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Frank Robinson… El Destructor

Aquellos Tiempos.-

por: Miguel Ángel Genis.-

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Cuando llegó a los rojos de Cincinnati en 1956, los fanáticos al rey de los deportes, ni siquiera imaginaban que el habilidoso y fuerte bateador se convertiría en poco tiempo en uno de los más grandiosos peloteros de todos los tiempos.

Ese año, los cronistas que cubrían el beisbol en la unión americana, que para esas fechas ya abarcaba todas las extensiones del vasto territorio desde California hasta Massachusetts, en forma unánime lo erigieron el novato del año de la liga nacional.

Así hizo su presentación en la gran carpa el talentoso jugador de color Frank Robinson, jardinero derecho, primero de los Rojos y más tarde de los Orioles de Baltimore, club con el que alcanzó su plenitud y del que fue inspiración para que este equipo llegara por primera vez a la serie mundial en 1966 y barriera en cuatro juegos consecutivos a los Dodgers de Los Ángeles.

Con Cincinnati, Robinson obtuvo el galardón del jugador más valioso de la temporada en el año de 1961 y repitió el truco en 1966, pero en esa ocasión, jugando ya para Baltimore y convertirse así en el único jugador que recibía tal distinción en ambas ligas.

Ese año, además ganó la triple corona de bateo de la liga con 49 cuadrangulares, 122 carreras producidas y porcentaje de 316 puntos, los más altos de la temporada.

Cuando los rojos vendieron a Robinson en 1965, los fanáticos de Cincinnati y suburbios aledaños, protestaron ruidosamente y nunca perdonaron a los dueños del club el haber dejado ir a quien para ese entonces era el mejor jugador no solo del equipo escarlata, sino según los más expertos conocedores de ese deporte, era uno de los más talentosos, jugadores del momento y de todas la épocas del rey de los deportes.

Desde que llegó al beisbol, Frank empezó a escribir historia en el apasionante pasatiempo norteamericano al ser distinguido el Novato del Año. Cuando terminó su carrera, ocupaba el cuarto lugar entre los jonroneros de todos los tiempos con sus 586 palos de vuelta entera, solo superado en este renglón por los inmortales Hank Aarón (755)  Babe Ruth (714) y Willie Mays (660).

El formó parte de la famosa mancuerna conocida como Los Robinson de la destrucción que sembraba el terror entre los lanzadores en los últimos años de la década de los sesenta y los primeros de los setenta. Su pareja en labor destructora fue Brooks Robinson, tercera base de los Orioles de esa época, del que nos ocuparemos en próxima colaboración. Ellos llevaron a Baltimore a la serie mundial en 1966, 69, 70 y 71.

Sus contemporáneos solían llamarlo “el ganador”, y el sobrenombre le quedaba bien, porque él jugaba siempre para ganar. En la serie mundial de 1966 contra los Dodgers, a quien derrotaron en cuatro juegos seguidos, Frank conectó jonrón solitario en la cuarta entrada del cuarto juego para derrotar a Los Ángeles en una carrera a cero y llevarse el trofeo de la serie mundial a casa.

Una serie mundial que Frank recuerda con tristeza es la de 1969, ese año se enfrentaron a los enrachados Mets de Nueva York que los derrotó cuatro juegos a uno, Robinson logró dejar la marca de la casa al conectar cuadrangular en el último juego en su desesperado intento por obtener el triunfo, pero todo fue inútil, Baltimore salió con la derrota. En la temporada tuvo una actuación sobresaliente con 32 cuadrangulares y 100 carreras producidas.

En 1970, los Orioles se enfrentaron en la serie mundial a los Rojos de Cincinnati, donde Robinson tuvo oportunidad de saludar a sus antiguos compañeros y deleitar a los aficionados que lo seguían queriendo, conectó par de cuadrangulares para ser factor muy importante en la victoria de Baltimore por cuatro juegos a uno.

La última presentación del grandioso pelotero como jugador en los clásicos de otoño, fue contra los Piratas de Pittsburgh en 1971. En esa serie mundial Robinson volvió a timbrar par de palos de vuelta entera, pero los bucaneros se llevaron finalmente el titulo.

Cuando Frank Robinson se retiró de los diamantes al terminar la temporada de 1976, había jugado 2 mil 808 juegos, conectó 2 mil 943 imparables, entre ellos 528 dobletes, 72 triples y 586 jonrones.

Anotó 1829 carreras y empujó al plato 1812 para dejar un promedio de por vida de 294 puntos. La comisión del Salón de la Fama de beisbol, acordó su ingreso al recinto sagrado en 1982, tan pronto como transcurrieron los cinco años de su retiro para ser elegible, como establecen las reglas de ese organismo.

Inteligente y agresivo en su juego, Robinson se convirtió en mánager de equipos de gran tradición como los Indios de Cleveland, los Gigantes de Nueva York y los Orioles de Baltimore

 

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