Réquiem al priísmo de Parras.-
Por: Alfredo Reyes Ramos
Hagan de cuenta que don Federico Baena Solís le escribió su famosa canción, los “Cuatro cirios”, al PRI de Parras: “Cuatro cirios encendidos, hacen guardia a un ataúd, y en él se encuentra tendido, el cadáver de mi PRI”, el partido revolucionario de la tierra de Madero, donde el sepulturero se llama Evaristo Madero Marcos, el dueño del “tráiler rojo”, así como de los priístas parrenses, los que obedecen ciegamente al amo, acatando sus consignas, festejando sus trafiques y aceptando su mandato de facto.
Y es que hoy el PRI camina por la derecha, sin ningún carácter revolucionario, pues sus líderes obreros ahora son del sector patronal y sus caudillos de la CNC se han vuelto latifundistas, con personajes totalmente fuera de foco, como Mikel Arriola, su candidato en la Ciudad de México, una propuesta de ultraderecha, del Yunque, de Provida, de los Legionarios, del Opus Dei, de lo que queda del Sinarquismo y de los Caballeros de Colón. Hasta ese extremo ha llegado el PRI, a pesar de don Plutarco, de Lázaro Cárdenas, de Heriberto Jara o de don Jesús Reyes Heroles, por citar sólo algunos de sus íconos más progresistas. Qué tristeza.
Y si tal cosa ocurre a nivel nacional, en pueblos como Parras el PRI es prácticamente un zombi, un cadáver viviente, una entidad que se supone muerta, pero reanimada por el vudú de Evaristo y Paulino (del PVEM), dueños de su voluntad, de su famélica estructura y de su conveniente membrete. Ya verá usted que no tarda en llegar a Parras el delegado del PRI a decir que el partido no tiene candidato, que hay que apoyar a Evaristo y que Parras es del partido Verde, que lo seguirá siendo por mucho años más y que mejor se disciplinen con el capo del tráiler rojo.
Y no podemos culpar a Evaristo y Paulino de ser los dueños de la voluntad del zombi priísta de Parras, sino más bien hay que culpar a los propios militantes de este partido cadáver, que no tienen tamaños, que no tienen dignidad.
En Quintana Roo, ante la imposición de apoyar al PVEM, los tricolores renunciaron en masa y lograron derrotar al propio PRI en la elección estatal. Asimismo, en Chiapas, explotó una rebelión de priístas que ya no aceptan seguir de patiños del Verde. En Ramos Arizpe, priístas de toda la vida han renunciado a su partido, que ha sido entregado a un ex panista, así como en Parras, dos ex panistas, Evaristo y Paulino, ahora son los dueños de los escombros del PRI.
“¡Ay que velorio tan frío!/ ¡Qué soledad y dolor!/ Sólo están los cuatro cirios/ también de luto vestidos/ igual que mi tricolor”.
Por este medio convoco a los priístas de Parras a que tengan dignidad, a que se rebelen contra la imposición unilateral de la dirigencia de seguir apoyando al corrupto y pervertido PVEM, encabezado por Evaristo, Paulino, Olga Lara, Chato Jaramillo, Oso Marcos, Jorge Martínez, Hugo Jaramillo, Jazmín Terán, Gabriela Carrillo y demás priístas paleros del cacique o de plano, si no hay rectificación del rumbo, apoyar todos a Ramiro Pérez Arciniega, a nadie más, porque otra vez pretenderán polarizar a la oposición para que las ratas del Verde sigan devastando a Parras ¡No a la imposición! ¡Fuera el cacique traficante!!! Hazlo por el futuro de tus hijos.
Obispo Pedro Casaldáliga
El viernes pasado cumplió 90 años de edad este emblemático teólogo de la liberación, un catalán que ha pasado la mayor parte de su existencia en la selva brasileña. Apodado el “Obispo rojo”, ha luchado en favor de los marginados, los sin tierra y los indígenas, pastoral social que lo ha enfrentado a los terratenientes y caciques y, por lo mismo, ha sufrido persecución, cárcel, tortura y atentados. En 1977, lo confundieron y mataron a su vicario. Fue entonces que el papa Pablo VI emitió aquella frase famosa que salvó su vida: “Quien toca a Pedro toca a Pablo”. Sigue viviendo en la selva este verdadero cristiano, pobremente, como el profeta Elías y Juan el Bautista. Tan grande y tan humilde como ellos.
Oye papa Francisco ¿Cómo está eso de que “Perverto” Rivera Carrera se niega a dejar el palacio episcopal? Mándalo a quemar grasa a la sierra de Durango, con los tepehuanos, de donde nunca debió haber salido.
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