La Quimera de Pep.-
Escribe JL Cuevas.-
Como en todos los lares de la vida, en la historia hay líneas de investigación que buscan retratar a los personajes más célebres en su carácter más humano, es decir, sacarles del bronce de sus bustos y mostrarlos tal cual eran, con virtudes y defectos; dirían algunos, el verbo hecho carne.
En plenas vísperas de Semana Santa, AMLO acudió a una entrevista (ellos le dicen debate) con el grupo Milenio. Un personaje tan polémico, de tanto arrastre y que había demostrado ser en los anteriores procesos electorales muy proclive a caer en la desesperación ante los periodistas, se antojaba como un platillo fuerte a la hora de la cena. Más todavía si a eso le sumamos que siguen frescas las revelaciones sobre la supuesta reunión entre banqueros y el candidato presidencial.
AMLO en su discurso: soy demócrata, soy honesto, soy pacifico, no habrá persecución política, entre otros clásicos de su repertorio; y como en el futbol, hay que mantener esa alineación titular para garantizar el éxito del equipo encuentro tras encuentro. Sin embargo, llama mi atención la aspiración para con algunos personajes de la historia nacional: lo de Cárdenas, ya bien sabido, lo desmenuzo hace 12 años Enrique Krauze en su polémico ensayo “El Mesías Tropical”; sin embargo, Juárez es uno de los iconos en la constitución del estado laico, uno de los cocos del ahora candidato. Y Madero, peco de ingenuidad y ya sabemos cómo culminó con la decena trágica.
Andrés Manuel, el personaje, se encuentra listo para iniciar el maratón que se nos viene a partir de abril; que se antoja perfecto para una novela ¿por qué? Sencillamente porque cumple con la característica innata: estar rodeado de claroscuros.
No se necesitan mártires ni personajes de bronce intocables para adornar las plazas, se necesitan hombres conscientes de su tiempo y realidad que quieran darle un giro a este país que se merece más. Y no, contrario a otras ocasiones, esta vez el dialogo AMLO-prensa, no fue un camino al calvario.
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