido para acá.

Alguna gente quisiera pensar que los apellidos: Nissan Mexicana, General Motors de México, y otras así que pudiera haber, hasta eso desesperantemente pocas, significan que las tales empresas son mexicanas, pertenecen a mexicanos, tienen arraigo en el país… pero no hay nada de eso, en Kia se habla coreano, en Nissan se habla japonés, en Volkswagen se habla alemán, hoy como el primer día, de allí que ahora que Donald Trump les ha puesto las peras a cinco, les haya tomado como tres décimas de segundo decidir que si son a cinco las peras, nos regresamos a Estados Unidos antes que nos las pongan a 7.50 o todavía más caras.

La pregunta que cabe hacer aquí es ¿y todos los políticos que durante sexenios presumieron que habían logrado atraer tantas más cuantas empresas, crear tantos más cuantos miles de empleos, atraer tal cantidad de inversión extranjera, donde están ahora para ejercer su misma capacidad, pero para evitar que se vayan?, triste que la realidad nos haya venido a poner en nuestra realidad como aquel perro que nunca sintió que traía una cadena arrastrando por todo el patio, cadena que solo sintió cuando quiso brincar la cerca y se ahorcó con ella.

Tanto apostarle a lo de fuera, a una industria que jamás de los jamases fue ni remotamente mexicana, por no ofender diciendo que nuestra, para llevarnos el chasco de la vida: cambiadas las condiciones… ai nos vemos otro cuatrienio, si es que Trump no se reelige y el que venga no tiene las mismas ideas proteccionistas.

Por lo pronto, México que llegó a ser el quinto país con mayores exportaciones automotrices se prepara para caer al sitio veinte o más bajo, tan sencillo como que ya no haremos carros, ¿Cómo vamos a venderlos?, y reiteramos que los hacíamos por cuenta de otros, nunca de nosotros.

El modelo de desarrollo de la industria automotriz no fue mexicano, lo decidieron fuera, y ahora nos han sacado de la jugada quien sabe por cuánto tiempo. Así las cosas ¿alguien está pensando en cómo o con qué lo vamos a sustituir, o también estamos esperando que esa solución nos venga de fuera?

1 thoughts on “UNA INDUSTRIA QUE NUNCA FUE NUESTRA

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  1. asi es desa fortunadamente es muy simple el gobierno anda de arrastrado con los gringos para seguir recibiendo las enormes cantidades que en su momento daba obama y los antesesores, y ahora como ya no van a tener una cantidad pues hasta va videgaray pero bueno hay campo entendamos eso hay tantas cosas nacionales las cuales podemos hacer efectivas para el crecimiento y no atenernos a fuentes extranjeras

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