La Quimera de Pep.-
Escribe: JL Cuevas.-
Estamos frente a un capítulo más para solucionar un problema que nuestro país se convierte en un monstruo que lo devora todo, la violencia; hija predilecta de la corrupción y que se ha transformado rebasando sus propias fronteras, surgiendo de ella tantas ramificaciones como perversiones pueden caber en los más oscuros rincones de la ignominia.
Se ha dado el visto bueno a una ley que permite dar facultades a quienes no se encuentran listos para ejercer las funciones encomendadas. La violencia combatida con más violencia solo puede arrojar un producto, ella misma. Sería buena idea echar un vistazo, aunque sea muy de prisa a las experiencias en Sudamérica y en Europa, por mencionar los casos más difundidos, sobre situaciones en las que el poder residió en la voluntad de uno o unos cuantos personajes.
Cada individuo lleva dentro de sí la guerra y la paz, la razón y el impulso, pero sobre todo, tiene la oportunidad de reinventarse cuando la situación lo exige; cuando la estrategia se ha erosionado y la mejor elección es aceptar que no se está conduciendo por el mejor sendero posible; escuchar otras voces.
Aún y con la advertencia de organismos internacionales y expertos en el tema, se le ha dado fast track a una ley que nos puede convertir en un capítulo de un triste cuento de nunca acabar. Una situación de uróboros.
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