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Lo que vale la amistad de un coahuilense: $900 millones de pesos

BAILE Y COCHINO.-

Horacio Cárdenas.-

alex
Manlio Fabio Beltrones y Alejandro Gutiérrez.

Enrique Peña Nieto es amigo de los amigos, pero en esta categoría hay muy pocos que puedan sentirse como tales, en tanto que la lista de lo que se creían favoritos en el ánimo del presidente de la República, se han llevado desengaños de tamaño solo comparable como la pérdida del primer amor. Y es que sí, en tanto político a la mexicana, nacido y crecido en el sistema político del viejo PRI, Peña se apega al dedillo a aquella máxima de que en política, todos los amigos son falsos, y todos los enemigos verdaderos.

Entre los políticos que se dieron el frentazo de sentirse amigos, es más, de sentirse protegidos, y aún por encima de esas dos categorías, de creer que el presidente les debía algo, que podían presionarlo o hasta chantajearlo, los hay muchos. Dos que tres han tenido la amarga experiencia de que si hay alguien frío, duro y calculador en la actualidad política de México, ese es Enrique Peña Nieto, capaz no solo de dejarlos a su suerte, sino de perseguirlos y encarcelarlos, ellos que se sentían, de veras, que tenían al mismísimo inquilino de Los Pinos en un puño, y se toparon con que el del puño era otro, dispuesto a aplastar a los que en otro momento fueron sus aliados, sus casi socios, sus financiadores…

¿Nombres?, allí tiene el de Andrés Granier Melo, “el señor de las camisas”, quien se atrevió a romper la Omertá, la ley del silencio de los mafiosos, amenazando con que si le daban para adelante a las investigaciones por desvío de fondos y enriquecimiento ilícito mientras fue gobernador del Estado de Tabasco, revelaría con pelos y señales que ese dinero, bueno, parte de él, se fue a la campaña del entonces candidato a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto. Ni que decir que al presidente no se le amenaza, y allí tiene que sin sus cientos de trajes, camisas y guayaberas, fue a dar a la cárcel, donde si no nos equivocamos, todavía está contando los barrotes de la ventana y los ladrillos de su celda, todo por no saber el mínimo detalle, indispensable para cualquier político, de saber con quién está tratando.

Otro que se sentía protegido hasta la complicidad, es el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte Ochoa, quien según él, habría aportado si no miles, sí cientos de millones de pesos a la campaña de Peña Nieto a la presidencia, y con eso que él consideraba salvoconducto o mejor aún, carta de impunidad contra todo lo que después hizo y deshizo en el gobierno de Veracruz, entidad a la que dejó no solo quebrada sino en una situación de corrupción e inseguridad nunca vistas. Tampoco se tentó el corazón el presidente para procesarlo y tenerlo en una exclusiva celda en el reclusorio norte de la ciudad de México. Está Roberto Borge Angulo, de Quintana Roo, ya calentando cemento en una prisión en Cuernavaca por desfalco de las finanzas públicas del estado que gobernó, y hay otros casos en trámite, los exgobernadores de Chihuahua, de Tamaulipas, que se sentían que en Los Pinos tenían un cuate, o de perdida una tapadera, y oh sorpresa de sorpresas, los ha empinado peor que si fueran de partidos diferentes.

No es que Enrique Peña sea un acérrimo enemigo de la corrupción… al contrario, pero para que no lo muerdan a uno a veces hay que sacrificar presas más pequeñas, por más que cada uno de ellos opinara de sí mismo que no hay en el mar, pez más gordo que su persona. Pero entre tanta maraña de acusaciones de corrupción, que vinculan la administración pública con los procesos electorales, hay dos que destacan curiosamente, por involucrar a coahuilenses, quizá sea pura casualidad lo del origen, seguro que sí, o tal vez sea el tamaño de lo que está en juego,  lo que puedan soltar si los presionan demasiado, el caso es que cuando la justicia española detuvo a Humberto Moreira Valdés hace un par de años en Madrid, y cuando la fiscalía de Chihuahua le echa el guante a Alejandro Gutiérrez, se da una movilización para protegerlos, que parece desmedida.

Lo de Humberto terminó con una exoneración de la Audiencia Nacional Española, sobre un papel que alguien en la PGR le dio al exgobernador, en que con todas sus letras decía que no se le buscaba por nada, ni se le investigaba por nada. Eso no obsta para que no se dijera que Humberto y su familia habían recibido todo el apoyo de la embajada de México en España, que prácticamente se volcó para lograr su liberación. Ojalá así operaran todos los consulados mexicanos cuando un paisa se mete en problemas, pero comparado con lo de la Coneja, aquello fue una nadería.

La telenovela se la hemos reseñado en estas mismas páginas electrónicas, pero ni con todo pudimos adelantar el desenlace, que la presidencia de la República ordenara al Secretario de Gobernación,  Alfonso Navarrete Prida arreglar el asunto con el gobernador de Chihuahua, para lo cual también ordenó a la Secretaría de Hacienda dejar de hacerle al tío Lolo, y soltar los 900 millones de pesos que le tenía retenidos y que había ya dicho que no iba a entregar por cualquier pretexto burocrático.  Eso fue el sábado, foto y todos amigos del alma, el domingo Navarrete dijo que no había habido nada ilegal y ninguna componenda, lo raro es que el único acuerdo que se fijó fue el traslado de La Coneja Alejandro Gutiérrez de un penal estatal, a uno federal, que es lo que se había estado pidiendo desde su detención, y que era la mejor carta que tenía Javier Corral Jurado para presionar al gobierno federal, hasta que los dobló.

¿Qué sabrá Humberto Moreira, que sabrá la Coneja Gutiérrez que aterroriza a la presidencia, al grado de hacer por ellos lo que sea, cosa que no ha hecho por Duarte, Borge, Humberto Benitez, Granier y demás?, lo que sea, vale más, mucho más que 900 millones de pesos…

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