“…no tenemos todo para interpretar el mensaje, pero los elementos de la elección de las víctimas, el momento político y otros, nos dan la clave de una planeación poco menos que exquisita.”
BAILE Y COCHINO.-
Por: Horacio Cárdenas.-

Uno de los más espeluznantes episodios de la célebremente triste Masacre de Allende, como lo han relatado algunos colegas que han logrado reunir las piezas de uno de los rompecabezas más manoteados en la historia reciente de Coahuila y de México, es la actitud asumida por el entonces gobernador interino Jorge Torres López al serle comunicado de primerísima mano lo que en ese preciso instante estaba ocurriendo.
Según la crónica, Jorge Torres se hallaba en Piedras Negras, distante casi nada de Allende, en compañía del presidente municipal Oscar López Elizondo y otras pomadosas autoridades estatales y municipales, conviviendo en un evento social, para más señas una boda que tenía como escenario el Casino Nacional. Aquella tarde noche de marzo de 2011, un grupo de ciudadanos y empresarios se apersonaron en el sitio para pedirle dispusiera se hiciera algo, la policía municipal, la estatal, que se llamara al ejército, a la marina, a quien fuera, porque los zetas estaban literalmente asolando la cabecera municipal de Allende, matando y llevándose a cuanta gente caía en sus manos. Concluye el relato de la jornada que, como los meros machos, el gobernador, acompañado del alcalde, movilizaron un descomunal operativo de seguridad… para que los condujera al aeropuerto para abandonar la ciudad fronteriza, dejando a Allende y sus habitantes a enfrentar la más negra de las suertes.
Eso fue entonces, y es fecha que ni aparecen todos los que desaparecieron, ni han sido detenidos todos los que participaron en la masacre, ni se sabe todo lo que debería saberse, como tampoco nadie de entre las autoridades estatales ha sido tocado ni con el pétalo de una orden de aprehensión, si no por complicidad, por omisión en el cumplimiento de sus funciones, y aquí hablamos desde el tecolote de esquina hasta el jefe de grupo, comandantes, delegados regionales, procurador, secretario de gobierno y gobernador.
¿Pero qué pasa en este feliz inicio de sexenio y de año 2018?, ah pues que Piedras Negras vuelve a ser escenario de otro hecho de sangre, que si bien no tiene las proporciones de lo ocurrido en Allende, si es muestra de que aun sin encenderlas, las cosas están calientes en la frontera.
Dicen del estilo de la política mexicana, que aquí en México y por extensión en Coahuila, hasta los estornudos son políticos… “cuantimás” los asesinatos… las ejecuciones colectivas… al estilo del crimen organizado… de gente asociada, así sea de lo más lejana, con uno de los casos de corrupción política más candentes del momento actual, y por si fuera poco para acabar de entrar en sospecha… el momento… el momento.
Los primeros datos que se conocieron fue que se habían encontrado tres cuerpos atados de pies y manos en el municipio de Guerrero, a quienes se había dado el tiro de gracia. Esto en sí mismo no es ninguna novedad, en Piedras Negras y en toda la región fronteriza no hay casi día en que no se registre uno o más asesinatos que tienen toda la pinta de ser pleitos entre los cárteles de la droga o bandas del crimen organizado que controlan buena parte de lo que sucede en aquella zona de Coahuila. Donde la cosa se comienza a enredar es cuando se da a conocer la información de que los tres ajusticiados formaban parte de la plantilla laboral de un rancho ubicado en Guerrero, propiedad ni más ni menos que de la familia Gutiérrez, sí, la misma a la que pertenece Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, a la sazón procesado en el elegante Centro de Readaptación Social de la Ciudad de Chihuahua, sitio que llegó a engalanar acusado de operar el tráfico ilegal de recursos de los gobiernos estatales para financiar las campañas electorales del Partido Revolucionario Institucional, del que él era secretario general adjunto.
¿Que qué puede tener que ver el que hayan pasado por las armas a tres infelices peones de un rancho del que a lo mejor nunca en su truncada vida habían visto al dueño, el interfecto Alejandro Gutiérrez?, a lo mejor nada, pero si nos apegamos al precepto del estornudo, y de que en política las casualidades simplemente no existen… a lo mejor se trata de un aviso, un aviso de que calladita la conejita se ve más bonita, ¿o yo que se?, no somos de los más aguzados intérpretes de los mensajes cifrados que dirigen los delincuentes de cuello con cadena de oro de 24 quilates a delincuentes de cuello blanco de seda pura.
Pero tampoco hay que quitarle el ojo de encima al momento en el que ocurre el descubrimiento de los cadáveres, pues sucede que con diferencia de horas, se hallaba en Piedras Negras el gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, hablando de que sin seguridad no puede darse el desarrollo económico, y de allí el compromiso de su gobierno recién iniciado para que todo el estado y en particular la atribulada región fronteriza no sigan sufriendo por la delincuencia rampante.
Piensa mal y acertarás, sentenciaban los viejos maestros de periodismo, porque eso es lo que nos queda hacer, ante la falta de más elementos de información que los que se sueltan a cuentagotas, primero que nada ¿hay mensaje en el asesinato de los tres trabajadores del rancho de los Gutiérrez, o que pese a la saña y violencia, se trató de un hecho aislado?, aceptando que hay la intención de comunicar algo ¿Para quién es el mensaje, para el gobierno del Estado, en particular para quien lo encabeza Miguel Riquelme, o el asunto de alta política y el destinatario es el embotellado Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, y ya de pasada todos los que de alguna u otra manera tuvieron algo que ver con el desvío de fondos en Chihuahua y otros cinco o seis estados, para que sepan lo que les puede pasar si se van de la lengua?, repetimos, no tenemos todo para interpretar el mensaje, pero los elementos de la elección de las víctimas, el momento político y otros, nos dan la clave de una planeación poco menos que exquisita.
Ya estaremos viendo, o no, si el mensaje fue debidamente comprendido por sus destinatarios.
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